Antonio Acín Valenzuela
Santa Orosia en Sádaba y en varias localidades de Cinco Villas
Solo meras conjeturas se pueden aventurar para explicar las razones por las que Santa Orosia, patrona de Jaca y de la diócesis, ha contado desde tiempos inmemoriales con una profunda devoción en Sádaba, localidad que hasta finales del siglo XVIII pertenecía a la diócesis de Pamplona.
Si bien es cierto que en esta comarca de las Cinco Villas de Aragón hay testimonios de la devoción a Santa Orosia en Farasdués, Uncastillo, Sos,Urriés, Puendeluna, seguramente Sádaba y Farasdués se lleven “la palma”, y nunca mejor dicho.
El primer documento escrito sobre la afección de Sádaba a Santa Orosia figura en el año 1536, según escribe el obispo de Jaca, Antolín López Peláez en “Sadaba y su Cristo”, en el que menciona un voto a Santa Orosia. Habiendo publicado el obispo Bernardo Sandoval y Rojas, titular de Pamplona, una Constitución por la que prohibía a los pueblos votar nuevas fiestas sin permiso del prelado diocesano, el Concejo de Sádaba solicitó licencia -escribe el obispo de Jaca- para renovar el voto con que desde tiempo inmemorial se había obligado a guardar como festivo el día de Santa Orosia. Una vez alcanzada la gracia solicitada por decreto de 28 de marzo del antedicho año, “la alegría del pueblo se manifestó con muestras tales como si se hubiera conseguido el mayor triunfo”. A partir de entonces, el 25 de junio volvía a ser festivo en Sádaba y se hacía procesión con la santa por las calles de la villa.
Ténganse en cuenta dos circunstancia no pequeñas: que por aquel año, la iglesia de Sádaba no estaba concluida, ya que su consagración se realizó el 2 de enero de 1549, por lo que hay que pensar que la devoción de Sádaba a Santa Orosia se llevaba a cabo en la antigua iglesia que, como el resto del pueblo, estaba próxima a los alrededores del castillo, en una ubicación hoy en día poco determinada; y que Sádaba en aquellos tiempos pertenecía, como el resto de los pueblos de la Valdonsella, a la diócesis de Pamplona hasta 1785.
El hecho de que Sádaba diste 100 kilómetros de Jaca, pese a la dependencia del obispado de Pamplona, nos puede aportar ya una primer indicio del por qué la profunda devoción de Sádaba a Santa Orosia. Pero eso, ni mucho menos, explica la razón. La fama de que era una santa “llovedora” (el P. Huesca en “Teatro Histórico de la Iglesia de Aragón” dice que cuando el cuerpo de la santa, que murió hacia el 870 fue traslado a la catedral de Jaca en 1072 reinando Pedro I, “llovió copiosamente”. Sádaba, como pueblo eminentemente agrícola y con escasos recursos hídricos, necesitaba una intercesora a quien solicitarle agua y lluvia para los campos. Por otro lado, se la tenía como protectora de las enfermedades mentales: Una y otra pudieran ser razones para explicar la devoción de Sádaba a Santa Orosia. Pero añado algunas hipótesis más: la existencia desde 1150 de dos conventos Puylampa y Cambrón asentados en Sádaba, que procedían el primero de Somport-Canfranc y el segundo, de Iguacel, en el Valle de la Garcipollera, casualmente, próximos en origen y próximos físicamente en el destino en Sádaba. La proximidad a Jaca de ambos monasterios pirenáicos y su traslado a zona llana de las Cinco Villas hacia 1200, con toda lógica, ambas órdenes traerían la devoción a la santa, de la que eran “vecinos”. Una última explicación de esta afección de Sádaba a Santa Orosia es que, según se recoge en la revista “Amigos del Serrablo”, que firma Santiago Broto Aparicio, “del tronco principal de los Abarca, Barones de Gavín –de los que hay constancia desde los siglos XI-XII- mediante enlaces, se fueron desgajando varias ramas, como la de Jaca, que señoreó Navasa y diversos lugares de la Garcipollera (Acín, Bergosa y Larrosa), luego afincados en Sádaba, de los que Sancho Abarca de Herrera obtuvo el título el Conde de Larrosa”. Carlos II concedió este título al citado Sancho Abarca de Herrera, natural de Jaca, noble del reino de Aragón, notable escritor y mayordomo de Don Juan de Austria en 1680.
