Eugenio Monesma Moliner* Conocer su biografía en anterior artículo .*VER*
UNA POSIBLE PISCINA BAUTISMAL
PALEOCRISTIANA EN SÁDABA
LOCALIZACIÓN Y MORFOLOGÍA DEL CONJUNTO PÉTREO:
En el pueblo zaragozano de Sádaba, en una zona de huerta junto al río Riguel, fueron sacadas a la luz tres pilas rectangulares de piedra talladas en una gran roca de arenisca. Tras un desbroce y limpieza de tierras aparecieron estos restos perfectamente excavados que fueron considerados por algunos lugareños como antiguos lavaderos “romanos”. Están ubicados en el tramo de la carretera A-1212 que conduce hacia la localidad de Uncastillo, al otro lado hacia el río de las últimas casas que hay a mano derecha a la salida del pueblo.
Conjunto rocoso en el que se hallan las tres pìlas o bañeras.
Para ubicar este nuevo elemento patrimonial deberemos situarlo entre los monumentos de época romana que se están excavando o se han estudiado en su entorno, como son el Mausoleo de los Atilios, el Mausoleo de la Sinagoga y la villa de Los Bañales, además de otros muchos restos romanos en la localidad de Biota y otros pueblos del entorno. Otro de los elementos patrimoniales de los primeros siglos de este milenio es el sarcófago paleocristiano en el vecino pueblo de Castiliscar.
Las tres bañeras excavadas asimétricamente
El día 19 de abril d 2017 visitamos este lugar con José Ramón Gaspar, conocedor de los conjuntos pétreos de las Cinco Villas, (Recordar Post año 2010) y con Aurelio Bail, experto en cerámica, con el fin de comprobar si se trataba de un conjunto de lavaderos tal como se han dado en llamar. A primera vista, estas tres pilas solo tendrían dos elementos que justificarían este uso: su proximidad al río Riguel y los orificios de entrada, comunicación entre ellas y salida del agua limpia para mantener un nivel uniforme en las tres. Ahora bien, esa proximidad al río no justificaría estas construcciones pues sería más cómodo e higiénico lavar las prendas o la lana en el mismo río.
Unos señores que viven en las casas de enfrente nos dicen que ellos las llaman las Pozas de la Rambla y nos cuentan que las limpiaron hace un tiempo, pues apenas se apreciaba lo que había debajo de la maleza y los árboles que allí crecieron.
Pila del lado derecho en la que se observan dos agujeros, uno para el paso del agua de una pila a otra y otro para el desagu?e.
Nos encontramos frente a tres posibles bañeras rectangulares de unas dimensiones parecidas, excavadas en la roca de arenisca frente al río, con un trabajo de exquisita terminación pero de forma asimétrica sobre la plataforma rocosa. Si las observamos mirando desde la carretera hacia el río nos encontramos con una bañera central diferente situada entre dos bañeras casi iguales entre sí. La pila o bañera del lado derecho tiene dos escalones o banquetas, por los que hay que dar tres pasos hasta colocarse en pie dentro de ella; a ras de suelo y en ambos extremos se tallaron dos agujeros, uno para la salida del agua, que estaría taponado hasta el momento de su vaciado, y otro en el lado izquierdo que comunica con la bañera central y por el que pasaría el agua manteniendo un nivel constante en las tres bañeras; en la parte superior derecha, es decir, por encima del primer escalón, se conserva el orificio para la entrada de agua y mantenimiento del nivel.
Pila del lado derecho en la que se observan los escalones y el agujero de entrada y de nivelación del agua.
La pila del lado izquierdo también tiene dos escalones, es decir, tres pasos para llegar a su base; y en este fondo, un agujero comunica con la pila o bañera central, con el fin de recibir el agua que, por el método de vasos comunicantes, mantendría el mismo nivel de líquido entre las tres pilas o bañeras.
Pero la pila principal, a la que verdaderamente deberíamos llamar bañera por su morfología interior, es la que ocupa el centro de las tres y está comunicada a ras de suelo con sus vecinas por sendos agujeros para mantener el nivel de agua. En lugar de los dos escalones o banquetas que observamos en las dos pilas laterales, ésta presenta un asiento minuciosamente tallado a modo de trono, con sus apoyos para los brazos y agarre con las manos y un pequeño reposacabezas para facilitar una cómoda posición, todo ello realizado con una depurada técnica de cantería.
Bañera central con su sillón a modo de trono y los agujeros
a ras de suelo para el paso del agua.
Las tres bañeras, de forma rectangular, tienen curvados todos sus ángulos de unión tanto entre las cuatro paredes como entre éstas y el suelo o las escaleras.
Los restos cerámicos hallados en superficie corresponden a épocas recientes, pues la limpieza de todo el entorno ha sido bastante profunda.
Además, suponemos que en los siglos pasados estas pilas habrán tenido un uso de almacenamiento de agua para la agricultura.
Detalles de la construcción del asiento de la bañera central.
LAS PISCINAS BAUTISMALES:
Bautizar proviene del griego “baptizein”, que significa “sumergir”, “introducir dentro del agua”, “inmersión”. Los primeros cristianos administraban el sacramento del bautismo directamente en la orilla de los ríos, mares o estanques, imitando el de Jesús en el río Jordán. Por cuestiones de seguridad y de privacidad, en tiempos de las persecuciones de los romanos este ritual se empezó a realizar en el interior de edificios. Desde Oriente hacia Occidente se fue extendiendo el uso de las piscinas bautismales, muy parecidas a los baños romanos, en las que se podía sumergir al catecúmeno para recibir el bautismo.
