«Cuentos de Isuerre» y realidades.

Portada de Casa Orcada

Cuando el año 2003 que registré mi página de Internet, www.cincovillas.com, no conocía el libro que hoy me regala Antonio Lorente con una Salutación suya y que escribiría el mismo año, Máximo Lacosta Murillo sobre su pueblo, pues de haberlo conocido hubiera aportado en el lugar correspondiente a Isuerre, datos muy importantes que refleja en su libro, como que «La población de Isuerre, que en el año 1900 era de  unos quinientos habitantes, todos ellos pequeños labradores o ganaderos, fue descendiendo paulatina e inexorablemente. En el año 1948, cuando yo lo abandoné, para cursar mis estudios, apenas éramos trescientos los habitantes de derecho acogidos en él. Y pocos años más tarde, estos habitantes de derecho se redujeron aproximadamente a treinta». Las razones de esta pérdida de habitantes las detalla Máximo en su libro y en poco difieren de las que han sufrido, y siguen atenazando a muchos de nuestros pueblos, alejados de  ciudades, faltos de servicios y escuelas, y con unas pésimas carreteras para llegar a ellos. Sin embargo, Isuerre, seguro que está mucho más bonito que  cuando Máximo se marchó a estudiar. Él mismo lo reconoce en sus páginas: -Mis queridos paisanos son gente recia, abnegada, trabajadora incansable y con iniciativas. Supieron levantarse enérgicamente de la ruina casi total que les amenazaba y otros, afincados en Zaragoza o Pamplona, reconstruyeron sus casas, para disfrutar de ellas durante los fines de semana, las vacaciones veraniegas, Semana Santa o Navidad.- A propósito de este comentario, acompañado por Antonio Lorente, alcalde en otro momento, *recordar*, he visitado sus plazas y calles, fachadas restauradas y el  patio de una casa con un sabor exquisito, especialmente su pavimento realizado con pequeñas piedras del río Onsella. Una maravilla,  no solo de realización sino de gusto, técnica y elección de los modelos plasmados en el suelo, llevados a feliz término por Miguel Puyal y la colaboración de su familia.

Paciente y bello trabajo, filigranas y armonía.

Desde mi blog, mi felicitación a este amante isuerrano, que sueña con disponer de un descanso en su trabajo en Zaragoza, para mejorar todo cuanto está a su alcance en Isuerre: el patio y la fachada de su casa o la antigua Cruz de Término de Isuerre, afectada por un gran vehículo, entre otras realizaciones. En su libro de Máximo Lacosta nos habla de turismo, haciéndonos constar sobre Isuerre, que – En él podrás disfrutar del mas sereno y reparador descanso en la imperturbable paz de un pueblo tranquilo, alegre, hospitalario y ameno, bellísimo, antiguo y nuevo a la vez, señorial, enmarcado en el más idílico paisaje circundante; y en su interior: de la degustación en el Balcón de Onsella, de los más esquisitos manjares de la tierra…

Poco puedo aportar yo a lo escrito por este autor, al que felicito sin conocerlo, y que al terminar el prólogo del su libro, recuerda los versos que escribió Esther Artieda, una insigne poetisa nacida en Isuerre:

«Mi barco, mi barco, mi barco.

  Mi barco se llama Isuerre.       

Mira que grande es mi barco y qué fortaleza tiene. 

Mi barco sube montañas,   como si tubiera agua  y se desliza en las sombras.

Mi barco se llama Isuerre.  Mira que grande es mi barco  y qué fortaleza tiene»

¡Enhorabuena y visitar Isuerre!

Cruz de término de Isuerre.

Restaurada por Miguel Puyal Artieda. 2013

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