Nos conocemos, desde que de chicos jugábamos en las Eras Altas de Ejea de los Caballeros y él era monaguillo en la Virgen de la Oliva; allí vivía José Mª Clemente Gómez, cerca de la casa de mis abuelos, donde coincidíamos con frecuencia.
Hoy he tenido la suerte de encontrarme con él en Pinsoro, y charrando de tiempos pasados y presentes, haciéndole saber mi deseo de fotografiar la iglesia de su pueblo para traerla a mi blog, me ofrece unas fotos de tiempos pasados, que muy a gusto voy a recoger a su casa.
La verdad que todas tienen personas y detalles importantes; pero tres o cuatro llevan recuerdos, que en general, marcan unos momentos decisivos de la mecanización agrícola en los nuevos pueblos de colonización.
Aquí, tengo que recordar, que José Mª, fue uno de aquellos tractoristas que el 10 de Octubre de 1959, comenzaron su andadura en el Instituto Nacional de Colonización, estrenando un tractor marca Ford, y sacado directamente por él del concesionario de Zaragoza.
Que el año 1961, pasó a ser el encargado general del Parque de maquinaria agrícola de Colonización, con sede en Bardenas, donde llegaron a poseer unos treinta tractores. Su actividad se centró en los trabajos agrícolas, aunque en algún momento, lo hizo en las obras que se llevaban a cabo, como acequias y colectores en Bardenas, como muestran unas fotos en el libro de Cristóbal Gómez Benito, «La Colonización Agraria en España y Aragón», y donde aparece José M» Clemente sobre un tractor oruga.
Era tal el impulso de transformación y desarrollo, que el Instituto Nacional de Colonización, quería imponer en la zona de Las Bardenas, que aquellos años de 1961/1962, se compraron para este parque de maquinaria, cinco trilladoras «Ajuria», de Vitoria, y treinta segadoras «Alpuema», fabricadas en Ejea de los Caballeros.
El desarrollo e individualismo del agricultor, consiguió hacer cada vez más innecesario el parque de maquinaria del Instituto y el año 1970, dejó de existir.
Desde entonces, José Mª Clemente, con su familia, ha vivido y vive en Pinsoro, con un lote que se le concedió al cesar en el Instituto y con otras actividades ganaderas.
Hoy, he disfrutado de su amable conversación, donde su naturalidad y el afecto de su familia, es algo que no se puede perder. Por ello, me despido con un -hasta luego-, deseándoles no les falte, esa jovialidad que disfrutan.
a la entrada de su casa en Pinsoro.
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