Si en un monte con escasa vegetación, rodeado de campos de cultivos y almendros, encuentras una cruz de hierro clavada en un pequeño pedestal y a su lado, una maltrecha basa de piedras mal unidas y grandes bloques pétreos en diferentes posiciones, te obligas a conocer unas historias cargadas de surrealismo.
Desconocemos las fechas concretas, que aquí, a unos 3 ó 4 km. de Sierra de Luna, hacia el sur, en siglo XVIII se instaló la que fue llamada Cruz de San Pedro sobre la basa existente, que anteriormente había tenido otra Cruz o monolito dedicado a este Santo. Posteriormente, ya en los años 1960-80, al ver destruido buena parte de este conjunto, se colocó la cruz de hierro que destaca en el paisaje para recordarlo.
Durante muchos años fueron los devotos de Sierra de Luna a suplicarle al santo, sobre todo, la lluvia que necesitaban sus sembrados y olivares, y hasta allí llevaban su imagen sobre sus hombros para que fuese más eficaz su ruego. Pero un año, el santo se excedió tanto atendiendo aquella súplica, que los sierraluneros no pudieron volver al pueblo con el santo a cuestas, porque habían quedado calados de agua tormentosa hasta los huesos. Allí sobre la basa de piedrás lo dejaron en su peana, y no recuerdan los días que tardaron a buscarlo.
Lo cierto es que han pasado muchos años para volver celebrar aquella romería, que la siguen celebrando, pero llevando a San Pedro, tan solo en el corazón de cada uno de sus devotos. Una Cruz más que recopila el libro «Cruces, Cruceros y Peirones en las Cinco Villas de Aragón».
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