La verdad que a los burros se les ha considerado, animales poco afortunados en su vida, poniéndolos como ejemplos en trabajos y con poca inteligencia, cuando decimos: «trabajar más que un burro», «terco como un burro» o «más torpe que un burro».
Tranquilos y pacientes sí que lo son; por este comportamiento, «El Último de la Fila» lo hacía constar en su letra de la canción; «Como un burro amarrado a la puerta del baile».
Y también alegres y saltarines. No cabe duda que así lo vería Juan Ramón Giménez a su borriquillo «Platero».
Los he visto muchas veces, acompañando a los rebaños por el monte, cargados con los útiles y ropas del pastor, o llevando los cordericos que nacían en el campo; pero los que hoy traigo aquí , los he visto, sino tristes, pensativos, esperando mejores momentos.
Si los burros leyeran, diría que estos, habían visto la Revista «Hola», que en uno de sus números, traía a la Reina Dña Sofía, visitando Grecia sobre un burro como los nuestros, y estarían soñando con ello: Llevar sobre sus lomos a una Reina.
En fin, cuidemos nuestros borricos con cariño, y si los vemos tristes, les contemos por sus largas orejas, que tienen suerte de no ser, como en Mijas, Burro-taxi, ni tener que estar esperando, a que alguien lo apadrine a través de Internet, para que no le falte el sustento.*Recordar*.
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