Joaquín Narro, siempre atento y amable..
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Quien no conoce a un hombre sencillo y campechano, llamado Joaquín Narro Torralba, es que no ha visitado Lacorvilla, ese pequeño pueblo perteneciente a la villa de Luna, y que yo escribía incorrectamente, hasta que muy atenta, me corrigió Rosa Mª Braulio; desde entonces lo escribo «todo junto»: * Lacorvilla *
A Joaquín no hace falta localizarlo, vive en la primera casa pegada a la carretera, que su padre construyó con buena piedra, arrancada a la cantera vecina, y es él, quien primero se entera de quien llega a Lacorvilla.
Le comento mi interés en conocer «las balsas» que me describió Emilio, y me acompaña a visitar las balsas y el lavadero.
La más cercana al pueblo, es donde bebían las caballerías y está sin pared alguna; pero la más alta, la que se empleaba para el consuno de la población, es una balsa digna de tenerla, por lo menos, limpia y cuidada.
Me dice Joaquín, que su padre recordaba cuando la hicieron, hacia 1920.
Es totalmente circular con 14 hiladas de piedra picada de gran tamaño. Una verja, permitía coger el agua, evitando la caída hacia la balsa.
Asimismo en la parte superior, existe una pared de piedras, que impide la llegada de los animales.
Fuera de esta pared, la vegetación hace intransitable el paso a la balsa, que como digo antes, bien valdría la pena «Limpiar y Cuidar» este hermoso recuerdo de tiempos no muy lejanos.
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La balsa abrevadero de las mulas.
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