Maneras hay de contar la Historia de lugares y personas. Se puede profundizar en datos históricos, en estadísticas frías, en relatos de hechos que marcaron el devenir del lugar o de los personajes en cuestión. Relatar la historia -joven historia- de un pueblo recién nacido, puede enfocarse desde muchas perspectivas. Porque recién nacido puede considerarse un pueblo cuando este alcanza el medio siglo de vida. Un pueblo nuevo ubicado en zona histórica por excelencia, en lugares donde hace casi mil años la cultura árabe extendió sus tentáculos, donde quizá hace más de dos mil años fueran los romanos los que pisaran las tierras que hoy alimentan esta población. La historia puede ser un vehículo conductor para explicar el pasado, entender el presente y vislumbrar el futuro.
Pero Emilio Gil, considera que
-hay otra manera de contar el devenir de un pueblo joven, más cuando la edad de éste coincide con la del relator…
Y a esas otras maneras, se vincula Emilio Gil para hablarnos de su pueblo introduciéndonos en aquellos momentos que El Sabinar empezaba a recibir a las primeras familias que lo habían de habitar y hacer regadíos sus suaves lomas que bajan desde la Bardena y se extienden por la llanada del río Riguel y del Arba.
En primera persona nos contará sus vivencias hablándonos del azud de las Coderas que vierte las aguas del Riguel a ambos lados de su cauce, de la Estanca, hoy tantas veces fotografiada, del lote y su encanto, lleno de esperanzas y de sueños, (que no era solo una porción de tierra que te había correspondido mediante sorteo, era la casa, la yegüa, la vaca, los aperos y el remolque de ruedas de goma). Y sigue recordando tantos y tantos lugares del pueblo que quedaron en su mente para siempre: el Cine y el Club, la Cooperativa, la Hermandad Sindical de Labradores, la casa que albergó el Teléfono Público, los amigos y tantos personajes, que hicieron de El Sabinar un pueblo diferente a todos los creados por el Instituto Nacional de Colonización en la zona Bardenas.
Han pasado Cincuenta años desde la creación de El Sabinar y promovido por el Ayuntamiento de Ejea de los Caballeros se ha celebrado este acontecimiento; una Fiesta brillante y emotiva, como lo ha hecho con los otros cinco nuevos pueblos que ya los cumplieron, pero el libro de Emilio Gil Moya, nos dejará para siempre, ese poso de felicidad y cariño que marco a su autor en El Sabinar, aunque lo dejara siendo muy joven y, a nosotros, con ese mismo cariño y respeto nos sabe transmitir.
No es una novela. No son unas memorias, «Entre el Riguel y La Bardena» narra una historia muy particular de El Sabinar desde sus orígenes allá por el año 1961, apoyándose en hechos, lugares y circunstancias emblemáticos. Se trata simplemente de una recopilación de vivencias inolvidables que han marcado a una generación…o a varias.
Gracias Emilio y ¡Enhorabuena!.
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