Fantásticos sillares clavados en el monte
formaron redondez alzándose hacia el cielo,
oteando los llanos y las vales de Luna,
despechando los cierzos cual valiente guerrero.
Déjame que te sueñe, como Torre vigía
entre los romerales que te inundan de aromas,
contemplando tu villa, que atesoró grandezas
de romanos y moros en varellos y lomas.
Con la mirada al norte, seguro que cumpliste
la misión de guardián en cristianas contiendas
ante “Monte Mayor”, con su regio castillo
que iluminó la luna en las noches medievas.
Las guerras mitigaron su expansión y grandeza.
Y en momentos de paz, de sosiego y de calma,
no quisieron que fueras recuerdo de mil guerras;
cambiaron tus designios y cambiaron la espada
por pacíficas aspas, movidas por el viento.
-Hacer del trigo harina sería tu destino-.
¡Qué hermosa tu misión, olvidando las luchas
y poderte cantar, llamándote Molino!
¡Hoy escucho guitarras y el ritmo del Bolero
exaltando a tu villa, a Luna, pueblo esbelto,
cantándole a tu Virgen, al Puente de Monlora
y a tí, hermoso torreón: El Molino de Viento!
Habrás sido bastión y torre vigilante,
te habrán hecho molino, real o de leyenda.
No importa, tu esbeltez y belleza
recordarán mis versos, y estos serán mi ofrenda.
José Ramón Gaspar
30-10-2011
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