Casas de Esper. Esto debió ser este pequeño pueblo dependiente de Ardisa, un lugar de encuentro y de espera, según cuenta la tradición oral, ya que aquí, en unas casetas, se daban cita y reunían en tiempos pasados, los guardas de los montes de Gurrea de Gállego, Luna y Murillo de Gállego.
No es de extrañar que ese fuera el origen del nombre de Las Casas de Esper, que en 1834 tenia Ayuntamiento propio con más de 100 habitantes, hasta que en 1845 paso a ser dependiente de Ardisa.
Entro con idea de hacer una corta visita; pero la conversación fluida y amable con Lorenzo, Alfonso y Fernando, se prolonga más de lo previsto sin llegar a visitar las minas de cobre, que dejamos para otro momento. Llegamos a «La Carrasca» que en otros tiempos facilitaba sombra a los trillos y trilladores en la era, y nos paseamos por sus calles, su parque y su piscina.
Habrá que volver; amenaza lluvia.
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Casas de Esper… (Lugar de espera)
La vieja carrasca de Casas de Esper
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