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Hoy quería visitar a un amigo y tenía que hacerlo por carretera; pero la niebla y el frío desaconsejan hacer viajes más allá de lo imprescindible, y decidí dejarlo para otro momento, visitando, casi en solitario, el Parque principal de Ejea, que fue construido en los años ochenta, sobre los distintos cauces que ocupaba y abarrancaba el río Arba de Biel, algún pequeño campo particular y algunos sotos con distintas variedades de árboles viejos y rugosos, que siguen viviendo y embelleciendo el Parque.
Hoy, el hielo ha dejado blanca la escarcha y todo está precioso.
Las esculturas de Juan Fontecha Macías, el escultor que con tanta ilusión impulsó Fernando Sanz Posa y en un sencillo libro, describió sus cualidades como pintor, poeta y escultor, mostrando en él, algunas de las obras por Juan realizadas, que en el Parque de Ejea siguen doloridas y suplicantes como ateridas, los senderos invitan a recorrerlos y las pistas de «La petanca» esperan mejores días para tener la concurrencia de los mayores, y yo, recuerdo los versos otoñales de Félix Landa, con su soneto:
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En el Parque
Llueven hojas exangües y maltrechas,
volátiles pavesas de un ocaso,
cadáveres de fronda ajada al paso
de tan fugaces e inclementes fechas.
Ralas alfombras, de hojarasca hechas,
tímidas cubren el verdor escaso
del césped ya caduco, lacio y laso,
al triste son de crujientes endechas.
Estampa que revela -mensajera-,
desembozada de oníricos velos
pintados de promesa y de quimera,
La meta en que se apean los anhelos
que ayer fraguó optimista y sin recelos
la esplendente aunque frágil primavera.
Pasarela sobre el Arba subiendo al barrio de La Llana
El río Arba de Biel
Hoy sin juegos de petanca …
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