Como de todos los pueblos y lugares de Cinco Villas, Biota tiene estudiado su Topónimo, aunque hasta ahora existían ciertas dudas sobre su definición exacta.
Marcelino Cortés Valenciano, en su «Toponimia de las Cinco Villas» analizó con rigor el nombre de esta población aragonesa, cuyo
«núcleo primitivo de Biota está situado sobre un peñasco que se alza en la margen izquierda del río Arba de Luesia. Su término municipal tiene una extensión de 128,80 kilómetros cuadrados y en la actualidad cuenta con 1079 habitantes.
Durante los siglos X y XI Biota fue un enclave de alto valor estratégico por su condición de frontera entre las posiciones cristianas del norte y la llanura de las Bajas Cinco Villas, ocupada por el islam. El rey Sancho Ramírez conquistó el lugar en 1091 y concedió la torre de Biota a Fortún Aznárez.
En los siglos posteriores Biota fue una villa de señorío secular. Desde 1169 tanto el pueblo como la torre pertenecieron a la familia de los Jiménez de Urrea; una rama de esta familia recibió en 1457 el título de vizconde de Biota. A partir de 1514 pasó a pertenecer a los condes de Aranda, quienes en 1771 la vendieron al hidalgo Matías Landáburu.»
Respecto a los estudios sobre su topónimo, dió unos resultados que los consideró poco convincentes y ahora, a través de la Revista «Alazet» (pp. 57-75) que edita el Instituto de Estudios Altoaragoneses, vuelve a mostrarnos su trabajo definivo sobre el topónimo de Biota, analizando las opiniones de varios investigadores, como Agustín Ubieto Arteta, Francisco Marco, Juan Antonio Frago y Juan Carlos López-Mugartza, que incluyó Biota dentro de una presunta relación de topónimos euskéricos de las Cinco Villas de Aragón, llegando tras ellas, a conclusiones más razonables.
Recordándonos, que:
«La identificación Biota-Botia se ha reactivado con el descubrimiento a finales de 2012 por parte de la arqueóloga Carmen Marín Jarauta de la planta de una iglesia románica construida entre finales del siglo XII y principios del siglo XIII, que muchos se han apresurado a denominar iglesia de Santa María, refiriéndola a la iglesia de Botia. Sin embargo, esta identificación solo se fundamenta en razones exclusivamente paronomásticas, que no históricas, por cuanto la cronología no la avala en ningún caso.
Biota ha sido un topónimo olvidado o ignorado por los estudios toponímicos hasta fechas recientes, a tal punto que no es ni siquiera mencionado en las monografías habituales sobre la materia».
Hoy, gracias al constante y minucioso trabajo de Marcelino Cortés Valenciano, de la villa de Biota conocemos su Topónimo, recientemente estudiado y plasmado en un interesante artículo en esa prestigiosa Revista Aragonesa. Descargar este enlace y leer su artículo en «Alazet» para comprenderlo bien: Aquí
En su texto, recuerda Marcelino el descubrimiento de una iglesia románica en esta villa, el pasado año, que tuve ocasión de visitar en aquellos momentos. Recordar.
El interior de la iglesia protegido de gravilla sobre lonas…
…para el paso de camiones y hormigoneras.
Hoy en el mismo lugar, se están realizando unas importantes obras para mantener firme el montículo donde se asienta el torreón medieval y el palacio del Vizconde de Biota, hoy propiedad municipal. Unos grandes muros de hormigón se realizan separándolos metro y medio de la románica iglesia, que quedará bien protegida e iluminada.
Semienterrado en la ladera se aprecia una antigua obra redonda y voluminosa, realizada con piedra picada que bien pudo ser un algibe para el antiguo poblado y su castillo. Cuando sea estudiado por los técnicos del Patrimonio Aragonés, -podremos hablar de él-, como me confirma Carmen Marín Jarauta, Arqueóloga responsable de la obra. Hoy, aunque alguien se ha preocupado al ver las obras ante la iglesia descubierta, reconozcamos que están realizándose con todo rigor y esperemos que todo termine bien.
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