Fernando Ezquerra Lapetra*
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Estamos en plena «Sanmiguelada». En nuestra comarca de Cinco Villas, donde San Miguel ha gozado de una profunda devoción religiosa y ha tenido primorosas ermitas con rasgos románicos, como San Miguel de Liso en Fuencalderas y San Miguel de Cheulas en El Frago, iglesias de la misma hechura como la de San Miguel de Biota y bajo su advocación surgieron Asociaciones Culturales y Recreativas, como la de Rivas que ahora celebran con brillantez los cincuenta años de su creación, y acontecimientos de relevancia como el Voto de San Miguel en Tauste, nos demuestran que este Santo siempre ha estado ligado a la vida de nuestras gentes.
Es curioso recordar, que hasta hace pocos años, arrendamientos de tierras y otros compromisos se realizaban en estas fechas. En las casas de labraza se contrataba al mulero y sirvientes, precisamente en San Miguel. No se firmaba ningun contrato ni hacía falta. Si alguna de las partes no estaban de acuerdo con el cumplimiento de lo estipulado, en la próxima «sanmiguelada» cesará su actividad, será cambiado por otro o este buscará mejor casa.
Hoy, el tema que nos aporta nuestro amigo Fernando Ezquerra, es brillante sobre la figura de San Miguel, con aportaciones escultóricas presentes en nuestros pueblos, que después de haber aparecido en la web del Círculo Románico, ha tenido la atención de traerlo a esta sección de FIRMA INVITADA, algo que agradecemos muy de veras.
Acerca de la iconografía románica de San Miguel
Nuestra forma actual de vivir nos ha llevado a disponer de poco tiempo para algunas de nuestras aficiones. A veces, sólo poseemos diez minutos al día para buscar en nuestro ordenador un breve artículo relacionado con alguna de nuestras pasiones culturales. Esto mismo también nos pasa a los que amamos el arte románico. Por eso, teniendo en cuenta esta consideración: durante la semana disponemos de poco tiempo para nuestro ocio cultural, escribimos este artículo con la intención de realizar un breve recorrido iconográfico sobre el tratamiento iconográfico que recibió la figura de San Miguel en el arte románico. Antes de proseguir, queremos dejar clara nuestra intención a la hora de escribir este trabajo, pues sólo es una, la de intentar proporcionar al lector unos diez minutos de amena lectura. Como no se pretende otra cosa, no se busquen en este artículo otras consideraciones.
La figura de San Miguel fue una de las más destacadas en la liturgia medieval cristiana; ya que, aunque en la actualidad la Iglesia católica celebra su festividad el 29 de septiembre junto con San Gabriel y San Rafael, no siempre fue así. Durante siglos, la liturgia cristiana también celebró una segunda fiesta grande en honor del santo ángel, el 8 de mayo, la llamada Aparición de San Miguel.
Los orígenes iconográficos de la figura de San Miguel se encuentran ya definidos en la tradición religiosa judía. En el Antiguo Testamento, en el Libro de Daniel X, 13; 12,1, por ejemplo, se presenta a San Miguel como el Príncipe de los ejércitos que lucha contra los persas. Sin embargo, será en el Nuevo Testamento cuando la figura de este santo ángel se abra a nuevas interpretaciones que también ya habían sido prefiguradas en libros apócrifos de naturaleza apocalíptica, como el Libro de Enoc.
Desde el principio y con la intención de diferenciarse de la visión teológica judía, la Iglesia estuvo atenta a las propuestas iconográficas que se desprenden de la visión que adquirió la figura de San Miguel en el Nuevo Testamento, un conjunto de libros en el que se asiste al enriquecimiento y consolidación de la figura de este santo ángel. Así, en la Carta de Judas, en su versículo 9, se representa a San Miguel en una clara alusión al juicio final. San Miguel se enfrenta al Diablo a través del cuerpo de Moisés. Un pasaje que condujo a la presentación posterior de este santo como psicopompo, el famoso tema de la conducción de los muertos y del pesaje de sus almas. Un tema en el que se produjo un claro sincretismo con la teología sobre el tema que ya, con anterioridad, había sido sostenido tanto por los egipcios, en la figura de Anubis, como por los griegos, en la figura de Hermes. Pero, precisamente, en este contexto judicial debe entenderse, por ejemplo, su aparición en Apocalipsis, XII, 7-9, un pasaje que permite otra de las grandes representaciones románicas, la de San Miguel luchando contra el dragón. Una interpretación que, además, vuelve a remitir a la vieja idea de la teología judía, San Miguel como el jefe de los ejércitos celestiales.
