Restos de El Turrullón. Fotografía del libro «Toponimia de la Villa de Tauste»
Fotografía actual del lugar.
Pegada a la carretera A-127 la vieja «Venta de Iñigo» de Tauste
Dirección a Tauste desde Ejea de los Caballeros, después de pasar la Venta del Esclavo (Ejea), se llegaba a la Venta de Iñigo en el Km. 24, un lugar de parada casi obligada de diligencias y carreteros antes de que la carretera fuera inundada de vehículos de motor, y que se había construido en 1870, aunque el puente sobre el Ebro en Gallur no llegó hasta 1904, teniendo que ser cruzado con una barca.
He tenido la suerte de charrar en este lugar con Eugenio Castillo y German Agón, que han tenido a bien comentarme viejas historias acaecidas a sus familias en la vieja Venta de Iñigo, enclavada en las tierras de Tauste que fueron de la Familia Ramírez y del ganadero Félix Urzanqui, y en cuyos edificios, se guardan las marcas de sus cuadras y caballerizas y algunos aposentos de tan conocida venta.
Pero antes de llegar a ella, quiero visitar lo que fue un punto bien definido entre Tauste y Ejea, El Turrullón de Tauste al Este de dicha carretera y en el punto kilométrico 26,200.
Según los escritos de Miguel Ángel Pallarés, El Turrullón fue una fortaleza que formaría parte de una linea defensiva perpendicular al río Arba.
Y en la «Toponimia de la Villa de Tauste», Marcelino Cortés, escribe:
En la documentación antigua El Turrullón se corresponde con la mención «Turren de pedriçes», es decir, la «torre de piedras», situada in via veteri de Exea, «en el camino viejo hacia Ejea», en donde en 1248 se puso una búa o mojón para delimitar los límites entre las dos villas. Los restos de esta torre desaparecieron con las transformaciones agrícolas llevadas a cabo en el terreno. Desde el punto de vista de las rutas pecuarias, El Turrullón es un punto de confluencia de dos cordeles: en ese mismo paraje finaliza el llamado Cordel de Sigüenza y por allí mismo entra en el término de Tauste el Cordel de la Muga de Ejea a Zaragoza.
Con referencia a su topónimo, describe su procedencia del latín TÚRRIS.
Para nada se puede ahora pensar, que este lugar sobre este promontorio lleno de piedras sueltas, fuera un lugar tan importante.
Eugenio Castillo guarda en sus tinajas el agua recogida en el invierno
Tres de los Hermanos Castillo que se criaron en la vieja Venta.
Faltan los pesebres, pero quedan las muestras de ellos y en las paredes, las estacas de atar a las caballerías.
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