José María Alagón Laste con su libro: El pueblo de El Temple (Huesca): colonización, historia y arte, en la Plaza del mismo pueblo.
Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza. Investiga sobre arte aragonés contemporáneo y está realizando su tesis doctoral sobre los pueblos de colonización de la cuenca del Ebro. Este trabajo se ha dado a conocer en diversos artículos y un libro, firmados por este jóven estusiasta de la transformación en regadío de áreas esteparias y viejos secanos aragoneses. Es nieto de colonos en la zona de Almudevar, por lo que ha vivido de cerca la historia de la colonización agraria en Aragón. Tiene un vínculo especial con las Cinco Villas, de donde procede su familia materna.
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El presente texto tiene como objetivo el análisis de los espacios de poder diseñados en los pueblos de colonización de la zona de las Bardenas (Zaragoza), y, en concreto, de los ubicados en el término municipal de Ejea de los Caballeros, es decir, Bardena del Caudillo, Santa Anastasia, El Sabinar, El Bayo, Pinsoro y Valareña. Nos referimos a sus plazas mayores, dado que fueron los espacios más cuidados en su proyección, y donde se concentró la atención de los proyectistas. Para ello, abordaremos en primer lugar el estudio de las plazas mayores de los núcleos de colonización, y, en segundo lugar, nos ocuparemos de los pueblos antes citados. Con ello podemos comprender de manera global la concepción de los espacios de poder en el mundo rural en el período de la posguerra.
Este artículo fue publicado en la revista AACA Digital, de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte, número 37.
Los espacios de poder en los pueblos de colonización de las Bardenas (Zaragoza): las plazas mayores
En el período de la posguerra, en los años cuarenta y cincuenta, en España se otorgó una gran importancia al urbanismo y a la arquitectura, atendiendo a su papel propagandístico y como reflejo del poder. De este modo, se volvió a retomar un espacio característico del urbanismo español tradicional, como es la plaza Mayor, que tuvo su apogeo en la Edad Moderna.
En el medio rural, estas actuaciones en materia de urbanismo y arquitectura se tradujeron en su mayor parte en la actuación de la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones y el Instituto Nacional de Colonización. Este último organismo citado, dependiente del Ministerio de Agricultura, fue creado en 1939, y entre sus cometidos se encontraba la creación de nuevos núcleos de población, conocidos como pueblos de colonización.
Para llevar a cabo esta actuación se establecieron las Delegaciones Regionales. En la zona que nos ocupa esta labor la desarrolló la Delegación Regional del Ebro, que actuó en la cuenca homónima.
Una de estas zonas, la de las Bardenas, comprende las provincias de Zaragoza y Navarra. En ella se proyectaron 15 nuevos pueblos. En su estructura se incluyó como parte fundamental una plaza central o plaza Mayor, e la que suelen situarse los edificios representativos de los poderes civil y religioso -aunque en ocasiones pueden aparecer ubicados en diferentes espacios del pueblo-. Esta composición urbanística se constata además en los núcleos diseñados en el concurso de poblados para las zonas del Guadalquivir y Guadalmellato de 1934, cuyo planteamiento se tuvo en cuenta al programar los pueblos del INC.
Son, además, lugares que se crean para que los colonos se identifiquen con ellos, por ser donde se congrega una buena parte de la vida social de los núcleos. Pero, sobre todo, son una plasmación de ideas asociadas al momento político en el que nacieron. Por ello, el INC cuidó especialmente su proyección. De este modo, todos los nuevos núcleos creados por el Instituto cuentan con su plaza Mayor; un espacio característico de las ciudades y pueblos españoles y que fue concebido como un punto fundamental para su vida en comunidad y como una seña de identidad. Fue el ámbito más cuidado, y en el que se concentró la atención de los proyectistas, al ser el centro y símbolo de estos nuevos pueblos. No se trataba únicamente de crear un lugar para habitar sino también una zona de tránsito y de plasmación de unas ideas asociadas al momento político en el que nacieron. Este tipo de plazas son características del urbanismo español tradicional. Su máximo exponente son quizás las plazas mayores de la Edad Moderna, como hemos comentado anteriormente, y tal y como señalaban los arquitectos de la posguerra, las plazas mayores creadas para las nuevas poblaciones de América:
Existen muchos puntos de contacto en los problemas que presenta España y los que se ofrecían a los colonizadores del Nuevo Mundo en los albores del siglo XVI. En ambos casos hubo necesidad de levantar pueblos nuevos para sustituir a los destruidos o fundar poblaciones que fueran jalones de un Imperio (ECHENIQUE, 1942: 299-310).
