Arrancó en el mes de Noviembre pasado, 2008, *Recordar* esta actividad para personas mayores, que tuvieran el deseo de asistir a una serie de cursos, sobre distintas materias, impartidos por destacados profesores de la Universidad de Zaragoza, intercalando *conferencias* y talleres participativos, sobre el modo de vida en nuestro pueblo, educación, trabajos y oficios ya perdidos, fiestas y diversiones, etc, en épocas concretas de nuestra historia, hace unos cincuenta años.
Los temas son apasionantes para las personas que los hemos vivido desde muy distinta perspectiva, rememorando en el grupo aquellos detalles, que lógicamente, van quedando en el olvido, y gracias a estos encuentros, es posible, queden editados los más representativos, como la época del extraperlo y el racionamiento, los paseos por la Mediavilla y «calle Guesca», las muchas sesiones de cine en el Imperio o El Goya, después de ver la censura con sus colores azul, rosa o rojo en la entrada de la iglesia, las veladas de Lucha libre, o las representaciones teatrales y actividades culturales entre otros temas.
Ayer visitando el Blog de Antón Castro, leí el nombre de *Pío Fernández Cueto*, con unos versos de Vicente Aleixandre dedicados a él, *ver* y aunque su nombre no apareciera en carteleras, y popularmente en nuestro pueblo no fuera muy conocido , actuó en dos ocasiones en Ejea de los Caballeros, en los años cincuenta y pocos, una de ellas en el Salón del Casino, en el Paseo del Muro.
Era un señor alto, enjuto; no sé porqué razón, D. Gerardo García Lesaga, secretario del Ayuntamiento, me encargó le acompañara a visitar las iglesias, y finalmente en la del Salvador, sentados en un banco, me hablo de los muchos poetas que conocía y las muchas poesías que recitaba y, allí mismo, en la iglesia sola y fresca, (estábamos en verano), yo solo como único espectador, recitó una poesía, sobre una serpiente que se movía sobre la hierba… Que llegaba…
¡Pero cómo lo decía, cómo movía las manos y su cuerpo!
Sentí que la culebra estaba estaba allí mismo…
Hoy lo comentaba esto mismo con el grupo, y Javier Dehesa, no solo conocía aquellas actuaciones de Pío Fernández Cueto, sino que recordaba, que en una de sus representaciones en Ejea, mostraba sentirse tan mal, que al punto de desplomarse, brincaron al escenario para apoyarle, D. Fernando Riera, era notario, y su padre, D. José Mº Dehesa, que era médico. El chasco fue tremendo, al verse molestado D. Pío, en plena actuación con su moribundo papel.
Aquí, no se a quien agradecer la idea de recordar aquel singular artista recitador, como a él le gustaba lo llamaran, que recorrió ciudades y pueblos, sin dejar atrás Las Cinco Villas.
A Pío Muriedas le desagrada que le llamen rapsoda, porque «soy un actor de teatro o, como decía Valle Inclán, un recitante». Rapsoda, actor o recitante, pero también pintor y escritor aunque con desigual fortuna, con más de cinco mil recitales a sus espaldas.
Se inició con los grupos itinerantes que proliferaron en los años treinta, pero pronto decidió que lo que «me gustaba era la independencia y la libertad», dedicándose, desde entonces, a ofrecer representaciones en solitario «por que en el arte no me gustan las cosas colectivas». Individualista convencido, recorrió todo el país y hasta los más alejados pueblos de Cantabria, representado e interpretando textos que van desde Shakespeare hasta Blas de Otero, pasando por San Juan de la Cruz, tres de sus autores preferidos.–
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