No ha sido ahora la presentación de este libro, ya que está editado en Noviembre de 1996 por Mira Editores. S. A. y escrito por Rafael Andolz Canela, tras una minuciosa investigación por los pueblos aragoneses, para conocer en cada uno de ellos, qué motivos o circunstancias encontraban en el pueblo vecino, para darles nombres y apodos a sus gentes y comentar dichos y actitudes humorísticamente.
Ha sido Susana Sanmartín de Marracos, quien me ha hecho llegar este curioso libro, «Más Humor Aragonés», donde aparecen todos los pueblos de nuestra comarca de Las Cinco Villas, entre tantos y tantos pueblos de las tres provinciaa aragonesas, que cada uno tiene bautizados a sus hombres con balluequero, pelaire, mosquito, afumau, etc.
Coplas y dichos, aparecen en el libro para todos los gustos, que muchas de ellas no serán del agrado total del pueblo mencionado, aunque, como comenta el autor, el pueblo pequeño, en el fondo, envidia al grande, y El sentido socarrón de nuestras gentes nos saca la caricatura a la primera.
No voy a enumerar esa larga relación de «títulos», atribuida a las gentes de nuestros pueblos, como socarraus, segallos, gabachos, peceros, parriceros o madorros, entre otros muchos que aparecen en el libro; cuando habla de los de Martés (Huesca) que los llaman muertos de ambre.
En Martés está Peirot
en medio de dos peñones,
y le dan para comer
manzanicas y arañones.
También se versifican algunas esperanzas de los pueblos como Biota, cuando dice:
Para la sed de la tierra,
trabaja Biota, soñando,
que algún día llegará
la bendición del Pantano.
O este otro.
Si vas desde Orés al Frago
echa merienda y porrón,
que tendrás que dar la güelta
pasando por Nueva York.
Y termino copiando este muy conocido:
Pa valientes los de Ejea,
que ataron un toro a un carro
y tuvieron que subir
los de Tauste a desatalo.
Todo su texto es agradable, y como dice su autor:
¿Hay algún pueblo de Aragón que no tenga su apodo, sus dichos, sus bromas servidas por los lugares vecinos?
Hay aquí un material precioso para estudiar nuestro humor, la sorna y la «somorda» limpia y sana, sin segundas intenciones, si, pero también la capacidad de nuestras gentes de interpretar todo a través del prisma del humor: la pobreza, la pequeñez, la gastronomía, la tacañería, la petulancia, el paisaje, el trabajo, la presunción, todo, absolutamente todo.
Solo deseo, después de agradecer a Susana su atención, que esta manera de vernos y tomar a chufla con nombres y apodos a nuestros vecinos, no pase de ser de un modo cordial , divertido y desenfadado.
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