Uniendo los cabos torsionados para terminar «La soga»
A la derecha con la máquina Antonio Arnal
(Foto cedida por Jesús Arnal)
Así quedaba la soga tras unir por torsión las cuerdas de hilo sisal
(De la planta: *agave sisalana*)
Una vez terminada la recolección de los cereales, y teníamos recogidas las cuerdas que las segadoras-atadoras habían atado los fajetes de mies, era el momento de disponer de ellas para elaborar las sogas, con las cuales se ataban las cargas en los carros y galeras de mieses , sacos de trigo, leñas, etc.; tirantes para los enganches de las mulas, y en las obras, para montar andamios y subir las cargas mediante poleas o carruchas a las alturas deseadas.
¡Cuantas sabanadas de paja se subían mediante las carruchas y un burro o mula tranquila tirando de la soga, hasta elevar el paquete a las altas ventanas del pajar!
También se elaboraban cordeles, más delgados para infinidad de usos.
Pocas eran las personas que se dedicaban a esta actividad en nuestra comarca, y en Ejea de los Caballeros, solo recuerdo a Antonio Arnal, más conocido como «El soguero», quien siguió con esta profesión hasta su jubilación, y nadie ha seguido haciendo Sogas.
La verdad, que el trabajo era duro, para eliminar los nudos y, mediante raspados y remojados dejar sueltos los hilos del sisal, para unir fácilmente las cuerdas mediante torsión de una pequeña máquina con un conjunto de engranajes, que era movida con una manivela manualmente.
Muchas veces hemos oído la expresión: «Ir p’atrás como el soguero». porque precisamente, hacia atrás, mirando a la máquina y la labor hecha, tiene que ir el soguero enlazando cuerda tras cuerda, toda la largura que tendrá la soga terminada. Y así, tantas veces como cabos tendrá la cuerda. A partir de aquí, irá hacia adelante uniendo todos ellos, como se ve en la foto adjunta.
La fotografía que me ha facilitado Jesús, uno de sus hijos, está realizada donde ahora está la Estación de Autobuses de Ejea, y en su momento, era el Matadero Municipal, del cual son las paredes que tienen al fondo.
Para la elaboración de estas sogas, acudían los agricultores con los manojos de cuerdas, incluso de otros pueblos, desplazándose a alguno de ellos el soguero cuando existía mucha demanda.
Hoy, como tantos oficios relacionados con la agricultura, el oficio de soguero desapareció de nuestros pueblos, y con él, aquel hombre campechano y amable, del que guardo gratos recuerdos al margen de su actividad, pues cantaba divinamente La Jota, y tuve la suerte de escribirle, para ocasiones y celebraciones puntuales en nuestra villa, varias de aquellas Jotas que enaltecía con sus estilos.
Tengo la ocasión de recordarlo, y me llena de satisfacción hacerlo.
3 comentarios
Gracias Celia por tu comentario. El recuerdo de tu abuelo en esa fotografía, también me obliga a recordarlo al margen de su actividad profesional, tenía una voz preciosa, cantaba en el «Orfeón Exea» y como solista, cantó en diferentes actividades culturales en Ejea.
El otro que sale en la foto superior es mi abuelo, Domingo Lamelas, nacido en Ejea de los Caballeros. Hijo de un afilador gallego que llegó con su rueda de afilar hasta el pueblo.
Mi abuelo se dedicaba a las dos cosas, a afilar y a hacer soga por las Cinco Villas.
Recuerdo, recién llegados a Santa Anastasia en 1960, ver a Mariano Clemente «Cariperro», hacer sogas en el corral de su casa en la calle de La Torre, cuándo íbamos a la escuela nos quedábamos mirando, las vueltas y vueltas que daba aquel Señor a la manivela.
LLegó al Pueblo con su esposa Consola y su hija Mª Carmen, a los pocos meses nació su hijo Mariano.
Mariano y Consola fallecieron, pero algunos de sus hijos residen en Ejea.
Sirvan estas cortas líneas como recuerdo del sogero de Santa y por supuesto al de Ejea, que además nos unen lazos familiares.