De este modo, se vuelve a poner de relieve en los años cuarenta y cincuenta una tipología que había sido usada hasta el siglo XIX, gracias a los ideales políticos de la nueva vida civil que se impuso tras la contienda (BONET, 1998: 35-64), y conforme a los postulados de algunos teóricos como Víctor D´Ors:
Este elemento urbano tradicional en España, que consiguió creaciones de tanta belleza, adaptado a las necesidades de la vida actual y refundido en el nuevo espíritu debe constituir el tipo de núcleo central en los centros cívicos. Se adapta mejor que cualquier otro género de plaza a la vida pública y a las condiciones de nuestro pueblo. Pero hay que estudiar debidamente sus problemas y corregir sus defectos (D´ORS, 1937).
Así, los primeros en aplicar estas premisas fueron los arquitectos de Regiones Devastadas (SAMBRICIO, 1976: 77-88); una postura que tendrá su continuidad en los nuevos pueblos creados por el INC. Además, es donde los arquitectos introducen los inmuebles que van a caracterizar a cada pueblo y otorgarle su propia entidad. Tienen un sentido funcional, porque en ella se suelen desarrollar los actos principales de la vida social del núcleo. En ella, o en sus proximidades, se emplazan, siguiendo el modelo de las plazas tradicionales españolas, los locales de artesanía y comercio (panadería y tiendas), la iglesia, el Ayuntamiento y algunos otros servicios característicos del planteamiento de plaza tradicional, siendo por tanto la imagen de la oficialidad e, incluso, el marco escenográfico de algunos actos y celebraciones de importancia. Se ubicaron además otros inmuebles como las viviendas de profesionales (maestros y médicos), el centro sanitario, la Hermandad Sindical, el edificio social o el bar, esto, es, los edificios civiles, religiosos y sociales. No obstante, por lo general, en los núcleos programados en la cuenca del Ebro se intentó evitar disponer el edificio social, la hermandad sindical y las escuelas en la plaza Mayor.
Como hemos señalado anteriormente, los pueblos podían construirse en diferentes etapas, pero algunos de sus elementos quedaban configurados desde el inicio. Es el caso, por ejemplo, de la iglesia o del Ayuntamiento, y también del espacio de la plaza central. A este respecto, aludía José Tamés en 1948, en relación con el problema de los centros cívicos al expandirse los pueblos, indicando que en la fase inicial debía delimitarse su extensión final, “pero no construyendo más que los edificios indispensables en esta primera fase y dejando el resto como zona verde con jardinería, que desaparecerá a medida que las necesidades de ampliación lo requieran” (TAMÉS, 1949: 17-35). Así, en caso de que el pueblo fuera de un tamaño pequeño y estos edificios no fueran suficientes para completar el perímetro de la plaza, éste podía completarse con algunas viviendas de colonos, como sucedió en los núcleos de El Temple, San Jorge, Artasona del Llano o Valsalada (Huesca). Incluso si algunas viviendas previstas para otros usos, como el comercial, no se ocupaban, podrían ser adjudicadas a los colonos. Otra solución a esta cuestión sería la edificación de nuevos centros enlazados por la vía principal con el primitivo, opción empleada en la ampliación de los pueblos de la zona de las Bardenas, siendo ejemplo de ello Bardena del Caudillo. En la plaza Mayor deberían ubicarse, como hemos mencionado anteriormente, y siguiendo el modelo de las plazas tradicionales españolas, los locales de artesanía y comercio. No obstante, la necesidad de componer estéticamente la plaza hizo que los edificios comerciales se eliminasen de ella -aunque no siempre fue así-, según estipuló la reglamentación interna del Instituto, dado que éstos se construirían en una etapa posterior a la fundacional (y por iniciativa privada), y la plaza, lugar de representatividad e imagen del pueblo, debía