Monlora «Atalaya de Las Cinco Villas». Con este sugerente nombre, conocemos el «oloroso monte» de Monlora, este apacible lugar que conozco desde muy niño, como relato con sencillos versos en el apartado, Con Poesía, en :: Monlora ::.
Nadie está sentado junto a «La Carrasca» que volvió a ser plantada en 1928.
Recuerdo su :: Historia ::
El restaurante tiene descanso semanal y la Comunidad de la Congregación Apostólica Marta y María, que llegaron aquí el pasado mes de Mayo, me atienden amablemente, enterándome que en breve, aumentarán el número de Hermanas; que son la misma congregación que atiende la Residencia de Mayores de Épila y se encuentran muy bien en este Monasterio, que en 1500 edificara D. Miguel de Torrero, para los frailes de San Francisco de Asís, que permanecieron hasta la Desamortización de Mendizabal, en 1837, quedando los archivos de Monlora en Valencia, capital de esta provincia franciscana, aunque el monasterio perteneciera a la Villa de Luna.
Lo encuentro hermoso y acogedor, y su entorno felizmente restaurado y embellecido.
El cierzo azota con fuerza, que sería imposible disfrutar con los parapentes, como lo hacen habitualmente los amigos de estos cielos; pero los buitres, altos muy altos, planean a sus anchas.
Miro una vez más sus amplios horizontes…y vuelvo a Luna, único lugar de salida para llegar hasta aquí.
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