Lo que ahora es un verde campo de alfalfa con una margen de hormigón, era hasta los años sesenta una estanca de aguas limpias de manantial. Muchos chicos iban a nadar a ella; no existían piscinas y el agua en el Arba era escasa.
Sus aguas provenían de los escasos manantiales de la Valdeferrín, y anteriormente de la Fuente de la Benjamina, que junto al cortado de su gravera, manaba unas aguas consideradas medicinales, y que muchos ejeanos consumían, conscientes de que tenía menos cal y algunos elementos favorables.
Pero un día la fuente dejó de aportar aguas a la estanca; el progreso abría una nueva carretera hacia Tudela desde la villa ejeana; la planicie del Saso que llegaba hasta la huerta de «Trillar», se cortaba el año 1949 a pico y pala, para el paso de la carretera, dejando un cortado de unos tres metros, y con la extracción de aquellas gravas, transportándolas con pequeñas vagonetas, se conseguía una elevación para pasar por encima de la vía del ferrocarril Sádaba-Gallur.
Lógicamente, se ganó con la consecución de aquella carretera que abrió nuevos cauces de progreso; pero con las obras, desapareció el viejo crucero o cruz de San Pedro, frente a las casas de los Longás, y las aguas de la fuente, quedaron cortadas y corrieron por la nueva cuneta, sin poder llegar a donde siempre habían aflorado.
Pero la mayor pérdida con aquella transformación de la nueva carretera, fue la vida de un trabajador en aquella gravera, que en aquellos años de escaseces, la empresa constructora, carecía de todo tipo de seguridades.
Posteriormente, nuevas y abundantes aguas llegaron desde Yesa, y no se veía preciso estancar agua, para regar las remolachas que cultivaban los propietarios de la Estanca de la Benjamina. Los chicos, dejaron de ir a nadar. Esta se lleno de tierras, y la muralla se transformo en margen privilegiada, que siempre guardará el recuerdo de haber sido «La Estanca de la Benjamina».
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