quedar configurada de manera definitiva al terminar la construcción del pueblo. Por ello, se trasladaron a emplazamientos próximos, como sucedió por ejemplo en Artasona del Llano, Valsalada, Figarol y Santa Anastasia. En otros núcleos diseñados posteriormente, como en Alera, se incluyeron los locales para comercio en la plaza. Por tanto, existen diferentes conceptos de plaza, en función de su tamaño, de su forma (geométrica, irregular) o de la disposición de los elementos que la componen. Partiendo del espacio público, en ocasiones los edificios comunes, como la iglesia o el Ayuntamiento, están separados (como en Ontinar del Salz, San Jorge y Valareña), mientras que en otros se unen en una misma plaza (como en Gimenells, Suchs, El Temple, El Sabinar y Pinsoro). Este espacio vacío puede estar también en uno de sus lados, dejando paso a las calles de tráfico rodado, como en El Temple. En algunos casos, como en Curbe o Rada, la plaza Mayor es un tramo urbano abierto a la calle Mayor, que no interrumpe la continuidad del eje.
Por otro lado, otros núcleos presentan dos centros (generalmente separado el civil del religioso), estando unidos los diferentes elementos (con un desarrollo alargado), con un paseo o bulevar, como en Ontinar del Salz o Valareña -ubicando en ellos paseos arbolados, que fueron característicos de la Edad Moderna-, que puede bifurcarse en más calles, creando un nuevo eje en la trama del que parten nuevas vías. Así, en los extremos se emplazan los edificios representativos, recurso que se constata en el diseño de Pueblonuevo del Guadiana, en Badajoz (José Borobio, anteproyecto de noviembre de 1951). Algunas plazas presentan continuidad con zonas peatonales, como sucede en Sancho Abarca, donde su centro queda delimitado por los soportales, y al atravesarlos nos conectan con diferentes puntos de acceso peatonal. Una resolución diferente de plaza Mayor es la que abre su espacio al entorno como, por ejemplo, a las carreteras, mostrando así al exterior las fachadas principales de los edificios representativos, como la iglesia y el Ayuntamiento, como en Gabarderal o Vencillón. En estos dos núcleos no se sigue el concepto de generación de la trama urbana. En otras ocasiones la plaza pierde su propia definición y es un espacio libre de dimensiones considerables, en la que, por los condicionantes físicos del lugar, se le otorga cierto protagonismo. Así, los edificios representativos pueden ubicarse en su perímetro (San Isidro del Pinar) o en su centro (como la plaza de la iglesia, en San Jorge, o la plaza de Puilato) y siempre en torno a un espacio ajardinado. Algunas de ellas presentan partes ajardinadas en su interior, como en Valfonda de Santa Ana, Pla de la Font o San Isidro del Pinar; o se separan los diferentes espacios
Algunas de ellas presentan partes ajardinadas en su interior, como en Valfonda de Santa Ana, Pla de la Font o San Isidro del Pinar; o se separan los diferentes espacios (peatonal y rodado) mediante pequeños muros, como en El Bayo.
Además de las plazas mayores se conformaron otro tipo de plazas secundarias que se ubican en diferentes puntos de la trama urbana, en las que pueden encontrarse edificios dedicados a comercios, bares, etc. En ellas se aprecian también espacios vacíos producidos al introducir retranqueos en las parcelas, en forma rectangular, cuadrada o triangular, o calles sin salida que dan acceso peatonal a las casas, como en El Temple, dando lugar en ocasiones a plazas de cierta entidad (como sucede en la plaza de la Fuente, en Villafranco del Delta). En resumen, se constata el cuidado con el que el INC diseñó las plazas de los pueblos de colonización, estableciendo diferentes conceptos para la configuración de este espacio, retomando el significado “tradicional” de plaza Mayor y algunos postulados característicos de la Edad Moderna.
