abajo a la Izda. Miguel y sus hermanos
La fabricación era perfecta, pero los resultados en la cocción por parte de los encargados de la misma, eran desastrosos y el alfar fracasó.Pero Ignacio que había venido a Ejea para hacer cántaros y botijos, que es lo que sabía hacer, pronto encontró el lugar adecuado y el permiso del Ayuntamiento, en un «bural» debajo de las eras, para arrancar la arcilla, hacer buen barro y su primer horno, que con leñas y paja, coció durante tantos años las hermosas piezas que salían de sus manos: cántaros de una y dos asas, botijos y botijas o «rallos», etc. e incluso, cuando se instalaron en Ejea los primeros vertidos, también Ignacio Berdiel fabricó las primeras tuberías de cerámica.Cuando llegaba el verano, había que reponer y comprar botijos nuevos que hacían más fresca el agua, y los Berdiel, siempre tenían para los chicos que acompañaban al comprador, más veces compradora, una hucha de regalo. Así lo recuerdo yo siendo niño.
Mis abuelos, que vivían en las eras, sin aguas ni vertidos, usaban muchos cántaros; en unas «angarillas» de esparto cabían cuatro cántaros, que sobre una mula se traían de la Fuente Alta o de Rigor, y en cuatro viajes llenabas la tinaja, luego los dejabas llenos, algunos al sereno de la noche para tener agua fresca durante el día, y lógicamente siempre se rompía alguno.
Durante muchos años, en la familia Berdiel, Ignacio y su hijo Pablo, se unía a esta profesión de alfarero la de tejero, haciendo tejas y ladrillos.
El progreso, al dejar de ser útiles y necesarios aquellos elementos tan relacionados con el agua, marginaron estos oficios tan especiales, donde las manos juegan un primoroso papel.
Pero en la saga de los Berdiel, tras un periodo de inactividad, llegó Miguel, que desde muy niño había acariciado el barro con sus manos; dejó otras actividades y volvió al torno, creó nuevos elementos decorativos, ánforas, tinajas, jarrones y esbeltas piezas para lámparas, y sin marginar aquellos cántaros y rallos, que ya hicieron su padre y abuelo.
Hoy estuve con Miguel, acompañado de Fernando Vicente, su amigo y mi amigo, especialmente en temas de ordenador; quedé admirado de su obra, de su exposición y del trabajo recién hecho, para atender los pedidos que salen a Francia para distribuirlos por Europa, como los que contemplamos con su firma, en los Centros del Corte Ingles de España y Portugal.
Hubiera querido fotografiar todo ese variado catálogo de piezas, cocidas y sin cocer, que aparecen en su taller y exposición; pero basta con conocer a Miguel, mirar sus manos moldeando el barro que gira sin cesar en el torno y captar su sensibilidad y entrega en este hermoso oficio, para comprender que con razón suficiente, la Diputación Provincial le Homenajeara el año 2006, como lo había hecho con su padre.
Desde mi blog, que comento mis vivencias en las Cinco Villas, hoy me ha llenado de satisfacción, visitar y charlar con Miguel, el magnífico alfarero y artista de la saga de los Berdiel, al que deseo lo mejor y les aconsejo visiten su página web para conocer su trabajo *Aquí*
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