(Foto ejeadigital)
Félix Landa Otal. Fue administrativo en las oficinas del Instituto Nacional de Colonización y gerente fundador de la Cooperativa de Bardenas. El año 2010 presentó un libro «Yo sí estaba allí», donde escribió interesantes vivencias, acaecidas en aquellos periodos de su actividad laboral.
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EVOLUCION DEL COLONO
Toda acción trascendental en la existencia humana, debe antes ser programada conforme a los pertinentes estudios del panorama que las motiva y sustenta. Y así suele hacerse por quienes toman decisiones en el desarrollo del humano vivir y medrar.
Pero, es evidente que, iniciado el proceso de actuación, con frecuencia aparecen circunstancias que fueron obviadas en el estudio previo, bien por ignoradas o por aparición reciente, consecuencia de la evolución exterior paralela, y que modificarán la conveniencia de los aspectos buscados al proyectar la acción.
Tal ocurrió en la planificación y diseño del proyecto estudiado para la colonización del denominado PLAN BARDENAS ejecutado en nuestra zona. Seguramente influenciados los programadores del proyecto por el desarrollo del sistema agrario existente en casi todo el país; consistente en fincas aisladas en las que se enclavan vivienda y servicios necesarios para la explotación agraria (caseríos, masías, etc.) o pequeños poblados, aldeas, pardinas, etc. que permitan el acceso rápido (a caballo o a pie) a los lugares de faena; seguramente por esas razones, se programaron pequeños núcleos agrupando en la equidistancia de los cuatro-cinco o seis lotes colindantes las respectivas viviendas con sus servicios de graneros, cuadras, cocheras (para maquinas y herramientas) y dependencias varias donde criar animales necesarios para la supervivencia.
Por fortuna, la evolución demográfica avisó a tiempo de que las tendencias de la humanidad iniciaban otros modos de asentarse, buscando una convivencia más agrupada que, además, facilita el soporte de los servicios sociales como la educación de los emergentes, la asistencia sanitaria, etc. Esta constatación evidente, impulsó a los diseñadores del PLAN a transformar el proyecto original en el que después se implantó con poblados más numerosos donde ya tendría posibilidad un centro médico, escuelas, tienda, bar, etc.
Es bien sabido que la aplicación de estos planes colonizadores se desarrolló muy lentamente en nuestro país. Uno de los pioneros, el Plan Badajoz, estaba concebido con idea más retrógrada que otros posteriores como el de Ontinar y El Temple, el Plan Bardenas, Etc., en los que los lotes o parcelas se denominaban “Familiares” porque se consideró que en su explotación habría ocupación laboral para toda la familia. Se plantarían frutales y hortalizas diversas aprovechando las facilidades para el riego de estos cultivos, y esto significaba más mano de obra y, naturalmente mucho mas beneficio, como ocurría en zonas de regadíos antiguos: en Sangüesa, había gran número de familias que vivían del producto de unas pequeñas huertas. En ellas se ocupaba toda la familia y, aprovechando cada “palmo de tierra” y cada época y momento, cultivaban todo tipo de hortalizas que luego la madre vendía diariamente en el mercado del pueblo destinado al efecto, o eran destinadas por mayoristas a Pamplona u otros núcleos de gran población. Lo mismo ocurría en Tudela (aunque con mayor volumen) y en varias zonas de Ribera del Ebro en Navarra y Rioja, como en diversas zonas hortícolas de la península.
Este era pues el objetivo en aquel plan renovado que el tiempo también quebró. Los colonos experimentaron pronto que eran menos laboriosos, y a la vista más rentables, otro tipo de cultivos como remolacha, alfalfa, maíz, cereales…; cultivos que, sirviéndose de los nuevos medios que iban apareciendo en el mercado y uso de la agricultura- tractores cada vez más potentes y perfectos, máquinas recolectoras para todos los productos, Etc.,- podría el cabeza de familia llevar a cabo, sin apenas más ayuda, lo que permitía a la esposa dedicarse más plenamente a las labores hogareñas, y a los hijos atender mejor sus deberes escolares.
Naturalmente que los hijos más estudiosos optaron por seguir en su formación académica hasta alcanzar la titularidad que les permitió ejercer como médicos, abogados, Etc. Otros inclinaron su vocación hacia el arte alcanzando niveles muy respetables –Sobre todo en la música – o colocación en empleos bien remunerados, tanto privados como oficiales; otros eligieron especializarse en oficios y establecerse en servicio al público.
Los que mantuvieron su vocación agraria,- ya segunda generación- siguen cultivando sus lotes pero lamentan las pequeñas superficies de sus parcelas puesto que, para este nuevo modo de explotación, se requieren mayores extensiones. Quienes lograron ahorrar algún dinero, o dispusieron de cualquier otra financiación, han ido adquiriendo, para expansión de su finca, los lotes de otros colonos que, por abandono de los herederos dedicados a otras funciones, o por cualquier otra causa, se han enajenado de ellos, circunstancia que previene del nuevo rumbo de regreso hacia el latifundio que toma la zona.
Félix Landa Otal.
Ejea de los Caballeros, Noviembre 2016
» El Canal en sus aguas la riqueza…» (Canto a Ejea)
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