Las plazas mayores de los núcleos de zona de las Bardenas-Ejea (Zaragoza)
La zona de las Bardenas (Zaragoza-Navarra) comprende un total de 15 nuevos núcleos. Por este motivo, para desarrollar las labores en esta área, el INC la dividió en 4 subzonas. Así, la tercera, que es la que vamos a analizar, comprende los núcleos del término municipal de Ejea de los Caballeros (Zaragoza), esto es, Bardena del Caudillo, Santa Anastasia, El Sabinar, El Bayo, Pinsoro y Valareña, que se diseñaron entre diciembre de 1953 y mayo de 1954.
En primer lugar, en diciembre de 1953, José Beltrán formuló el proyecto del núcleo de El Saso -posterior Bardena del Caudillo (hoy denominado Bardenas)-. Su programa comprende la edificación de 78 viviendas de colonos y 15 de obreros agrícolas (a ampliar en una segunda fase a 175 de colonos y 15 de obreros); iglesia con casa rectoral y locales de Acción Católica; Ayuntamiento con vivienda de funcionario administrativo; dos escuelas con dos viviendas de maestros; cinco viviendas de comerciantes; casa-almacén para la Hermandad Sindical; vivienda del médico; y edificio social.
La planta del pueblo tiene desarrollo longitudinal con forma prácticamente rectangular, con terminación ortogonal en el lado Este y curva a ambos lados de la zona Oeste. El núcleo se articula a través de la calle del Caudillo (hoy paseo de la Jota Aragonesa), que es la calle principal, situándose en la parte Oeste la plaza, y uniéndose, mediante la curva de la planta, a la calle de la Iglesia (que es la segunda en importancia). En sentido transversal se crean cuatro calles secundarias (de la Escuela, de la Estrella, del Norte y del Laurel), y las peatonales del Perro y de la Paloma, que sirven para dividir dos manzanas de gran tamaño. Todo el pueblo se encuentra rodeado por rondas perimetrales (calles del Sol, del Saliente y del Viento). El núcleo del pueblo es su plaza Mayor, situada en el centro, hacia el extremo Oeste, y que se prolonga hacia el Este por la calle del Caudillo. En su centro se ubica la iglesia, en lugar destacado, con la vivienda del párroco, los locales de Acción Católica y la torre dispuesta de modo casi exento.
El conjunto parroquial se une mediante unos pórticos al edificio de administración y vivienda de funcionario, emplazados en el lado Norte y conformando una “L”, cerrando la parte Norte de la plaza y quedando la Sur abierta al paseo. En el lado Sur, frente a la iglesia, se disponen las dos viviendas de maestros y un comercio, con la planta baja porticada, situándose las demás tiendas en el inicio de la calle del Caudillo. En la parte posterior de la iglesia se disponen la vivienda del médico y el edificio social. De forma simultánea, en diciembre de 1953 se presentó el diseño del proyecto de Sabinar (posteriormente denominado Santa Anastasia), que fue suscrito por el arquitecto José Beltrán Navarro. Éste incluye 79 viviendas de colonos y 14 de obreros (ampliable en una segunda fase a 175 de las primeras y 15 de las segundas); iglesia con vivienda para el sacerdote y locales de Acción Católica; Ayuntamiento con vivienda de funcionario administrativo, dos escuelas con dos viviendas de maestros; seis viviendas de comerciante (entre las que se concretan una panadería, una cantina, una abacería, una barbería y una carnicería); casa-almacén para la Hermandad Sindical, vivienda del médico y edificio social. Es preciso apuntar, sin embargo, que en el archivo de la familia Borobio se conservan varios dibujos con el diseño, por José Borobio, del pueblo de Sabinar, que coinciden con el definitivo. Por ello, debemos atribuir la autoría de este núcleo a José Borobio, o, por lo menos, advertir que prestó su colaboración a José Beltrán.