A pesar de las leguas que de Jaca dista la villa de Sádaba, eran frecuentes y numerosas las peregrinaciones para visitar el cuerpo de la Santa cuando hacía falta obtener por su intercesión algún extraordinario beneficio del cielo, yendo gran parte del camino descalzos y citándose el caso de Pedro de Aguirre quien anduvo con los pies desnudos los cuatro días de ida y otros tantos de vuelta que le costó el viaje -según recoge el P. Huesca y reproduce don Antolín López Peláez. Con motivo de una de estas romerías después de la cual cayó abundante la lluvia que tanto se necesitaba, la villa compró una lámpara para el sepulcro de Santa Eurosia, comprometiéndose a dar 60 reales de plata cada año para el aceite a fin de que estuviera siempre encendida. En atención a esta piedad, cuando en 1680 el clero, el Ayuntamiento y un vecino de cada casa, en número de 72 personas, fueron en procesión de rogativas, se regaló para su iglesia parroquial uno de los mantos de la urna, el que se hallaba más próximo al sagrado cuerpo, y acordó el Cabildo Catedral el salir a esperar a los comisionados “con las demostraciones de honor y estimaciones que se debían a su gran devoción”, se los recibió en la puerta de la muralla, dicha de los Baños y se concedió que tuvieran procesión al día siguiente con la urna de las santas reliquias, gracia verdaderamente extraordinaria.
El Ayuntamiento de Sádaba no siempre fue muy puntual en pagar los 7 escudos y medio anuales para el mantenimiento de la lámpara de Santa Orosia. Se cuentan hasta 5 veces en que el Cabildo hubo de llamar la atención del Ayuntamiento para que cumpliera lo acordado sobre el mantenimiento vivo de la lámpara. Se extinguió cuando la Orden del Real Consejo, ya con los reyes de la Casa de Borbón, se suprimió éste entre los gastos municipales.
Reliquias de la Santa
Siendo tan grande la devoción de la villa a la patrona de Jaca, se le hizo el gran regalo de una muela que de la cabeza de la Santa, conservada en Yebra de Basa en cuyo término padeció el martirio. La extrajo el obispo Fray Malaquías de Asso, que fue monje Cisterciense y abad del monasterio de la Orden en Rueda, después obispo auxiliar de Zaragoza y, por fin, quinto obispo de Jaca (1594-1606), sucesor de Pedro del Frago, Gaspar Juan de la Figuera, Pedro de Aragón y Diego Monreal y antecesor por línea familiar del naturalista, jurista e historiador, Ignacio Jordán de Asso, prolífico escritor e investigador.
Hacía algún tiempo que el obispo Malaquías había extraído la muela que siempre llevaba en una bolsita colgada al cuello. Estando para morir, cuenta el P. Huesca, la entregó a su amigo y familiar Pedro Ampiés, presbítero y racionero de la catedral de Jaca a quien mucho antes había confiado sus deseos de tener reliquia de Santa Orosia, y la ocasión y medio de que se había valido para conseguirla. Don Pedro Ampiés la recibió de manos de dicho prelado cerrada en la bolsita con esta inscripción: “Esta muela es de Santa Orosia”. La tuvo y poseyó algunos años y, a fin de perpetuar el culto de tan preciosa reliquia, la dio a la villa y vecinos de Sádaba, movido de la gran devoción que tenían a la santa, el día 9 de junio de 1614 con la condición de que se depositase y guardase en el convento de religiosos calzados de Nuestra Señora del Carmen de dicha Villa. La identidad de esta reliquia se declaró por decreto del Oficial Eclesiástico de la Valdonsella, Miguel Marco, el 21 de mayo de 1620. No es extraño que la donación no fuera únicamente iniciativa del familiar, tal como refleja el P. Huesca en su “Teatro de la Iglesia de Aragón”, sino del propio Obispo Asso quien en el momento de la entrega de la reliquia le solicitara que más tarde la hiciera llegar al convento de Carmelitas de Sádaba. Dicha reliquia se conservó en la sacristía del convento del Carmen en un armario que cerraban dos llaves. Todos los años, el 25 de junio se llevaba por las calles de la villa en procesión general y se celebraba la misa de la Santa con gran solemnidad, alternativamente, un año en el Convento y otro, en la parroquia.
Que sepa, no existe documento que justifique las razones por las que hizo tan preciada donación a los frailes de Sádaba, que habían llegado de Sangüesa (Navarra) en 1603. Es cierto que en el banco del retablo del Ecce Homo que hay en la iglesia parroquial procedente del Convento del Carmen figura la imagen de Santa Eurosia, en el centro de las también mártires, Santa Juliana y Santa Catalina. En el mismo banco aparecen también imágenes de otros dos martirios, el del Salvador y el de San Lorenzo.
Dos razones sugiero de la relación del obispo Asso con Sádaba: cuando las monjas cistercienses de Cambrón, según una de los preceptos del Concilio de Trento, se trasladaron al Convento de Santa Lucía de Zaragoza, el convento de Rueda adquirió la propiedad, por lo que no es descartable que Fray Malaquías en su periodo de abadiato lo visitase, sobreviniendo de entonces su afecto a Sádaba en cuyo término se halla el citado convento de Cambrón, aunque hoy en día se halle en avanzada ruina. Además de que dada su condición de monje en origen, parece lógico que ese objeto tan querido para él fuera a parar al único convento de frailes, los Carmelitas, que había en ese momento en Sádaba.