Sin embargo, la iconografía románica no sólo se limitó a fijar de forma plástica las líneas del pensamiento teológico propuestas tanto por el Antiguo como por el nuevo Testamento o llegó incluso a aceptar algunas de las formas del pensamiento desarrolladas en los libros apócrifos, sino que también se abrió a nuevas interpretaciones iconográficas. Unas nuevas maneras plásticas de interpretar a San Miguel debidas, en parte, a las leyendas difundidas durante la Alta Edad Media y, en particular, a las leyendas del monte Gárgano, en Italia, y la del Monte Saint Michel, en Francia.
En el románico, todas estas formas iconográficas sobre la figura de San Miguel acabaron tomando vida de forma artística, tanto a través de los maestros escultores canteros como a través de los maestros pintores. En este contexto cultural, tampoco debemos olvidarnos de que, a veces, la iconografía religiosa de San Miguel recibió tal tratamiento iconográfico que se dan casos en los que los maestros escultores y los maestros pintores acabaron siendo contratados para realizar una obra conjunta. Por este motivo, en estas pocas páginas, nos proponemos realizar un rápido viaje sobre las formas iconográficas que adquirió la figura de San Miguel en el arte románico agrupándolas por un criterio formal, el de las técnicas artísticas de su ejecución. En este sentido, dividimos este breve trabajo en tres partes: en la primera, proponemos una serie de ejemplos de la iconografía sobre San Miguel que fue realizada a través del uso del cincel y de la maza; en la segunda, hacemos lo propio con la realizada a través de los pinceles y la pintura; en la tercera y última, proponemos dos ejemplos de iconografías sobre ángeles que fueron realizadas a través del uso de las dos técnicas plásticas, la escultórica y la pictórica. Es decir, en última instancia, analizamos la riqueza teológica que puede llegar a alcanzar la iconografía de San Miguel cuando se unifican estas dos técnicas formando parte de una misma obra artística. Con esta clasificación tan sencilla, sólo pretendemos realizar un breve recorrido visual, acompañado de unas cuantas notas escritas, por la diversidad de representaciones iconográficas con las que se privilegió la figura de San Miguel en algunos de los diferentes territorios en los que se difundió su culto en la época histórica del arte románico.
- El cincel, la maza y la figura de San Miguel
En las esculturas románicas, la representación de San Miguel como el Príncipe de los ángeles que lucha contra el dragón en clave apocalíptica es una constante. Así, lo podemos encontrar en un fuste de la portada de Piasca, Cantabria, o junto a una estatua columna en San Esteban de Sos del Rey Católico, Zaragoza:
La figura de San Miguel no sólo se produjo en representaciones iconográficas menores, pues también llegó a ocupar como tema principal los tímpanos de los templos románicos. Cuando esto se produjo, adoptó las formas y temas más diversos. Desde el pesador de las almas, en la Psicostasis de la portada sur de San Miguel de Biota o su acercamiento a la iconografía propuesta por la Carta de Judas, como sucede en la portada de San Miguel de Uncastillo, en proceso de reproducción, ya que la original se encuentra en Boston, un tímpano en el que se representa a un San Miguel que compite por un alma con el demonio. Si observamos bien a San Miguel, en este tímpano de Uncastillo, está representado como un hombre mayor con barba, idea que lo acercaría al versículo 9 de la Carta de Judas: El arcángel Miguel, cuando altercaba con el diablo contendiendo sobre el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir un juicio injurioso, sino que dijo: “Que el Señor te reprenda”. Nos encontraríamos ante un tímpano que propone una lectura al dictado de un texto bíblico.
Pero, el cincel y la maza también dejaron representaciones de San Miguel en diferentes capiteles. Por ejemplo, en San Pedro de Soria, se da la síntesis de esta doble iconografía acerca de la representación de San Miguel. Una iconografía que presenta un doble origen: a San Miguel como el vencedor del dragón en clave apocalíptica, el arte occidental: y a San Miguel como el pesador de almas, el arte bizantino.
La visión de todo el conjunto no puede ser más hermosa y explícita:
También se halla la figura de San Miguel en esta doble vertiente teológica en algún magnífico friso temático, como en San Miguel de Estella, en el que también se produce la utilización de las dos representaciones y se enriquece la idea del Infierno.