Planta del pueblo de Sabinar (posterior Santa Anastasia), por el arquitecto José Borobio. Plaza de Santa Anatasia.
En este primer planteamiento, Borobio propone una planta irregular, articulada en torno a la plaza central, en la que se sitúan los edificios comunitarios: las tiendas y las viviendas de maestros en el lado Norte, formando una “L” y disponiendo de pórticos en su primera crujía, y, en el lado Sur, la escuela, la iglesia (destacada hacia el centro de la plaza) y la casa parroquial. Este espacio se completaría con tres viviendas de colonos. A su vez, se crearía una plaza secundaria en la parte Suroeste, en la que estarían en el extremo Norte el edificio social y en el Sureste el Ayuntamiento, la vivienda del médico y una tienda, estando el resto de los extremos de esta plaza culminado con casas de colonos. De este modo, se constata la presencia de cuatro tramas diferenciadas: una ortogonal rectilínea, en el lado Norte; la siguiente, en el flanco Sur, con diseño ortogonal; después, en el extremo Este, que incorpora un ligero giro; y, por último, en el Oeste, donde se aprecia otra nueva curvatura. Todo ello unido por un eje que conforma la calle principal, que atraviesa todo el pueblo y confluye en la plaza central -que en esta propuesta carece de denominación-. Así, de las plazas parten, de forma radial, las demás calles. Después, en el diseño firmado por José Beltrán se aprecian algunos ligeros cambios en el trazado, especialmente en la parte central del núcleo. En primer lugar, en la plaza del Caudillo (hoy de la Iglesia) se varía la situación de algunos edificios, con el fin de protegerlos de los vientos del Noroeste. Por su parte, la iglesia y casa rectoral ocupan el lado Este, estando unidas por el lado Norte, mediante unos porches, con el conjunto de edificaciones que comprende la vivienda del médico, las dos de maestros, la del secretario, y, cerrando en esquina con la calle Corta, el Ayuntamiento. En el lado Sur de la plaza se emplazan las viviendas de comerciantes, que continúan en el inicio de las calles de la Torre y Mayor, siendo en esta última donde se ubica la panadería. Pero en el transcurso de las obras se transformó esta disposición, trasladando los solares de los comercios y la panadería a la zona Noroeste, en la calle de la Paloma, donde estaba prevista la construcción de cuatro viviendas de colonos. Para conseguir cerrar de forma adecuada la plaza se reubicaron las fachadas de las cuatro viviendas de colonos situadas en la manzana VIII hacia la calle Corta, evitando así que la fachada abierta a la plaza fuera ocupada por los muros laterales de las casas. Por otro lado, donde estaban inicialmente los comercios, en el lado Sur, se dispusieron tres viviendas de colonos.
Las escuelas, en este caso, se desplazan del centro de la plaza (dado que, por lo general, se emplazan alejadas del núcleo central) a una parte situada a las afueras del pueblo, en el lado Sur. Por último, en la parte Oeste se conforma otra plazuela, en la confluencia de las calles Mayor y del Pino, donde se ubica el edificio social y la Hermandad Sindical. De igual modo, José Beltrán firmó en diciembre de 1953 el proyecto de Pilué (posteriormente denominado El Sabinar), que comprende 80 viviendas de colonos y 14 de obreros agrícolas (ampliable en una segunda fase a 175 de las primeras y 15 de las segundas); iglesia con vivienda para el sacerdote y locales de Acción Católica; Ayuntamiento con vivienda de funcionario administrativo, dos escuelas con dos viviendas de maestros; seis viviendas de comerciantes (una panadería, una cantina, una abacería, una barbería y dos variantes); casa-almacén para la Hermandad Sindical, vivienda del médico y edificio social. En este caso también se conservan dibujos de José Borobio referentes a este diseño, por lo que debemos atribuir su autoría a este arquitecto. En este plano se recurre en todo momento a las calles de trazado curvo, dando al pueblo una planta irregular