Hace unos años conocí estos frondosos lugares, donde había quedado marginada por el río, que había cambiado su cauce, la vieja azud de Los Faginetes que recogía las aguas del Arba para traerlas hasta Luchán por la margen derecha del río. Posteriormente, una nueva presa o azud, tuvo que ser construida para seguir cumpliendo aquella función. Y en su entorno, numerosos árboles, concretamente Olmos de distintas alturas y tamarices, estaban repletos de nidos de distintas aves: garzas reales e imperiales, (Ardea cinerea y purpurea), garcetas y algunos cormoranes, ocultaban sus grandes nidos de ramas y carrizos entre la densidad de sus verdes hojas. Recordar fotos de Eduardo Ramón.
Hoy todo esto ha cambiado. Desde el puente de la cabañera que cruza el río, debajo de Paules, se ven perfectamente los numerosos nidos que construyeron las grandes aves en años pasados, al secarse los Olmos por la grafiosis.
Mi amigo José Mª Montañés, siempre atento a las expectativas de la caza entre otras aficiones afines a la naturaleza, no ha querido que esta circunstancia que ayer comprobó, pasara desapercibida y no ha dudado en comunicármela, visitando el lugar hoy mismo, con la curiosidad de ver de cerca lo que me comentaba.
Efectivamente. Junto a los cuatro postes metálicos instalados en este lugar, para que las cigüeñas anidaran sobre ellos, y construidos por la Escuela Taller de Ejea de los Caballeros, dependiente del ayuntamiento, siendo jefe-taller Carlos Acín, ha quedado ésta desoladora imagen: Las cigüeñas no han querido seguir posándose ni anidar sobre los postes metálicos y al secarse los olmos, han quedado los viejos nidos desiertos y abandonados.
Supongo que las aves, amigas del humedal, seguiran viviendo y criando en estos entornos llenos de vegetación; pero estas imágenes de árboles muertos, no son nada favorables. Suerte que a poca distancia de este lugar, crecen con vigor otras variedades importadas que pueblan el paisaje.
Los nidos abandonados.