No hace muchos días me hacía eco del trabajo, que en la revista Románico, realizaban sobre la villa de Uncastillo. Y otra vez, esta monumental población de las Cinco Villas aparece en otra importante publicación, esta vez en la revista Arteguías y hablando de un castillo y una ermita abandonada, que hace tiempo visité.*recordar*.
Como el tema es importante y bien descrito, lo copio tal como lo ha escrito José Manuel Tomé, refiriéndose al castillo, aunque desarrolla más ampliamente la ermita y otras construcciones que se hallan en su entorno.
Adscrito al término municipal de la monumental villa de Uncastillo, para acceder a Sibirana es preciso tomar la carretera que, atravesando la citada localidad, comunica Sádaba con Luesia. Pocos cientos de metros de llegar a ésta última población, parte en dirección norte un bacheado pero asfaltado ramal hacia la izquierda que, remontando al río Arba de Luesia, conduce convertido ya en camino carretero hacia los restos del llamado Corral del Calvo y desemboca en el adyacente Valle de Onsella.
Poco antes de que el maltrecho asfalto desaparezca definitivamente, a la altura del espectacular enclave natural conocido como Pozo Pigalo, parte hacia la izquierda una nueva bifurcación acotada al paso de vehículos por una cadena que, en breve trecho, nos conducirá a los restos de Sibirana, presididos por la espectacular silueta de su castillo.
Condideraciones históricas
Los orígenes de este despoblado medieval son del todo inciertos, existiendo quien incluso lo identifica con el remoto topónimo Castrum Silbanianus, plaza muy disputada a finales del siglo IX por la poderosa familia muladí Banu Qasi y la corona Navarra hasta que, en la segunda década de la décima centuria, concretamente en el año 921, pasaría definitivamente a poder de Sancho Garcés I de Navarra.
Sin embargo, para encontrar las primeras referencias documentales contrastadas que citen a Sibirana como tal, hay que esperar a los años 1063 y 1086, fechas en las que aparece mencionado en sendos documentos relacionados con la reina Felicia de Roucy, segunda esposa del monarca aragonés Sancho Ramírez.
A principios del siglo XII, concretamente en el contexto de la carta puebla que Alfonso I el Batallador extiende a la villa de Luesia, volvemos a encontrar una mención a las tierras de Sibirana, las cuales, durante la segunda mitad del propio siglo XII, constan bajo la tenencia del noble Pedro López de Luna.
Cabe suponer que Sibirana nacería como una fortaleza defensiva para el control estratégico de las vías que comunicaban los importantes centros de Uncastillo, Luesia, Sos y el Valle de Onsella. Probablemente a partir de la mencionada carta puebla promulgada por el rey Batallador a principios del siglo XII, se desarrollaría al amparo del castillo un pequeño hábitat rural conformado principalmente por las familias de las guarniciones y los campesinos que trabajaban las tierras de labor adyacentes.
A partir del siglo XIII, se pierde cualquier pista sobre el destino vital de Sibirana, siendo más que probable que, en un momento indeterminado de la Baja Edad Media, el pequeño caserío quedase deshabitado, pasando a ser su fortaleza una torre más dentro del importante cinturón fortificado que caracteriza la comarca de las Cinco Villas, donde extraña es la localidad que, entre su patrimonio monumental, no se incluye un castillo
Es de agradecer que en este tipo de publicaciones, se den a conocer los vestigios de nuestra historia, que nos despiertan la inquietud de seguir trabajando para que no se pierdan entre las ruinas y el olvido.
1 comentario
ALBERTO CELMA ha escrito el siguiente comentario:
Qué bueno tu blog, de lo mejorcico. Que necesaria es la gente que esta orgullosa
de lo suyo.
Por cierto, cuando quieras hacemos uno o dos o tres programas de radio, estaria
genial y hablamos de lo que se te ocurra.
un saludo