Nuria con su último libro «Recuerdos de Casablanca» (Foto: Ángel de Castro )
Nuria Asín García* (Sádaba, 1976)
Periodista, redactora de El Periódico de Aragón desde hace quince años, labor que ha compatibilizado con la de directora de la revista Siglo XXI de Aragón durante los últimos ocho años. Master en Dirección de Empresas y Comunicación y Doctorada en Historia del Arte y Musicología. Ha escrito ocho libros y obtenido dos premios de investigación de la Diputación Provincial de Zaragoza.
LAS CINCO VILLAS DE LAS TRADICIONES
La comarca se jalona durante la primavera de fiestas que están marcadas por la historia y la religión.
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Las Cinco Villas son terreno de tradiciones, de viejos actos que con un carácter popular e histórico se repiten año a año en muchos de los municipios que componen la comarca.
Entre ellos se encuentran los del ámbito religioso, como la romerías, la mayor parte de ellas celebradas en mayo, como la de la Virgen de Yerzol, de Orés, la de los Bañales, de Uncastillo y Layana, la de la Virgen de Monlora, de Luna, entre otras. A esta se unen la de la Virgen de Barto, ya en julio, que realizan los ardisanos.
Se podrían citar otros muchos ejemplos, pero en todos ellos subyace un mismo deseo: honrar a la madre de Dios y compartir con los vecinos del municipio una jornada en la que no faltan los alimentos, el vino y la música.
Otra vertiente más turística tienen las ferias temáticas, como romana que se celebra en Sádaba con periodicidad bianual, generalmente en septiembre; o las medievales que desde hace unos años se vienen realizando en la comarca.
La más popular de todas ellas es la de los 50 Caballeros de Uncastillo, que tiene lugar en junio. Una cita en la que las calles se impregnan del espíritu del medioevo, ya que se organizan actividades y un mercado de productos artesanos, exhibiciones de lucha a espada, tiro con arco, etc., aderezados con una puesta en escena donde los trajes de época cobran protagonismo. Una cita que, de paso, recuerda un episodio histórico que tuvo lugar en el 911, cuando unos nobles guerreros de la Villa fueron sacrificados en Córdoba por los musulmanes por defender los intereses del Reino de Aragón.
También de carácter medieval es la muestra que se celebra en Sos. Se trata de una Feria de Artesanía –que varía de fecha, ya que puede darse a mediados de julio o a finales de agosto– en la que se recuerdan oficios ya perdidos, como la cantería, la cestería, la apicultura, por citar algunos. Todos ellos con sus puestos diseminados por el casco urbano del municipio, un marco incomparable que se adorna con pendones y banderas que realzan la belleza de la arquitectura local de ese gran municipio que vio nacer al Rey Fernando el Católico. Esta cita se complementa con otras actividades dentro de sus Jornadas Fernandinas, que se celebran en marzo para honrar su nacimiento en la Villa.
Otras fechas emblemáticas en la comarca son las de la Semana Santa, momento en que se realizan las tradicionales procesiones, que en los últimos años han cobrado protagonismo gracias a las cofradías de tambores que se han multiplicado por la zona. Su música, junto con la bellas imágenes que se portan en los recorridos, la mayor parte de ellas de los siglos XVII y XVIII, convierten a estas fechas en unas de las más idóneas para hacer turismo por las Cinco Villas.
Y así se ha podido comprobar en el pasado mes de marzo en que se ha celebrado para expectación de muchos al descubrir actos tan curiosos como la subasta de los pasos de Biel, que se realiza al anochecer de Viernes Santo, poco antes de la procesión del Santo Entierro, en que los vecinos pujan por llevar las imágenes religiosas por las calles. Especialmente, alcanzan importantes cifras el de la Virgen de los Dolores o el de la Verónica, que portan las jóvenes del municipio. Los beneficios se destinan a la parroquia.
Los orígenes de esta singular tradición radican en una antigua tradición que cada Viernes Santo se realizaba en la calle Baja de Biel. En la misma se colocaban todos los pasos y, frente a ellos, aquellas personas que querían llevarlos, quienes, a la voz del luminero –el actual encargado de la subasta–, salían corriendo hasta alcanzar la imagen que querían llevar, privilegio que se reservaba a los que llegaban primero. Aunque este ritual generaba muchas disputas, por lo que se decidió cambiar esta costumbre por la puja monetaria.
En materia religiosa hay que destacar también otras procesiones que se celebran en la zona. Como la de El Silencio, de El Frago, en la que los vecinos recorren las calles portando las imágenes totalmente callados. Así, como las de Sos y Uncastillo, en donde cantan los Auroros (1), quienes interpretan antiquísimas melodías por todos los rincones del municipio con la única ayuda de la luz del Alba.
De un carácter mucho más profano son las hogueras que se encienden la noche de San Juan para proteger las cosechas e invocar buenas energías. Las de Ejea son las más famosas, ya que entorno a ellas se organizan unas animadas fiestas. Si bien, también se realizan en Sádaba, donde se conserva un curioso ritual, el de Sanjuanarse, que consiste en lavarse la cara en la fuente cuando el reloj de la torre da las 12 campanadas de medianoche.
En Lobera de Onsella está mágica noche tiene un significado muy especial, puesto que en ella se efectúa el «Rito de los herniados» (2), que se ha recuperado desde hace unos años. El mismo consiste en pasar a un niño que esté enfermo (que esté herniado) por la taja de un árbol que previamente se ha seccionado, pero sin cortarla totalmente.
En el plano romántico, todavía se conservan en las Cinco Villas algunas fiestas, aunque en muchos de los casos se ha perdido el componente sentimental para ser simplemente actos lúdicos. Es el caso de las Rondas que todavía se realizan en Orés o Asín, una tradición que ahora es festiva, pero que antiguamente servía para hacerle saber a la persona querida las intenciones. Para ello, se interpretaban junto a su ventana jotas alusivas.
De este mismo carácter son las enramadas de Luna, que consistían en colocar ramas de árbol verde en la puerta de todas las mujeres del municipio que estuvieran en edad casadera.
Los quintos plantando «el mayo» en Sádaba
Además, se mantiene vida en las Cinco Villas la tradición de los Quintos, que consistía en que los hombres que tenían que marchar para cumplir el Servicio Militar plantaran un árbol de gran tamaño –generalmente un chopo– en la plaza del municipio. Una costumbre que perdura en Sádaba, Biota, Orés, entre otros, aunque ahora participan en ella también las chicas, ya que ha perdido su simbolismo. En Ejea también celebran los Quintos, aunque en este caso, los que cumplen 17 años salen a las calles y tiran a los transeúntes puñados de harina. También los hay en Orés, fiestas siempre animadas por la buena gastronomía, otro de los referentes en la comarca, con delicias como los farinosos, dulce al que Layana dedica unas jornadas.
Cinco Villas, una mezcla de arte que también casa con la fiesta, la religión y la música, una mixtura de elementos que hace peculiar esta zona y que la convierte en un enclave turístico de primer nivel no solo por su historia, sino también por su gran patrimonio humano.
Repostería de Cinco Villas (fotos de la autora)
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