Desde hace muchos años, al bajar la Atalaya y divisar Sádaba, te encontrabas con una solitaria cruz de piedra, con una sola inscripción picada en la piedra de su base, que dice : «Sádaba«, y todo esto, sobre un rústico pedestal de piedra, como un recuerdo de algún hecho acaecido en el este lugar.
Desconozco cual sería el motivo de contruir aquí la cruz; pero recuerdo, que fue iniciativa de Isidro Echegoyen, al que Alfonso Zapater llamó «El Peregrino del Volante», el mismo que instaló en su jardín, a la vista de la calle, adornando uno de los paseos de Sádaba, a San Cristobal, forjado en hierro por Marcelino Cortés.
A partir de hoy, la cruz ya no estará sola; una torre metálica le acompañará, sustentando unos cables cargados de Kilovatios.
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