«La Casa Bentura», vivienda, cuadras, cocheras, palomar y corrales…
«La torre de la luz» al extremo de la era, que es una auténtica plancha de piedra.
Desde las tierras de Valpalmas y Piedratajada, baja en dirección Sur, el Barranco de la Varluenga para verter sus aguas al río Arba de Biel, más abajo de la villa de Erla, en las fincas de Paules. *+*.
Así como en épocas de sequía el barranco no lleva aportes de agua, sus caudales son preocupantes en momentos de tormentas por los arrastres e inundaciones, de la importante superficie que dominan sus acudideros.
Son numerosas las fincas de secano que producen cebadas y trigos de excelente calidad hasta el nivel que lleva la Acequia de Sora, porque a partir de ella, los cultivos han variado, no con las pretensiones iniciales, por que se sigue cultivando los mencionados cereales y en menor cuantía, alfalfas, girasoles y maíces.
En esta zona de nuevos regadíos, a ambos lados del Barranco de la Varluenga, destaca la Casa Bentura, que tuve la suerte de conocer y cultivar unos años, a partir de 1974.
Hoy, como toda la zona que se riega por aspersión o riego a manta y pertenece en su mayor parte a la villa de Luna, (ya que es la tercera población de la comarca en extensión, con 308 Km2), produce «alfalces y panizos», algo impensable en épocas pasadas y años de sequía, aunque el sueño de sus antepasados era tener los máximos adelantos y modernidad; para ello, en los años treinta, cuando la Harinera de la Varluenga tuvo que cruzar la mencionada finca con los postes que traerían la corriente eléctrica desde la Central de Marracos, *Ver* , los Bentura, consiguieron que esta, tambien llegara a la esquina de la era, donde había de accionar la trilladora.
Cabe resaltar que esta gran finca, en 1730 fue comprada por Juan José Bentura, el primero de los Bentura que se estableció en Ejea de los Caballeros, procedente de Longás, casado con una taustana, María Jacinta Ximénez Frontín, y de cuyo matrimonio nació el primero de los Bentura ejeanos, Diego Bentura, agricultor y famoso ganadero de reses bravas que se lidiaron en Madrid, Zaragoza y Pamplona.
En otro momento, hablaré de la Harinera que tomó el nombre del barranco, La Varluenga; hoy me detengo en la Balsa de Rosel, enfrente de la Casa Bentura y al otro lado de la carretera que desde Zuera, pasa por Las Pedrosas, Sierra de Luna y nos lleva hacia Erla, Luna o Valpalmas, porque la Balsa de Rosel, cuando tenía la suerte de tener agua, era, como un oasis en medio de los extensos secarrales. Recogía las aguas del rio Arba de Biel, en una pequeña presa, justo encima del puente de Luna, de la cual regaban lo poco que podía regarse y las sobrantes, llegaban a este privilegiado lugar, punto obligado de infinidad de aves a saciar su sed.
Hoy, las aguas sobrantes de los riegos en la zona siguen llegando a la Balsa de Rosel, que sigue siendo propiedad de las familias Lasierra de Erla.
Bella estampa de la «Balsa de Rosel«
Casi parece un lago…y no recibe aguas del «Barranco de la Varluenga»
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