y de gran variedad perspectiva, rompiendo con la rigidez que constatamos en proyectos anteriores. El centro del pueblo lo ocupa la plaza del Caudillo (hoy de Aragón), en torno a la cual se articulan el resto de las manzanas. En ella se sitúan los edificios principales: la iglesia, en el centro, hacia el Norte, con los locales de Acción Católica y la casa rectoral a su lado. Ésta se une a las demás construcciones del lado Este, en forma semicircular; un conjunto porticado en su planta baja que incluye las viviendas del médico, de los maestros, del funcionario administrativo y el Ayuntamiento, que cierra la esquina Sur de la plaza con trazado cóncavo. El extremo Oeste de la plaza lo delimita la calle Mayor, que se cierra con viviendas de colonos dispuestas de forma pareada, y con un trazado curvo. En este lado comienza la calle del Sábado, que conecta la plaza con la ronda exterior, y cuya perspectiva visual culmina en la torre de la iglesia. Después, en el extremo Sur de la plaza se dispone el edificio social, en el ángulo de la calle Mayor con otra calle que rodearía la plaza en forma curva. Tras la iglesia, hacia el lado Noroeste, se ubica la escuela. De este modo, en torno a la plaza se sitúan las manzanas de las viviendas, abiertas a ella por calles longitudinales que se unen con las rondas exteriores.
(Planta del pueblo de Pilué, por el arquitecto José Borobio, hacia 1953) Finalmente fue Sabinar
El proyecto firmado por José Beltrán en diciembre de 1953 respetó esta disposición formulada por Borobio, introduciendo algunas modificaciones. En la plaza se dispone una vivienda de colono entre el edificio del Ayuntamiento y la casa del funcionario administrativo. Con ello se logra cerrar ligeramente este espacio, terminando en forma recta. Tras ella, en la calle de las Cinco Villas, se asientan dos tiendas. Por otro lado, en la calle Mayor, en su cruce con la del Sábado, se ubica la Hermandad Sindical
Después, en abril de 1954, José Beltrán formuló el proyecto del núcleo de El Bayo, que engloba 112 viviendas de colonos y 35 de obreros agrícolas (ampliable en una segunda fase hasta 200 de las primeras y 50 de las segundas); iglesia con vivienda para el sacerdote y locales de Acción Católica; Ayuntamiento con vivienda de funcionario administrativo; dos escuelas con dos viviendas de maestros; cinco viviendas de comerciantes; casa-almacén para la Hermandad Sindical, vivienda del médico y edificio social. Su planta, con un trazado tradicional diferente a los anteriores analizados, tiene un diseño rectangular y rigurosamente simétrico, a excepción de la ordenación interior de las dos manzanas situadas en el Norte, a ambos lados de la iglesia.
Plano y Rincon de la Plaza de El Bayo
La trama se genera a través de un paseo a modo de eje central Norte-Sur muy prominente, el cual sirve como entrada principal del pueblo al Sur y culmina en la iglesia, emplazada al Norte. Por su parte, la calle Caleros conforma un eje de menor sección, que atraviesa el primero en sentido Este-Oeste. En el punto donde ambos ejes se cruzan se encuentra la iglesia, y a su lado Oeste, la plaza Mayor, en la que se levantan los edificios comunitarios, estando toda su parte Norte y Oeste porticada. Al ser un terreno más elevado, fue necesario proyectar un muro de contención, con lo que se consigue dotar de horizontalidad a la plaza. El Ayuntamiento, al que se dota de un jardín en su fachada posterior, sirve de cierre en el extremo oeste de la plaza. A continuación, y en el lado Norte, se emplazan la vivienda del médico, la del empleado administrativo, el edificio social y la Hermandad Sindical, que se extiende hacia la calle del Cisne. Este conjunto se une a la iglesia mediante un arco. Además, para acceder al salón de cine del edificio social se dispone un patio descubierto. Al otro lado de la iglesia, en su lado este se sitúan las viviendas de maestros. El resto de calles que conforman la trama son paralelas a estos dos ejes.