Para acabar este recorrido por las piedras, queremos proponer otra representación de San Miguel, ahora formando parte de la tapa de un sepulcro ubicado en el interior de la catedral de Ely. San Miguel interpretado como el conductor del alma del obispo Nigel (1133–69).
En esta iconografía sepulcral destacan tres detalles:
- La similitud en la manera de trazar el lienzo con otros lugares románicos.
- La visión del alma del resucitado, pues no olvida su báculo de obispo ni aun habiendo conseguido la eternidad. ¿Continuará siendo obispo en la Iglesia Celestial?
- Ante lo que parece una de las puertas de la Jerusalén celeste, San Miguel es el encargado de entrar el alma del obispo Nigel y no aparece la figura de San Pedro con la connotación del tema de las llaves.
- Los pinceles, la pintura y la figura de San Miguel
Pero, el culto a San Miguel no sólo se difundió a través de iconografías escultóricas. Su iconografía se reprodujo también en otros soportes, ahora de manera pictórica. Así, un demonio con apariencia humana intenta desestabilizar la balanza que sostiene S. Miguel en un fresco de Santa María de Taüll. Además, parece ser que la utilización del pincel y de la pintura permitió que la iconografía plástica de San Miguel alcanzase todos los temas relacionados con el culto al santo ángel, incluso los que forman parte de la leyenda; permitiendo, de esta manera, que su iconografía se presentase de una forma más compleja. Este sería el caso del llamado Frontal de los arcángeles.
Un frontal datado en el siglo XIII y que se desarrolla a través de cuatro escenas pictóricas. ¿Qué se representa en estas cuatro escenas pictóricas?
- En la primera, superior izquierda, los arcángeles Rafael y Gabriel sostienen en un lienzo la figura de un alma humana.
- En la segunda, superior derecha, la lucha apocalíptica (Apocalipsis XII) de San Miguel contra el dragón.
- En la tercera, inferior izquierda, el tema de la Psicostasis.
- En la cuarta, inferior derecha, la única en la que no hay representación de arcángeles, una escena basada en el principio de la leyenda del Monte Gargano: Un señor disparó una flecha contra un toro; pero, la flecha dio la media vuelta.
A pesar del carácter fragmentario de este frontal, la leyenda del monte Gargano acabó recogiéndose en su totalidad también en otro frontal, en Soriguerola (Cerdanya, Girona).
En la parte superior izquierda, se hallan tres escenas vinculadas a las apariciones del arcángel San Miguel en el monte Gargano. Como se puede observar a simple vista, dos de las escenas se ven de forma correcta, hecho que nos permite identificar sus temas:
– Episodio de la caza.
– La presentación del suceso al obispo de Siponto.
– En la tercera escena, desaparecida, probablemente se reprodujese el episodio de la visualización de la aparición del arcángel, pues da la impresión de que se llegan a contemplar restos de alas.
- Técnicas artísticas mixtas y la figura de San Miguel
En algunas representaciones iconográficas sobre San Miguel los maestros canteros y los maestros escultores trabajaron al unísono. Cuando esto sucedió, no sólo se enriqueció la iconografía sino también el contexto teológico en el que acabó mostrándose. A modo de ejemplo, una primera representación que se halla en el interior del Baptisterio del Duomo de Parma.
La figura de San Miguel, en su iconografía de guerrero que lucha contra el Maligno, el dragón, aparece colocada en medio de dos santos escritores. El que diseñó la ubicación de la escultura en medio de las representaciones pictóricas conocía bien la Biblia:
- a) A la izquierda del que mira, se halla la representación pictórica del profeta Daniel.
- b) A la derecha del que mira, se encuentra la representación pictórica de San Juan Evangelista.
En definitiva, los dos únicos escritores bíblicos que presentaron con su nombre a San Miguel como luchador y vencedor del Maligno, el dragón y en clave apocalíptica.
Sin embargo, no deja de sorprender como el iconógrafo escultor tuvo que trabajar junto al iconógrafo pintor para integrar su obra dentro del conjunto. Una integración que, por otra parte, no resulta artificial ni forzada, sino natural y acorde o conforme con la exégesis bíblica. Por encima de ellos, se puede intuir la mano del teólogo redactor, el verdadero diseñador de esta magnífica iconografía, un pensador que fue capaz de hacer integrar en un solo mensaje dos nobles artes plásticas: la pintura y la escultura. En este primer ejemplo del Baptisterio de Parma, se produce una iconografía románica que integra, de forma natural y sin forzar su semántica, dos artes plásticas, la pintura y la escultura, para dar un solo mensaje de naturaleza teológica.
