(Pulsar y agrandar)
Con escuetas palabras abre su blog un buen amigo mío y de la fauna y la flora, y dice así:
Estamos de enhorabuena. Por fin a vuelto la cordura y rehacen las leyes. Nuestras pobres carroñeras podrán comer y los ganaderos se ahorraran miles de euros en las recogidas de cadáveres.
Parece que al final la crisis va a servir para algo, miles de litros de gasoil y CO2 que se van a evitar con tanto trajín de ir y venir con los cadáveres de las granjas a los centros de recogida y de allí a los muladares. Un pastón se va ha ahorrar también la administración.
Y efectivamente, el sentido común quiere dar por bueno los planes del Creador y dejar que las aves carroñeras, vivan en los montes manteniéndolos limpios de carroñas y sin tener que acechar a ganados ni granjas.
Así lo expresaban algunos documentos en 2010.
Los buitres españoles permiten un ahorro energético igual al gasto de 9.000 hogares
Las rapaces necrófagas evitan cada año la incineración de miles de toneladas de animales, lo que se traduce en un ahorro energético equivalente al gasto anual de 9.000 hogares y evita que 193.000 toneladas de CO2 acaben liberadas en la atmósfera.
En España, se generan cada año 380.000 toneladas de carroña, de las que unas 150.000 corresponden a rumiantes (cabras y ovejas). Su incineración implica «un alto coste energético, económico y ambiental derivado de la emisión de gases contaminantes y la imposibilidad del reciclaje natural de estos nutrientes por parte de la fauna salvaje», afirma el presidente de la Asociación para la Defensa de la Naturaleza CARALLUMA, Bernardo Robles.
De ahí la importancia, defiende el experto, de la contribución que pueden realizar los buitres al problema del tratamiento del gran volumen de carroñas generado por las explotaciones ganaderas.
Un buitre adulto en libertad consume alrededor de tres kilos de carne por semana, y se estima que toda la población española de estas aves consume unas 10.000 toneladas.
Los buitres como medida de ahorro
Según Robles, que trabaja con rapaces necrófagas desde 1988, la incineración de los residuos animales supone el gasto anual de 46 millones de fuel oil, lo que equivale a la energía producida por la central nuclear de Cofrentes durante 21 días a pleno rendimiento o la iluminación de 780.000 hogares.
Otra ventaja del uso de los buitres en esta tarea reside en la recuperación de la propia población de buitres, mermada tras la aprobación de distintas normativas europeas y nacionales como consecuencia de la crisis de las vacas locas. A raíz de estas reglamentaciones, el ganadero está obligado a comunicar la muerte de sus animales -ya que pasaron a considerarse material específico de riesgo- y quemarlos, prohibiéndose su abandono en el campo.
«Realmente esto ha supuesto un desastre. Los buitres dependen ahora de unas fuentes de alimentación mucho menos abundantes, como la caza o los comederos artificiales», subraya el experto.
Al fin, un Real Decreto el diá 11/11/2011, ha echado por tierra un mal invento, y que el Ministerio de Medio Ambiente desarrolla con todo detalle. Léalo integro, *aquí*.
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