Su tamaño y su forma eran variables, para realizar bautismos individuales o colectivos y, normalmente, no sobrepasaban el metro de profundidad. Para el abastecimiento de agua se recurría a los manantiales naturales cercanos a través de una serie de conductos.
La situación cambió cuando en el año 313 d.C. el emperador Constantino el Grande promulgó el Edicto de Milán, que permitía la libertad religiosa.
A finales de la misma centuria, el cristianismo se convertiría en la religión oficial del imperio por decisión del emperador Teodosio. A partir de entonces la administración del sacramento del bautismo llegó a hacerse multitudinaria para convertir a todos los paganos que querían abrazar la nueva fe cristiana.
Para practicar el bautismo por inmersión se construyeron espacios reservados a tal fin, denominados baptisterios, unas veces dentro de las basílicas (por costumbre académica se suele llamar basílica a todos los edificios de culto paleocristianos) y otras en un edificio exento, que incluían una piscina de distintas formas. En el concilio número XVII de Trento se mandó que el baptisterio debía permanecer cerrado durante toda la Cuaresma, sellando la puerta con el sello del anillo episcopal, que se quitaba en la solemnidad del Jueves Santo. Son varios los yacimientos arqueológicos de basílicas en los que se han hallado restos de piscina bautismal.
De los 45 concilios celebrados en España durante los siglos IV, V, VI y VII varios de ellos dedicaron algunos de sus cánones al sacramento del bautismo, cuya administración corría a cargo del obispo. Una de las consultas y discusiones fue relacionada con el ritual, si las inmersiones tenían que ser tres o una.
En la Península Ibérica existe una gran heterogeneidad en las formas de las piscinas bautismales. Las más antiguas conocidas son las redondas y, por regla general, todas disponen de un orificio lateral para la salida del agua. Otra tipología de piscinas, quizás las más abundantes, son las que tienen su cavidad interior en forma de cruz griega lobulada, es decir, con el extremo de los brazos semicircular. Otras, como la de Son Peretó, tienen forma de rectángulo más o menos estrecho, provisto de escaleras, que se ensancha en el centro en una forma ovalada y privada de peldaños. Las hay también redondas con varios asientos, rectangulares sencillas con dos escalones, octogonales, trilobuladas, etc. En muchas ocasiones se trata de piezas monolíticas y en otras están construidas con material de obra.
La diferencia de profundidad de las piscinas hispánicas oscila entre los 0,50 m. y los 1,50 m.
Según la obra de Domingo Iturgáiz (Baptisterios paleocristianos de Hispania), en el año 1968 los puntos principales en donde se ubican nuestros baptisterios son: Islas Baleares, Andalucía, Mérida con sus pueblos limítrofes, la costa catalana y Castilla con un único ejemplar.
Cristina Godoy, en sus trabajos de investigación, nos dice que “la primera sorpresa al comprobar la inexistencia de baptisterios en el siglo IV, a pesar de que las fuentes escritas nos revelan la práctica bautismal en Hispania durante esa centuria”.
Y también afirma en su estudio que “No todos los baptisterios del siglo IV eran urbanos. Uno de los documentos más antiguos de la Iglesia Universal –el Concilio de Elvira- nos habla de comunidades rurales perfectamente organizadas a cuyo frente se encontraban presbíteros o diáconos que podían conferir el bautismo en sus parroquias”.
LA PISCINA BAUTISMAL DE SÁDABA:
Este conjunto de excavaciones y su ubicación dentro de un espacio culturalmente vinculado al mundo romano nos hace pensar en la posibilidad de que este conjunto rupestre sea una piscina bautismal. El agua corriente y limpia del río Riguel sería conducida por un canal o una tubería hasta el orificio de entrada de la primera pila, distribuyéndose por las otras dos a través de los agujeros de la base. Posiblemente la piscina central correspondería al catecúmeno y las dos laterales a los oficiantes, que ocuparían sus espacios en el momento del ritual.
Esta hipótesis, basada en la comparación con otros elementos de culto de características similares, está abierta a cualquier sugerencia o aportación que puedan conducir a unas conclusiones de uso de estas pilas o piscinas artificiales.
La Tradición Apostólica de San Hipólito prescribe que un diácono o un acólito se introduzca en la piscina con el bautizando para poder sumergirlo. Por la situación de las dos bañeras contiguas y por la forma del asiento de la bañera central, podría conseguirse la inmersión completa del catecúmeno
desplazando su cuerpo hacia delante.
BIBLIOGRAFÍA:
DE PALOL, P. (1967) “La arqueologia cristiana en la Hispania romana y visigoda. Descubrimientos recientes y nuevos puntos de vista.” Actes du XIe
congrès international d’archéologie chrétienne. Lyon, Vienne, Grenoble, Genève, Aoste,
GODOY, C. (1986) Baptisterios hispánicos (siglos IV al VIII): arqueología y liturgia. Actes du XIe congrès international d’archéologie chreétienne.
Lyon,Vienne, Grenoble, Aoste.
ITURGÁIZ, D. (1968) Baptisterios paleocristianos de Hispania. “Analecta Sacra Tarraconensia”. Fundación Balmesiana.
LAGARDA MATA, F. (2009) Las piscinas bautismales paleocristianas de Menorca. Sobradiel.
Sin comentarios