En muchos de nuestros pueblos de las Cinco Villas, existe desde época medieval, una o varias cruces o cruceros, que bien nos marcaban una bifurcación de caminos o nos recordaban que allí había ocurrido un acontecimiento merecedor de ser recordado. Ejea no fue excepción de ello; la Cruz de San Pedro marcaba el arranque de la Cañada Real de Navarra a la izquierda, y a su lado derecho, lo que era carretera hacia Sádaba. (Estoy seguro que en este blog, he comentado sobre esta Cruz o crucero, que en 2017 llevé a las páginas de “Cruces, Cruceros y Peirones de las Cinco Villas”)
También en distintos momentos he hablado de la Cruz del Gancho o de San Lázaro, en ambos casos con razones muy concretas. Estaba situada en un lugar, donde sus entornos se regaban con las aguas de la estanca del Gancho, de poca capacidad y propiedad de los regantes de esa comunidad, que tras la extraordinaria transformación y ampliación realizada en ella por el Ayuntamiento, es el mejor centro de ocio de la “Ciudad del Agua” *Recordar*
La otra razón que le otorgaba el nombre de San Lázaro, era precisamente el levantamiento de dicho crucero con piedras de aquella misma ermita, tras haberla destruído en aquella Guerra de Sucesión en 1706, que les costó la vida a unos doscientos ejeanos, que de este modo serían recordados.
Cierto que hemos visto su fotografía muchas veces, después de haber llegado el tren a las Cinco Villas, que fue en 1915 y terminó su andadura en 1970. La foto más conocida de este Crucero es de ese periodo, cuando en el camino de Facemón resaltaba una de las señales de aquel ferrocarril en forma de aspa: -Ojo al tren-, -Paso sin Guarda-.
En el suelo y frente al restaurante de esa zona, puede apreciarse la piedra donde se apoyaba la basa de aquella Cruz, que no queremos ni debemos olvidar.
Piedra clavada en el suelo donde se asentó la Basa
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