«Mojón de Arroz»
Pinos con cincuenta años de vida
Corral de Claudio
Antiguas paredes de tosca del viejo corral
Una gran higuera sobre el pozo manantío
Cinco o seis brazos sostienen su frondosidad
Los Sasos de Ejea, ahora regadíos y conocidos como los sectores XXX, entre otros, anteriormente eran conocidos por nombres de vales o promontorios, que aunque no se han perdido del todo, son menos nombrados y desconocidos para muchos jóvenes agricultores.
Recordemos que,
El Saso ha sido el monte comunal por excelencia de Ejea de los Caballeros. De roturación tardía, ya entrado el siglo XX, el Instituto Nacional de Colonización adquirió 7.254 hectareas en 1951 para su puesta en regadío, lo que da una idea de su extensión.
El Saso era nombre previsto para uno los poblados de colonización, en concreto el que luego sería denominado Bardena del Caudillo, por situarse sobre ese terreno. (Del libro «Toponimia de Ejea de los Caballeros» de M.Cortés)
Lógicamente han cambiado tanto esas zonas con las nuevas parcelaciones que han desaparecido caminos, e incluso, algunas de las parideras que fueron durante muchos años señas de identidad.
Hoy he recorrido por la Cabañera Real de Navarra hasta el cruce con otra cabañera de inferior rango que por Pilue viene de Tauste.
Y en ese entorno, denominado “Siete caminos” y “Mojón de Arroz”, se daban cita el “Camino del arriero” y el “Camino de la Hoya”, desde Ejea dirección Oeste, además del que cruzaba de Norte a Sur, hacia Santa Anastasia.
Hoy, un buen número de rectos caminos los han sustituido y bajan paralelos hasta la carretera de Tudela, y los creados en los años sesenta tienen en sus lindes unos exuberantes pinos, que fueron plantados en aquel momento.
También se han construido alguna nueva paridera, y en lo que son lotes de Colonización, alguna granja porcina, pero irremediablemente han desaparecido algún corral como el “Del Malpicano” y otras parideras se encuentran arrinconadas entre nuevas construcciones, como el “Corral de Cocollo” o el “Corral de Claudio”.
En este último, he tenido ocasión de hablar con Ignacio y Marcial Pérez Tolosana, con quienes me une un gran amistad desde muy jóvenes.
No es la primera vez que estoy en su lote y recuerdo cuando construyeron la piscina, que era tan fuerte el mallacán que hay en el cerro donde están las construcciones, que tuvieron que recurrir a un pistolete para romper lo que la excavadora no podía realizar.
Las antiguas paredes de la vieja paridera atestiguan el uso que daban a la tosca y su modo de construirlas, que según un amable entendido en esta materia que escribió su comentario en anterior post, reconoce, que «este modo de trabajar esta piedra es único en las Cinco Villas».
Hoy el entorno es un vergel, donde predomina una majestuosa higuera que nació sola, y tras varios intentos, año tras año para destruirla, arrancó con diferentes brazos que cubren con su sombra una amplia extensión, y hace felices a los hermanos Pérez.
Con ellos disfruto bajo la higuera, de una buena charrada, recordando caminos y viejas parideras y de los trabajos y realizaciones que han llevado a cabo en este viejo “Corral de Claudio”.
-Que sigáis disfrutando de tan bello paraje-
Marcial siempre encuentra motivos para seguir trabajando…
…o cuidando el huerto y el jardín con Ignacio.
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