Triste estaba la higuera de tu huerto,
secábanse sus ramas, sus hojas se caían,
si no le falta luz ni en su raíz el agua,
¿porqué no está lozana, porqué triste moría?
Alguien ató sus ramas, le impuso otro camino,
amordazó su vida a la vieja pared,
la defendió del viento y el peso de sus frutos;
pero cortó su savia y su afán de crecer.
Ya cortamos sus cuerdas, retoma tu camino,
muévete con el viento como es tu voluntad,
que nadie te amordace, te imponga ni cohiba;
¡yo también moriría sin tener libertad.!
J. Ramón Gaspar
24-10-1992
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