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Carlos Mendi Villa*, cura jubilado y residente en el Real Seminario de San Carlos de Zaragoza. Ejerció su ministerio durante dos años y medio en Used y Torralba de los Frailes, pueblos cercanos a la laguna de Gallocanta; y a la vez, en Val de San Martín, Valconchán y Orcajo, en la zona de Daroca; después en Rivas durante 19 años y, a la vez, en Farasdués y Bardenas; más tarde, en Ejea de los Caballeros durante 23 años; y, al mismo tiempo, fue profesor de Religión y de Moral Católica en el IES «Reyes Católicos» de Ejea durante 30 cursos.
LA CUARESMA
Aunque nuestra sociedad apenas lo percibe, la Cuaresma es un tiempo especial para que los cristianos renovemos nuestra fe y nuestra vida. Es un tiempo fuerte, intenso y gozoso, que nos sirve de preparación para celebrar nuestra gran fiesta de la Pascua, o sea, nuestra gran fiesta de la Vida.
Es la invitación “a ser más” lo que somos, “a ser más” lo que podemos ser, “a ser más” como Jesús nos quiere. Es una oportunidad para renacer a una nueva manera de comportarnos como cristianos.
En nuestra vida familiar y social se tiene que notar que vivimos la Cuaresma.
Jesús dijo que vino a la tierra para contarnos quién es Dios y cómo tenemos que vivir para ser felices; es decir, para darnos vida y vida en abundancia. Él nos enseñó quién es su Padre; cómo vivir en positivo, no agobiados ni estresados; nos enseñó a discernir, a elegir lo mejor: a amar a Dios que es también Padre nuestro, a amarnos a nosotros mismos y a los demás; a perdonarnos; a saber perdonar a los demás; y a vivir atentos a lo que los otros necesitan, todo lo cual es la mejor manera de conseguir la felicidad.
Es importante que nos fijemos en cómo pensamos y en cómo vamos por la vida. Según los expertos, una persona normal en un día cualquiera tiene varias decenas de miles de pensamientos. Lo malo es que el 90 % de ellos suelen ser negativos y tristes, como por ejemplo: ¡qué mal lo estoy haciendo!, ¡esa persona me cae mal!, ¡no voy a llegar!, ¡siempre es todo igual!, ¡qué rollo!…
Y sólo el 10 % de nuestros pensamientos son positivos, como por ejemplo: ¡Qué día más hermoso! ¡Cuánto nos queremos! ¡Qué gozo estar y charlar en familia! ¡Qué puesta de sol tan preciosa! ¡Todo lo puedo en aquel que me conforta!…
Las personas, según como pensamos, así actuamos. Si pienso que soy desgraciado, que la gente es mala, que todo el mundo actúa con mala intención y que mi vida es un “rollo”, me sentiré desanimado y triste, y actuaré como un “cenizo”. Si elijo pensar en positivo, viviré más contento e irá brotando lo mejor de mí. Si pienso como Jesús que cada día tiene su afán, que Él me tiene abrazado y que tiene puesta sobre mí su mano, andaré por el mundo con mayor seguridad y optimismo vital.
Es muy fácil que se nos cuele la rutina en la vida y en las relaciones, como le pasó al señor de la siguiente historieta:
“Estaba cansado de la rutina de su trabajo, de tener siempre los mismos compañeros y de repetir cada día las mismas costumbres.
Al volver a casa, su mujer le contaba siempre las mismas cosas apenas la escuchaba, igual que a los niños, que hacían ruidos molestos y no le dejaban tranquilo. Se quedó dormido en el sofá y soñó de esta manera:
¡Dios mío, tengo ganas de terminar con esta rutina! Y de pronto oyó una voz que le decía: “Así será. Desde hoy otra persona, que estaba en paro, ocupa tu puesto de trabajo y está encantada; además le gustan mucho los compañeros y el ambiente que le rodea. También tu mujer ha encontrado un hombre que agradece su conversación y sus caricias; está enamorado de ella y disfruta con la casa y con los niños, pues antes no había podido tenerlos, por ser estéril “.
Pero ¿es que he muerto? ¡Socorro! Su mujer, asustada, lo zarandeó. De pronto él abrió los ojos y ella le preguntó: Cariño, ¿has tenido otra pesadilla? ¡No! –le contestó-, no ha sido otra pesadilla; ha sido otra oportunidad”.
Si nos resulta difícil, recordemos que Dios tiene aún más interés en nosotros que nosotros mismos; y pongámonos en sus manos para que Él nos ayude a que todos “salgamos amados” de casa, para que nos potenciemos y lleguemos a ser esos seres humanos plenos y felices que ha soñado para cada uno y para todos en general. ¡Ah! Y que, donde nosotros estemos, se esté un poco mejor porque somos “generadores de vida”
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1 comentario
Muy bien Carlos. Veo que sigues en muy buena forma intelectual
. Me gusta tu comentario y a ver si sabemos aplicarlo positivamente. Un abrazo cordial.