La imagen permanente de San Roque ante el altar y las de San Roque y San Bartolomé, junto a él.
Lo que fueron sus arcos de medio punto, hoy son repisas de otras imágenes.
Eusebio Marco, Gregorio Ibor, el Mayoral con su padre, Manuel Arrieta.
Cierto que lo espectacular y novedoso, era la recuperación del Dance de Las Pedrosas el día de San Roque, tras muchos años olvidado, pero me comenta un buen amigo, que no me prodigué en mi anterior escrito sobre el tema, resaltando la inconfundible labor de las personas que se han volcado para llevar a buen fin la recuperación del Dance.
Posiblemente tiene razón, pero todos los pedrosinos, residentes en su pueblo o fuera de él, conocen hasta el mínimo detalle, el trabajo constante dedicado a este logro y a todas las personas implicadas en ello. Y su alcaldesa, con quien me une buena amistad, estoy seguro que prefiere ver a su pueblo satisfecho, con estas realizaciones donde ha sido preciso tanta participación de todos, más que recibir felicitaciones personales.
Sí tuve ocasión de hacerlo personalmente, tras ser presentado por ella, al Padre Redentorista que ofició la santa misa y ofreció una homilía llena de citas históricas, al que fue posteriormente, «Pregonero de las Fiestas«, Antonio Laguarta, a danzantes y amigos, entre los que se encontraban Manuel Arrieta y su hijo, ataviado de Mayoral, precisamente con el traje que en otros tiempos, vestía el padre de Gregorio Ibor, y cuyas informaciones con su amigo Francisco Pérez, a la revista Suessetania en 1990, fueron clave para la recuperación del Dance.
La charrada con ellos y con Eusebio Marco Nocito, me sirvió para conocer que esta ermita de San Roque, tuvo hasta hace 34 años, unos arcos de medio punto, que se desplomaron al retirar los maderos viejos y rotos, quedando atrapado entre las piedras uno de los vecinos, que voluntariamente trabajaba en la ermita y que gracias a San Roque salvó la vida de milagro. Alrededor de la explanada han quedado las piedras de los arcos que sustentaban la techunbre y que a partir de entonces, son unas vigas de cemento y tejas del mismo material las que sustituyen a su anterior teja árabe.
Las vistas desde allí son amplísimas, con extensas rastrojeras de los campos de secano.
La fiesta sigue con sus músicas, pero el pastor sigue conduciendo su rebaño hacia los corrales; es hora de acalorar, y yo de terminar este Post.
Sin darnos cuenta, damos la espalda a los Santos, el cura, un danzante y yo mismo. (La fotógrafa Isabel Mateo)
Arriba la música y el dance, en los rastrojos el pastor con su ganado…
2 comentarios
Que buen trabajo divulgativo haces pepe, no te mueras nunca:)». Un abrazo
Las Gracias, por mi parte, a los amigos que me ayudais y me dais ánimo. Pepe.