En mayo de 1954, José Beltrán presentó el proyecto del pueblo de Pinsoro, que incluye 101 viviendas de colonos y 21 de obreros agrícolas (ampliable en una segunda fase hasta 200 de las primeras y 40 de las segundas); iglesia con vivienda para el sacerdote y locales de Acción Católica; Ayuntamiento con vivienda de funcionario administrativo y dos escuelas con dos viviendas de maestros; cinco viviendas de comerciantes (panadería, cantina, abacería y dos variables); casa-almacén para la Hermandad Sindical, vivienda del médico y edificio social. En este caso, de nuevo, se comprueba la existencia de un dibujo de José Borobio referente a este núcleo, cuyos planteamientos coinciden con el definitivo. Por ello, debemos advertir una colaboración conjunta de José Borobio con José Beltrán en la elaboración de este proyecto.
En este dibujo, José Borobio presenta una propuesta de planta irregular, articulada en torno a la plaza Mayor, que se ubica en el centro del núcleo. En ella se disponen los edificios principales, como la iglesia, que cierra la plaza por su lado Este; el Ayuntamiento, que se emplaza en el centro del lado Norte, flanqueado a ambos lados por las viviendas de maestros; y, en los extremos, dos de colonos, todo ello unido mediante pórticos en la planta baja. En el lado Sur se dispondría la vivienda del médico, estando compuestos el resto de sus frentes por viviendas de colonos. En su centro, además, se instalaría un espacio ajardinado. En el diseño de José Beltrán de mayo de 1954 se siguen, en gran medida, estos parámetros ahora comentados, aunque se constata una mayor regularidad en el trazado de las calles, atenuando las curvas del primer planteamiento y modificando el emplazamiento de algunos edificios. Así, el espacio principal del pueblo es su plaza Mayor, situada en el cruce de la calle del Caudillo con las del Moncayuelo y del Norte, que la limitan en sus extremos. En su parte Sur se crea un ensanchamiento a modo de jardín, definiendo este espacio. En la parte Oeste se sitúan el edificio social y la iglesia con la casa rectoral y los locales de Acción Católica. Esta edificación, y, en concreto, su torre, preside la plaza, y sirve como cierre perspectivo de la calle del Caudillo.
En su lado Sur se disponen cuatro viviendas de colonos, ocupando toda la vivienda el frente de la parcela hacia la plaza, dando como resultado una pequeña calle de carros en la parte posterior (que finalmente no se edificó de este modo). Enfrente, en el lado Norte, se acomoda en el centro el Ayuntamiento, con las viviendas de maestros flanqueando el edificio, y a ambos extremos dos viviendas de colonos, siendo todo el conjunto porticado. En el lado Este se sitúan la vivienda del empresario administrativo y la del médico con el consultorio, y ambas se unen por un arco, que cierra la plaza por la calle del Caudillo (hoy del Arco) y sirve, a su vez, para enfatizar la perspectiva de la torre de la iglesia.
Por último, en mayo de 1954, José Beltrán formuló el proyecto del pueblo de Valareña, que comprende 101 viviendas de colonos y 20 de obreros agrícolas (ampliable en una segunda fase hasta 200 de las primeras y 40 de las segundas); iglesia con vivienda para el sacerdote y locales de Acción Católica; Ayuntamiento con vivienda de funcionario administrativo, dos escuelas con dos viviendas de maestros; cinco viviendas de comerciantes (panadería, cantina, abacería, barbería y carnicería); casa-almacén para la Hermandad Sindical, vivienda del médico y edificio social. Sin embargo, como sucedió en El Sabinar y en Pinsoro, en el archivo de la familia Borobio se conserva un dibujo en el que José Borobio diseña el pueblo de La Valareña, cuyos planteamientos son similares al planteamiento definitivo.
