Si satisfactorio es recordar a personas que han convivido junto a nosotros y han podido influir en nuestra vida, meritorio es el detalle de quienes recuerdan azañas de su perro y con ellas, plasman en sus escritos aquellos momentos que no han olvidado, manifestando el cariño hacia ellos.
Hoy y en Heraldo de Aragón, entre las cartas enviadas al diario por sus lectores, aparece escrita por Antonio Jiménez de Rivas, la carta que adjunto, donde cuenta el extraordinario proceder de una galga, que hace más de cincuenta años, antes de inaugurarse el pueblo de Pinsoro con sus nuevos regadíos, realizó en aquellos parajes de Las Planas Altas de Ejea.
Cierto que su actitud fue algo que no se olvida y a mí me satisface que Antonio, no solo lo recuerda, sino que al contarlo, nos transmite el mucho cariño que tenía a su perra, que no olvida.
Esta actitud de Antonio, me recuerda la misma consideración que tuvo mi amigo Manuel Bernad Sierra con sus galgos, cuya raza conocía y admiraba, y que tuve la suerte de reconocer en mi blog *Recordar*
¡Ojalá que como estos amigos, siga habiendo enamorados de los galgos y hablando bien de esta especial raza de perros!
Una amante de sus galgos, junto al Arba de Luesia.
Al fondo el Puente San Francisco de Ejea
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