He tenido la suerte de acercar a mi blog a Carlos Mendi. Fotografiarlo en compañía de buenos amigos comunes de los dos e insertar algunos de sus escritos como FIRMA INVITADA, de los que con frecuencia recibo.
Recientemente ha celebrado sus cincuenta años de sacerdocio y, enterado de ello, lo he felicitado por correo electrónico, que es como mejor nos comunicamos los mayores, desde un ordenador. Le pido me comente ese acto, que tuvo que ser emotivo entre otros compañeros, curas ya mayores que han desgranado su vida, tras una dedicación de cincuenta años al servicio de las parroquias de los pueblos. Otros más jóvenes, con veinticico años de sacerdocio y con la inestimable compañía de un amigo de Ejea, que ha llegado a ser Obispo.
Pero Carlos, que todo lo ha rodeado de sencillez en la vida, lo cuenta con esa misma naturalidad de siempre, agradeciendo al Señor los dones que en la vida le ha otorgado para cumplir su misión sacerdotal.
Amigo Carlos, conscientes de tu buen hacer por donde quiera que has pasado, al cumplir esos Cincuenta años de Sacerdocio, te felicitamos con todo cariño y afecto. Amigos de Ejea.
CELEBRACIÓN DE MIS CINCUENTA AÑOS DE SACERDOCIO
Soy Carlos Mendi. Nací en Malpica de Arba (provincia de Zaragoza) el día 24 de marzo de 1942. A los 11 años ingresé en el seminario de Jaca en el que cursé cinco años de humanidades clásicas, tres cursos de filosofía y uno de teología. Pasé al seminario de Zaragoza y allí estudié tres cursos de teología. Todavía hice otro curso de teología en el Real Seminario de San Carlos de Zaragoza después de haberme ordenado de sacerdote, cosa que tuvo lugar el día 16 de julio, fiesta de Nuestra Señora, la Virgen del Carmen, del año 1967 en la bellísima iglesia barroca del Real Seminario de san Carlos de Zaragoza. Me ordenó el arzobispo don Pedro Cantero junto a doce compañeros más.
Canté la primera misa en Valareña el día 23 de ese mismo mes de julio. Mi cantemisa fue un acontecimiento muy popular, pues fui el primer sacerdote secular que salió de ese pueblo de Colonización. Más tarde salieron dos sacerdotes regulares en otros pueblos: uno en Pinsoro y otro en El Sabinar.
El día 8 de junio de este año 2017, fiesta de nuestro Señor Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, celebré con otros compañeros, curas seculares y regulares, las bodas de oro. También celebraron otros sacerdotes más jóvenes sus bodas sacerdotales de plata, o sea, sus 25 años de sacerdocio.
La celebración tuvo tres actos: el primero fue una conferencia impartida en la Casa de la Iglesia, a la que no pude acudir por limitaciones personales; la segunda fue la celebración de una misa de acción de gracias al Señor en altar mayor de la basílica de Nuestra Señora del Pilar en la que estuve presente y concelebrando sentado en una silla de ruedas.
La misa la presidió don Vicente, arzobispo de Zaragoza. Con él concelebraron tres obispos, entre los que estaba mi gran amigo ejeano Ángel Pérez Pueyo y todos los sacerdotes que celebraban sus bodas de oro y de plata sacerdotales. Al terminar la misa, todos los sacerdotes, uno por uno, subieron a besar la imagen de la Virgen del Pilar. Yo no subí, pero me trajeron un manto precioso para besarlo.
Y la tercera fue una comida de hermandad sacerdotal que tuvo lugar en la sala del palacio episcopal en la que están los cuadros que representan a todos los obispos o arzobispos que han pasado por la diócesis de Zaragoza, incluido el último: don Vicente Jiménez. Al final, hubo entrega de regalos a los homenajeados.
Terminado todo, a mí me llevó en la silla de ruedas a San Carlos, con gran orgullo y cariño, un diácono que va para sacerdote nacido en Used, que fue el primer pueblo en el que ejercí mi ministerio sacerdotal. Estuvo casado con una ejeana ya fallecida que se llamaba Faustina. Él se llama José Manuel Camacho.
Para mí, esta celebración fue un gozo muy grande, pues tuve una ocasión más para darle gracias a Dios por el don del sacerdocio que me concedió, porque con su ayuda fui fiel a los compromisos que adopté y porque puedo decir con san Pablo lo que, al final de su vida, le dijo a un gran colaborador suyo: “”Bonum certamen certavi, fidem servavi, cursum consummavi”; o sea, “he combatido bien mi combate, he conservado la fe y he llegado ya al final de mi carrera”.
Mi actividad sacerdotal la he realizado de la siguiente manera: dos años y cuatro meses en Used y Torralba de los Frailes, pueblos cercanos a la laguna de Gallocanta; también atendí al mismo tiempo durante unos meses las parroquias de Val de San Martin, Orcajo y Valconchán (zona de Daroca); diecinueve años menos un mes en Rivas, barrio de Ejea de los Caballeros y a la vez colaborando en las parroquias de los pueblos de Colonización; durante casi un año, y al mismo tiempo, fui encargado de la parroquia de Bardena; durante varios años, a la vez que atendía la parroquia de Rivas, atendí la parroquia de Farasdués perteneciente a la diócesis de Jaca; veintitrés años fui vicario parroquial de las parroquias de Ejea de los Caballeros, de Rivas y de Castejón de Valdejasa. Y desde enero del año 1978 hasta el 24 de marzo del año 2005 fui profesor de Religión y de Moral Católica en el Instituto ·Reyes Católicos· de Ejea de los Caballeros.
¡Gracias Señor por tantos favores recibidos!
2 comentarios
Enhorabuena, Carlos. Gracias por los años que hemos compartido juntos en nuestra parroquia de Ejea. Cuídate y goza de tu jubilación, que tienes bien merecida.
Y enhorabuena, José Ramón, por acercarnos a personas y lugares que nos son gratos a múchísima gente.
Mi enhorabuena a Carlos por sus bodas de oro. Buen sacerdote, muy buena persona y muy buen amigo. Desde aquí le deseo una pronta recuperación y le envío un fuerte abrazo.