Para justificar la lectura anterior sobre San Miguel, contamos con otro ejemplo en el mismo Baptisterio de Parma, ahora referido al arcángel San Gabriel. Si en la anterior iconografía de Parma están presentes el arcángel San Miguel, el profeta Daniel y San Juan Evangelista en clave apocalíptica, en esta otra iconografía mixta se altera el contenido teológico:
En la anterior iconografía analizada, San Miguel servía para indicar el camino de la Parusía, del Apocalipsis, de la lucha contra el Anticristo, el Maligno. En esta nueva escultura, San Gabriel, representado iconográficamente con una vara de azucena, recuerda el camino ya recorrido, el de la Encarnación.
A la izquierda del que mira, de nuevo, el profeta Daniel. Pero, ahora, aparece (no como ocurre en el caso anterior comentado, el de su representación apocalíptica junto a San Juan Evangelista y a San Miguel) connotado con un libro y no con una filacteria o rollo profético. El profeta Daniel recogió en su libro la profecía del Hijo del Hombre que le fue anunciada por el ángel San Gabriel. Esta profecía, con el nacimiento de Cristo, ya se ha cumplido. Por eso, en esta nueva iconografía, el profeta Daniel escribe sobre un libro y no sobre una filacteria o rollo profético, como ocurre en el caso de la iconografía ya comentada, cuando se hace referencia a la llegada del Anticristo, el dragón, el Maligno.
A la derecha del que mira, ahora se representa al Evangelista Lucas. En su evangelio, el ángel Gabriel Anuncia a María que será madre del Hijo de Dios. Este acontecimiento histórico salvífico ya se ha producido. Por lo tanto, ya no es profético. Cristo ha nacido. San Lucas escribe sobre un libro. ¡No! Si nos fijamos bien, San Lucas está connotado con dos libros, uno en cada mano. ¿Por qué? A San Lucas, no sólo se le atribuye la escritura de su evangelio sino también la del libro de Hechos de los Apóstoles, la historia oficial de la primitiva Iglesia.
Nos encontramos ante un caso espléndido en el que dos artes plásticas, la pintura y la escultura, se acoplan de forma natural para crear un único mensaje semántico de naturaleza teológica. La escultura del ángel que se coloca en medio de dos figuras pictóricas que escriben no sólo sirve para indicar de qué escritores se trata los que están representados junto a cada ángel, sino que (y esto es lo más importante) su presencia sirve para señalar la naturaleza teológica del acontecimiento salvífico sobre el que ambos escritores bíblicos escribieron:
- La historia salvífica ya cumplida, en el caso de San Gabriel. Al referirse a la Encarnación, que ya forma parte de la historia, los escritores bíblicos, el profeta Daniel y San Lucas Evangelista, son connotados con un libro.
- La historia salvífica que vendrá, en el caso de San Miguel. Al referirse al Apocalipsis, que todavía no forma parte de la historia al ser una profecía, los escritores bíblicos, el profeta Daniel y San Juan Evangelista, son connotados con una filacteria o rollo profético.
Estamos ante un único mensaje que se realizó a través de la conjunción natural de dos artes plásticas, la pintura y la escultura. Según se va avanzando en el tiempo, la iconografía sobre la figura de san Miguel no sólo se enriquece, sino que también se hace más compleja tanto en cuanto a las lecciones teológicas en las que se enmarca como en cuanto a las técnicas artísticas que se utilizan en su ejecución.
Si habéis llegado hasta este final, sólo espero que, en estas líneas, hayáis podido encontrar unos diez minutos de amena lectura. Pues, como escribió Epicuro en su quinta “Máxima Capital”: “No se puede vivir con placer sin vivir con juicio, honestidad y justicia. Quien no tiene aquello que nos permite vivir con cordura, honestidad y justicia, no puede vivir con placer.”
Fernando Ezquerra Lapetra.
Biota Agosto/Septiembre 2017
1 comentario
Con estas líneas, quiero dar las gracias a José Ramón Gaspar por dejarme participar una vez más en esta magnífica página que es una referencia esencial para tod@s aquellos que amamos la comarca aragonesa de las Cinco Villas. Espero que el artículo os guste.