Plaza de La Cruz del Rufián
Cruceros y cruces de término han jalonando desde antiguo entradas a nuestros pueblos y antiguos caminos, quedando todavía en alguno de ellos, elementos de gran interés, como en Ardisa, Luna, Undués y Pintano, Urriés, Isuerre, Sos del Rey Católico, etc., aunque tristemente, son muchas las que se han destruído y quizás, por dejadez y olvido no hemos sabido recuperar su valor histórico.
En Ejea de los Caballeros, donde el progreso transformo pronto sus viejos caminos en carreteras, se llevo por delante los cruceros de San Pedro y el del Gancho, *Recordar*. Y en la «Corona», el más antiguo barrio de la villa, tenía y sigue teniendo, una plaza llamada «Cruz del Rufián», donde concurren ocho calles con nombres que rememoran lugares estratégicos de nuestra historia: La Portaza, La Gramática, De Enmedio, San Juan, Carasoles, Aisladas, Graneros y San Gregorio; quedando en su entorno La Corona, La Gata, La Tajada y La Abadía.
Esta plaza recientemente restaurada, aunque no tiene placa alguna con su nombre, todo el mundo sabe que es la Plaza de la Cruz del Rufián, llamada así, porque en ella existió una Cruz de hierro sobre un pequeño fuste de piedra, que en algún momento fue destruido. La base de este fuste, un círculo de piedras permaneció hasta los años setenta donde ahora han colocado una farola, próxima a la casa amarilla y donde los viejos se sentaban, como si de un banco se tratara.
La plaza, donde ha sido construido *La Espiral (Ver)*, un edificio que alberga un magnífico Centro de Interpretación de las Tres Culturas que convivieron en esta villa, Árabes, Judíos y Cristianos, está quedando bellamente recuperada; pero los vecinos y cuantos hemos vivido en ese barrio, esperábamos recuperar en un lugar de privilegio dentro de la plaza, La Cruz del Rufián que le dio su nombre, y como lo soñaba el fallecido Cronista de la Villa, Félix Sumelzo López, que también nació y vivió en este barrio.
Mi amigo Carlos Longás Ciudad, que durante muchos años ha guardado la cruz, como le encomendó su abuela, «María la Pelana» que un día la recogió, confía que esa bella cruz de antigua forja con remates de flor de lis, pueda engalanar la vieja plaza ejeana. Será la mejor placa que pueda sustituir a su nombre escrito: Plaza de la Cruz del Rufián.
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