Eran las ocho en punto de la mañana del sábado, estaba nublado y el viento en calma y desde este punto que me encontraba, parado mi coche en el camino, escuché unos suaves chasquidos que me hicieron mirar al lugar de donde provenían. Eran del nuevo parque fotovoltáico de los Boalares, donde veo, que algunos de los módulos están en movimiento, tratando de orientar sus pantallas hacia la salida del sol, algo que hoy no lo hará a su horario habitual al estar nublado.
Otras linea de generadores, ya lo habían hecho, porque, supongo, al terminar la jornada quedarían mirando al sur, que es por donde se pone el sol en el otoño.
Antes de que se pregunten, que qué hacía allí, parado en un camino a las ocho de la mañana del sábado, he de aclarar, que allí está la entrada al “Campo de Vuelo” para aeromodelismo y vuelos de parapente con motor, y allí había quedado con Valentín y sus compañeros en estas aficiones aeronáuticas, como quedamos hace un tiempo.
*Recordar*
Son cuatro o cinco los amigos de este tipo de vuelos; pero solo tres van a volar en este día.
Totalmente desarmado llega el aparato en el coche de cada uno y en un saco el parapente o ala de seda con sus cuerdas, que han de llevar suspendido al piloto en su aventura.
En poco tiempo montan los aparatos y extienden las alas en el suelo, mientras Paco Martínez, que hoy no vuela, me explica algo que desconozco de este fantástico deporte, como que, comenzó en Francia en los años 80, cuando a alguien se le ocurrió adaptar un motor con hélice a la espalda, para impulsar a un parapente o ala delta. Que la altitud recomendada son 300 m. sobre el suelo, que la velocidad , ronda los 22 k. hora y llevan una autonomía de unas cuatro horas.
Están afiliados a una asociación aragonesa, trasmitiéndose información válida para esta actividad deportiva y coordinando encuentros en diferentes lugares.
Hoy están dispuestos para volar, Jesús Sánz, Fernando Calvo y Miguel Asénsio, que hoy se ha provisto de una cámara de vídeo en el casco, con el fin de captar paisajes desde el cielo, además de los aparatos precisos que llevan, como GPS y radioteléfonos para comunicarse entre ellos, y con Paco Martínez, que ha quedado en la pista de despegue y aterrizaje.
Uno a uno van elevándose hacia las nubes, que por cierto, alguna neblina llega a ocultarlos de la vista, transmitiendo gritos de satisfacción al sentirse entre las nubes.
Los dejo en su aventura y con un poco de envidia, les deseo disfruten por los cielos de Las Cinco Villas.
En el monte cercano un parque de generadores fotovoltáicos.
Paco Martínez controlando las salidas
A las nubes bajas llegan hoy los parapentes.
La manga o cinta muestra el poco viento que la mueve.
Con giros y pasadas por los montes disfrutan estos jóvenes…
que admiramos en sus despegues y tomando tierra.
Controlando motor y cuerdas, para subir, bajar y girar el parapente
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