Cerrado y vendido el Convento por los desamortizadores, la reliquia se trasladó a la parroquia donde ya figuraba el manto de la urna donde está el cuerpo de la santa. Cuando fue robada la iglesia parroquial la noche del 16 al 17 de marzo de 1892, entre otros objetos que desaparecieron, fueron el relicario y el manto de Santa Orosia, además de una valiosa lámpara de plata, cruz parroquial de mucho mérito por su antigüedad y arte, varios cálices, un copón, el hisopo, caldero y plato de vinajeras de plata fina, etc.
Pero aparte de la extracción de Fray Malaquías, no fue la única vez que el cuerpo de la santa fue mutilado para obtener reliquias que extendieran y multiplicaran la devoción hacia Santa Orosia. Según escribe el P. Huesca, en 1500, don Juan de Aragón, obispo de Jaca, cortó de la cabeza con un cuchillo un pedazo de carne y piel con los cabellos correspondientes y luego, a la vista de los presentes, corrió de la herida sangre fresca con tanta abundancia que bañó el cuchillo y los dedos del obispo quien la recogió y empapó con unos algodones. De regreso con la reliquia en un día raso, se formó una nube que descargó piedras sobre el obispo y acompañantes sin dañar a campos y regresando, devolvió reliquia y el cielo se paró. De otra parte, en 1798 se extrajo una porción de carne y piel de una de las canillas para ponerla en relicario de la santa en la misma catedral, 66 años después de cambiarse el cuerpo de la urna antigua a la actual.
También en las Cinco Villas
Como señalé anteriormente, no solo en Sádaba existe una viva devoción a Santa Orosia; también la hay en varios pueblos de las Cinco Villas.
En Faradués, barrio de Ejea de los Caballeros, hay una ermita dedicada a Santa Orosia, a un kilómetro del casco urbano. Es de planta rectangular con arcos de medio punto y el arco de la cabecera sirve para conformar el retablo que preside la escultura de Santa Orosia, con la corona real, con el cetro en la mano derecha, y en la izquierda, la palma del martirio. Está rodeada de las imágenes de San Antonio de Padua, patrón del pueblo, y San José con el Niño. La fiesta de la Santa tiene lugar en la ermita, donde se acude en romería, el primer sábado del mes de junio.
En el interesantísimo Blog “cincovillas.com” de Pepe Ramón Gaspar en de Ejea de los Caballeros, se publicó hace tiempo un reportaje sobre el escultor de Farandués, Benjamín Iriarte, que presenta, entre otras muchas obras, a Santa Orosia tallada en piedra, inspirada en la escultura de la ermita.
En Uncastillo, en la ermita de la Virgen de San Cristóbal, frente a la puerta de entrada, hay un retablo barroco con un cuadro de grandes dimensiones con la imagen, algo deteriorada, de Santa Orosia, posiblemente del siglo XVIII.
En Sos, en un retablo de la Virgen del Pilar, de estilo barroco del siglo XVIII hay una escultura de Santa Orosia junto a los relieves de los Santos Padres, figurando en el ático, san Antonio Abad. Otro tanto ocurre en Urriés, según me cuenta el párroco de Sos, don Máximo Garcés, donde figura Santa Orosia en un retablo dedicado a San Ramón Nonato.
En Castiliscar, en lo que queda de un retablo renacentista que antes estuvo en el lado de la epístola frente al altar donde desde antiguo estaba el sarcófago tardo romano que ahora sirve de altar principal, figura una inscripción “Santa Orosia”, pese a que apenas se aprecia la pintura de la mártir.
Incógnitas
Volvamos, antes de terminar, a Sádaba. Numerosas incógnitas quedan sin resolver referidas a la intensa devoción a Santa Orosia.
Aun cuando he aventurado una serie de conjeturas que pueden, de algún modo, justificar la devoción de Sádaba a Santa Orosia, lo cierto es que no tenemos pruebas documentales de ello.
Tampoco se sabe a ciencia cierta el por qué existía esa relación afectiva especial entre santa Orosia y la orden carmelitana, en concreto, con el convento del Carmen de Sádaba hasta el punto de que el obispo Malaquías Asso, antiguo monje cisterciense, en su lecho de muerte se quitó la bolsa que llevaba siempre colgada al cuello con la muela de santa Orosia y en su lecho de muerte pidiera se entregara a ese convento.
Me quedo sin saber cuál sería, desde antes de 1500 la imagen de la santa que se procesionara por las calles de la Villa antes de que se recibiera la reliquia de la Santa. Una vez robada ésta, se adquirió la imagen actual, de comienzos del siglo XX, con mínimo valor artístico, que se conserva en la capilla de la Casa Parroquial.
Por fin, procede cotejar cuál de las lámparas colgadas en el presbiterio de la catedral de Jaca corresponde a la que regaló el pueblo de Sádaba a Santa Orosia.
Tal vez, la documentación de Sádaba que obra en el Archivo Diocesano en Jaca pudiera dar respuesta a alguna de éstas y otras preguntas.
Antonio Acín Valenzuela *Ver biografía*
(Artículo recientemente publicado en la Revista “O Zoque” de la Asociación Cultural Ballibasa y Sobrepuerto”, junio 2019)
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