Entre gravas y arenas «la chaminéra del regaliz»
Esbelta con su nido de cigüeñas
La comarca de las Cincos Villas, puede presumir de mostrar en su extenso paisaje numerosos torreones y torres de castillos e iglesias, y la mayor parte de época medieval.
En diferentes pueblos y en los años 40 y 50, surgieron los silos del Servicio Nacional del Trigo, muy valorados en su momento y hoy considerados enormes mamotretos de cemento, con nula utilidad, que al menos, rompen la monotonía del paisaje.
Pero altas chimeneas que delaten la instalación de una fábrica a sus pies, nada de nada.
Tan solo en la villa de Tauste, entre una importante instalación de áridos, permanece la vieja «Chaminéra del regaliz».
Hace tiempo que guardaba unas fotografías de ella, pero hasta hoy, no conocía de primera mano, qué fue aquella fábrica de regaliz, que a principio de siglo montó la familia Ramírez de Tauste, la misma que en 1915 consiguió que el ferrocarril que había de cruzar las Cinco Villas y había sido proyectado para salir desde Zuera a Sádaba, cambiara sus planes y arrancara desde Gallur con el mismo destino.
Ha sido Ignacio Leciñena, que con sus 83 años, me recuerda que la fábrica del regaliz funcionó muy pocos años, y la razón fue la siguiente: En Zaragoza existía la única fábrica de España que elaboraba el regaliz extrayendo sus jugos, que eran destinados como edulcorantes en bebidas, medicamentos, e incluso se enviaban a EEUU para aromatizar el tabaco rubio. Esta fábrica, que anteriormente era propiedad de un aragonés, desde 1872 pertenecía también a unos socios franceses, que estos, para evitar competencias, ofrecieron a Ramírez, sobre el año 1920, la cantidad de 20.000 duros si cerraba la fábrica durante 20 años. (cien mil Pts). Ramírez aceptó la oferta y pasados los 20 años, cuando quiso poner de nuevo la fábrica en marcha, no fue posible: las calderas, tuberías y motores, todo había quedado inservible por la humedad y el tiempo transcurrido.
Corta y nefasta la vida de la fábrica del regaliz de Tauste; pero su recta chimenea de ladrillo, (Chaminéra como dice Ignacio, y también en pueblos como Luna y Valpalmas), nos ha quedado de recuerdo, para no dudar del afán emprendedor de aquellos hombres de las Cinco Villas, en los comienzos del siglo pasado.
Gracias amigos Ignacio Leciñena, «El Botero» y Miguel Salas. Seguiremos charrando.
En los porches de la Plaza de Tauste…
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