Conocíamos desde hace mucho tiempo, los estudios de Jaime Carbonel Monguilán sobre la Torre de Tauste que siempre hemos considerado un magnífico ejemplo del mudejar. Un día nos sorprendió, con la seguridad de que su construcción era anterior a la atribuida a ella y había sido un maravilloso alminar islámico. Podemos recordarlo en su colaboración como Firma Invitada el 5/11/2016. *Ver*
Ahora vuelve a sorprendernos de nuevo: Su torre de Tauste, su sueño de muchos años de estudio lo hace centro del entramado de su primera novela, que en fechas pasadas ha presentado en la villa de Tauste, acompañado por Pilar Fresco, Presidenta de la Casa de Cultura y Joaquín Casanova, director de Mira Editores. S.A.*ver*
Estoy seguro será todo un éxito y ese es mi principal deseo. Que su impactante argumento sea motivo para valorar el constante trabajo y estudio de este entusiasta taustano, sobre la Torre de su villa, Tauste. ¡Enhorabuena!
«En el año 1018 ocurrió un suceso en Zaragoza que supuso el inicio de un «siglo de oro» para todo el valle medio del Ebro: el califato de Córdoba se había desmoronado y el gobernador de este territorio, Mundhir at-Tujibí, declaró la independencia respecto del resto de Alandalús, surgiendo por primera vez en el actual Aragón un reino con personalidad propia: la taifa de Saraqusta.
En esta época dorada en todos los órdenes, los sultanes saraqustíes dieron la espalda a la decadente Córdoba para emular las glorias de Bagdad.
La historia de superación personal de un joven nacido en el antiguo Tawust (Tauste) se desarrolla en este escenario en el que se verá obligado a vencer grandes adversidades hasta aprender el oficio de alarife e intervenir en una magnífica construcción cuyo proceso no estará exento de misterio, un alminar que perdurará hasta nuestros días encubierto bajo la denominación de «torre mudéjar». El protagonista conocerá a personajes llegados a la corte saraqustí desde el mundo persa, a través del Mediterráneo, que traerán el saber de la civilización más avanzada de su tiempo.
Arcilla y yeso, pasión e inteligencia, se conjugan y traban esta historia que es, aunque la hayamos olvidado, tan nuestra. La verdad y la ficción van tejiendo una cuidada estructura narrativa de la mano (y del cincel) de este hábil maestro de obra, Jaime Carbonel, quien, ladrillo a ladrillo, página tras página, erige un poderoso relato que intenta tender puentes, comprender el pasado que nos conducirá a Tawust, a orillas del río Arba…
Jaime Carbonel Monguilán (Tauste, 1959) es arquitecto técnico de profesión.
Ha intervenido en importantes obras de restauración del patrimonio arquitectónico de la provincia de Zaragoza, como el castillo de Alfajarín, torres e iglesias de Alagón, Gallur, Luna, Monegrillo, Castejón de Valdejasa, Trasobares, Maluenda…
Creador del blog Tauste zagrí, con un centenar de artículos, todos ellos relacionados con la huella andalusí en el valle medio del Ebro, la mayoría de sus publicaciones han sido editadas por la Asociación Cultural El Patiaz.
El descubrimiento de extraños detalles en la torre de Santa María de Tauste lo llevó a la conclusión, tras prolongados estudios, de que dicha torre no pudo ser construida en el ámbito de la arquitectura mudéjar (en la que siempre se la ha catalogado), sino que, realmente, se trata de una edificación mucho más antigua. En qué contexto fue erigida, su relación tanto con el entorno como con el mundo persa y qué misterios permanecen aún sin resolver componen el escenario en el que se desarrolla la historia de esta su primera novela.»
2 comentarios
Gracias Jaime por tus aportaciones en este comentario, que nos clarifican tus buenos deseos de conocer con rigor, a través de tu libro, aquellos retazos de nuestra rica historia, que por diversas razones quedaron marginadas en el olvido. Igualmente te deseo un feliz año 2018.
Muchas gracias, José Ramón. Me halaga mucho el aprecio que me demuestras.
Me ha parecido muy bien tu redacción. No solo pretendí que fuese la construcción de la torre de Tauste la parte fundamental del relato, sino también la reivindicación de unas gentes que aquí vivieron y que, por aquello de que son tenidas por «moros», se las tiene por extranjeras. Claro que vino gente, porque los movimientos migratorios son una constante a lo largo de la historia de la Humanidad, pero es que estos eran de aquí, como se demostró con los últimos estudios de isótopos hechos sobre los restos óseos del cementerio islámico de Tauste. Se cometió la «maldad» de meter a aquella refinada civilización andalusí en el mismo saco que a los bárbaros almorávides y almohades que vinieron de África (algo así como el ISIS actual) y ese entuerto no se ha deshecho nunca ni se tiene ningún interés en ello. En lugar de ello, renunciamos, neciamente, a apropiarnos de todo ese legado que, si a alguien pertenece, es a nosotros y a nadie más.
En otras palabras, que, si aplicando la denominación de «moros» no somos capaces de hacerlos nuestros, habría que decir, pues, que aquellos «moros» no eran «moros». Otra cosa es que no fueran cristianos y que por eso ahora no se les quiera ver como españoles, pero pensemos que, por ejemplo, a Séneca, Marcial o Trajano, los tenemos por españoles con todo orgullo y tampoco eran cristianos. ¿Por qué no también a estos?
Lo cierto es que fueron los protagonistas de aquel siglo de oro que vivieron estas tierras a partir de 1018 y me he tomado mucho interés en introducir al lector en el ambiente de aquella sociedad que tan diferente tuvo que ser respecto del Occidente feudal, tan retrasado entonces y que tanto debe a las aportaciones andalusíes.
Si ves oportuno y te apetece añadir algo de esto, genial, pero, por mí, me parece perfecto y te quedo muy agradecido.
Recibe un fuerte abrazo con mis mejores deseos para este año nuevo que ahora empezamos.
Jaime Carbonel.