José Mª Aranda en su antigua «cadiera» en el patio de su casa.
Sin la ayuda de José Mª Aranda de Sierra de Luna, pocos pasos podía haber llevado adelante, en la búsqueda de la vida de Francisco de Val, para escribir su biografía, pues aunque su prima Carmen, me aseguro su procedencia y la amistad que tuvo con su padre en la juventud, José Mª me facilitó documentos y fotos junto a él que han sido importantísimos para documentar el libro «Francisco de Val. Vida, Poesía y Música«.
Después de haber conseguido la partida de nacimiento en Villafeliche, quise dárselo a conocer a José Mª Aranda, que muy amablemente me recibió en su casa de Sierra de Luna. Una casa de agricultores y ganaderos, que han sabido guardar tantos y tantos aperos y detalles de la vida cotidiana de otras épocas, y que hoy embellecen cada rincón de esta casa aragonesa.
Cuando veo los aparejos de las mulas de labranza, donde no faltan los «collerones» que llevaban las «mulas» del «carretero», comprendo que a Francisco de Val, le resultó familiar y natural, introducir estos elementos en su famoso pasodoble «Sierra de Luna», pueblo donde vivió cuatro años de su juventud.
La conversación de aquel momento, distendida y amena, acompañada en parte por su esposa Mª Pilar, me dejó claro el conocimiento que tenían del olvidado compositor, que los acompañó en Madrid en 1958, coincidiendo con el viaje de bodas de estos, y que en tres ocasiones, Francisco, disfrutó con su estancia en esta casa de Sierra de Luna, con estos amigos.
Lamentaban, como nos ocurría a todos, no conocer hasta aquel momento, donde murió este compositor aragonés, que se codeó con los más destacados compositores y cantantes entre los años 50/80, y que el año 1958 recibió el reconocimiento de este pueblo, que le dedicó una plaza con su nombre, precisamente donde estuvo el «herrador de mulas» donde Francisco, «Paco el herrador» aprendió dicho oficio, ofreciendo él a esta hermosa villa aragonesa, en aquel preciso momento, -que los derechos de autor de la canción que lleva su nombre «Sierra de Luna», los dejaría íntegros a ella-, algo que nunca ha llegado.
Disfruté charrando de este tema que me sigue apasionando y quedó colmado al tener ocasión de conocer la antigüedad que albergan las estancias de esta casa de José María Aranda y esposa María Pilar, que amablemente me han mostrado y puedo traer a mi blog, con los muchos recuerdos y detalles que conservan y embellecen, cocinas, patios y bodegas de ella, donde seguro disfrutó Francisco García de Val.
Gracias amigos, por vuestras atenciones y amabilidad.
1 comentario
Un verdadero museo, esta casa de José Mª Aranda.
Digno de ver.
Como siempre, Pepe Ramón, sorprendiéndonos.
Saludos.