Por ello, debemos atribuir la autoría de este proyecto a José Borobio, o, al menos, una estrecha colaboración con José Beltrán. En este dibujo de José Borobio se perfilan las ideas fundamentales que van a configurar el diseño de Valareña. La traza, de desarrollo longitudinal, se articula en torno a una calle central, que atraviesa el pueblo en dirección Este-Oeste. Ésta aparece cortada perpendicularmente por dos calles, y en sus cruces se crean dos plazas. Una, en el Oeste, donde se dispone la iglesia (cuya torre preside el espacio y es el cierre perspectivo de las dos calles principales), las dos viviendas de maestros y, en el otro lado de la plaza, la Hermandad Sindical. Tras la iglesia se sitúa además la escuela. La otra, en el Este, alberga el Ayuntamiento (que cierra visualmente la calle central), la vivienda del médico y el local social. Se establece, por tanto, una separación de poderes civil y religioso en dos espacios diferenciados conectados por una calle central. Esta disposición ya había sido aplicada, por ejemplo, en Ontinar de Salz.
Así, las calles longitudinales de las rondas exteriores presentan una ligera curvatura, mientras que las transversales son rectas, registrando un quiebro la que atraviesa la plaza de la Iglesia. El diseño de José Beltrán de mayo de 1954 sigue estas mismas premisas. El trazado es longitudinal, discurriendo la ronda exterior Sur (de las Boladas) paralela a la carretera existente. El pueblo está articulado, en sentido transversal, por el paseo del Caudillo (hoy de Aragón), que une las plazas Mayor (en el Este) y de la Iglesia (en el Oeste), comunicando con el exterior del pueblo a través de las calles de San Isidro y de la Mujer Muerta (hoy de San Miguel), respectivamente. La disposición es, por tanto, similar a la formulada por Borobio, pero en este caso se suprime una hilera de viviendas de la manzana Sur del paseo para darle a éste más amplitud y crear en el centro un espacio ajardinado, dando la sensación de ser los tres ámbitos una gran plaza. Este paseo se compone exclusivamente por viviendas de colonos. En la plaza Mayor se sitúan los edificios de Ayuntamiento, que está flanqueado por las viviendas del empleado administrativo y del médico; edificio social (con desarrollo hacia la calle de Valdespino) y viviendas de colonos. Es, por tanto, el espacio representativo del poder civil.
En la plaza de la Iglesia, se emplaza el templo (que sobresale en planta hacia el interior de la plaza) con la casa rectoral y los locales de Acción Católica, las dos viviendas de maestros, el conjunto de la Hermandad Sindical (con acceso desde la calle de Medio Mundo), y dos viviendas de colonos. La torre de la iglesia se posiciona a su vez como cierre visual del paseo del Caudillo y de la calle de Medio Mundo, con una disposición que nos recuerda a la del pueblo de Santa Anastasia.
Conclusiones
En resumen, hay que señalar que, en los núcleos programados por el INC en la zona de las Bardenas-Ejea, se constata una estrecha colaboración entre los arquitectos José Borobio, profesional encargado de la Delegación del Ebro, y José Beltrán, que fue quien firmó los proyectos. En lo referente a sus plazas, se advierten diferentes planteamientos: por un lado, en el pueblo de Valareña, y en el proyecto inicial de Santa Anastasia, se aprecia una separación clara de los poderes civiles y religiosos en dos centros diferentes. Por otro lado, en Bardena del Caudillo, Santa Anastasia, El Sabinar, El Bayo y Pinsoro comparten el mismo espacio. Además, en su mayoría se prescindió de los edificios de comercio en la composición de sus plazas mayores (a excepción de Bardena), dado que estos inmuebles debían de ser levantados por la iniciativa privada, lo que demoraba, por lo general, su construcción. Asimismo, en Pinsoro, los edificios públicos aparecen diseminados por toda la trama urbana.
En definitiva, con el estudio de las plazas mayores de los pueblos de colonización de la zona de las Bardenas-Ejea (Zaragoza) nos hemos aproximado al planteamiento urbanístico con el que se programaron los espacios de poder en estos núcleos, que constituyen un reflejo del urbanismo desarrollado en los años cincuenta en nuestro país.
José María Alagón Laste
San Jorge (Huesca)
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