Imagen de la Virgen de la Oliva que visitaba las casas de la villa de Ejea.
En diferentes momentos he hablado de oficios perdidos y de diferentes gentes que dedicaron sus vidas a ellos, dalladores, sogueros, colchoneros y otras actividades relacionadas con la agricultura que pasaron a vivir en el recuerdo.
Pero visitando en fechas pasadas el pueblo de Pinsoro, con motivo de la inauguración de la escultura que recuerda los 50 años del nacimiento de este pueblo de colonización, tuve la suerte de saludar a Alejandra Tenías, que con su esposo (q.e.p.d.), Antonio Arregui, nacido en Uncastillo, llegaron a este nuevo pueblo, cuando se inauguró, el año 1962, llevando como bagaje además de sus niños y el deseo de trabajar sus propias tierras, algo tan sencillo como una hornacina de madera, que guarda bajo un cristal la imagen de la Virgen de la Oliva, que no es otra, que aquella imagen, que casa tras casa visitaba toda la villa ejeana, llevada en su costado por la Siña Visita, «la santera», como la llamábamos cariñosamente. Ni que decir tiene, que esta imagen de la patrona de Ejea, Alejandra la guarda como oro en paño y, mientras ella viva, me dice, que así será.
Contemplo aquella vieja «Cajeta». Recuerdo que además de su pequeño cajetín, donde depositar las antiguas perragordas, llevaba un lazo blanco y azul y una medalla, que era donde se estampaban los besos de los devotos, pero sin separarse de los brazos de la Siña Visita.
Me sentiría en deuda con aquella sencilla y buena mujer, si no la recordase en mi blog, después de palpar en mis manos aquella imagen que tantos años paseó por nuestro pueblo y que tantos recuerdos me trae, de sus visitas a nuestra familia.
Desconozco la fecha que desde Tauste, vino siendo muy joven a Ejea para servir (así se decía entonces) en casa de mi abuela Basilisa, y esta Casa d’Añesa, aún después de casada y dedicada a las atenciones de la Iglesia de la Virgen de la Oliva, fue el punto de su principal amistad en toda su vida.
Hoy me satisface recordarla en este post y agradecer a su familia, especialmente a Alejandra, haber charrado de viejos tiempos y recordar a su madre, con el cariño que se merecía la Siña Visita «La santera».
Vieja foto que guarda su familia.
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