.
Recibí un atento escrito precediendo la llegada de un libro con una emotiva dedicatoria de su autor, Kepa Arburua Olaizola , «Un navarro del mundo», que tras muchos años trabajando como ingeniero en distintos países europeos y en Norte América, descubrió Las Bardenas Reales, «sus bardenas navarras», quedando encantado y sorprendido de tanta belleza, no dudando en comparar dicho lugar con el Norte Dakota, Arizona, y el Valle de la Muerte de California, que él conocía.
Indagó en la historia navarra, sus Reyes y reinados, sus gentes y sus vidas. Y tras unos años de investigación con su esposa en archivos navarros, recabando conocimientos de historiadores medievalistas y de la memoria popular de campesinos y pastores de los pueblos bardeneros, descubrió, que hace quinientos años, existió Sancho Rota; un hombre sencillo, fuerte, astuto y trabajador de Navarra, que por diversos motivos, anteponiéndose a exigencias y sinrazones de la época, tuvo que hacer de estos montes su morada y de graves fechorías, su modo de vida. Y «cinco siglos después de su desaparición la gente humilde se acuerda de él, del héroe que fue magnánimo y muy bueno con los pobres.»
Desde mi Blog, agradezco a Kepa su atención y sigo leyendo su libro, lleno de vida, de fechas y datos históricos, que por cierto, he visto en las librerías de Ejea su Segunda Edición, de este «Sanchicorrota. Bandolero de las Bardenas», traducido también a otros idiomas y del que copio el texto de su contraportada, sobre una fotografía de «La Pisquerra» de la Bardena Blanca.
En el siglo XV, en Navarra, Sancho Rota, más conocido por su diminutivo Sanchicorrota, robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Formaba parte de esos bandoleros que ayudaban a los miserables, pues veía a Dios en los ojos del pueblo.
Sin comentarios