Artículo en Heraldo de Aragón 22 enero 2017
¡Claro que nos duele a todos ver cómo se desploman los castillos que nos rodean!
Es cierto que nos alegra, y mucho, cuando nuestras instituciones, como la Diputación Provincial de Zaragoza se volcan en restaurar esos elementos de época medieval, que engalanan nuestro territorio, como ocurrió con el Torreón de Navardún y el de Layana que habían sido trasferidas su propiedades a esta Institución y hoy cumplen unas funciones extraordinarias a esta comarca y al público en general.
Desconozco si el Castillo de Obano va a ser propiedad de la DPZ o del Ayuntamiento de Luna o seguirá siendo propiedad particular, como hoy lo es, según manifiesta el artículo, pero esta razón puede motivar una u otra decisión en la restauración del mismo por parte de los estamentos de Patrimonio.
Conocemos muy de cerca, cómo son restaurados nuestros templos con la participación de la Iglesia, las Diputaciones y los Ayuntamientos para dar el servicio propio a todos los feligreses católicos. En el caso de los castillos y algunos palacios, sus usos son más restrictívos aunque algunos de ellos cumplan misiones específicas como museos y exposiciones, y hasta lugar de ceremonías como bodas y otros eventos.
Debemos recordar que desde el año 1974 y en 1993, fue el ayuntamiento de Erla quien llevó el dedo a la llaga con el Castillo de Santia, que por ser propiedad particular nadie movió un dedo en favor de su mantenimiento tras muchos intentos, manifestados en la prensa.
Hoy tenemos que lamentarnos del inminente derrumbe de este torreón de Santia, como apreciamos día a día, y puede llegar al Castillo de Obano, que aunque lo consideremos, nuestro, está claro que somos muchos los que lamentamos su situación y pedimos ayuda para que se mantenga erguido, pero ¿si no lo es? ¿Qué podemos hacer por él?
Obano en peligro
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