He pasado por la carretera cerca del castillo de Santia, cuando unas rachas de cierzo amenazaban la estabilidad de los vehículos en ella. Obsesionado con el peligro que estos vendavales acechan al viejo torreón, he seguido mirando de reojo su silueta y pienso que su rectitud tiene los días contados.
Recuerdo el reportaje, muy completo, que hizo de él mi amigo Manuel Valle Molero, *Ver* pero en estos momentos yo no me atrevo a llegar hasta el Torreón que amenaza derrumbe.
A estas alturas, no es de esperar un milagro que detenga esta muerte anunciada.
Hoy ni la cigüeña se fía de permanecer en él.
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