Veo pulular por las calles de mi pueblo, a los niños vestidos con disfraces que quieren mostrar horror y misterio, pidiendo dulces y mostrando algunos de ellos, imitacioces de calaveras y calabazas de plástico, porque dicen celebran la fiesta de Halloween. La palabreja, a fuerza de escucharla y relacionarla con la víspera de Todos los Santos, me trae recuerdos vividos en mi niñez; por lo tanto, no es una fiesta recien llegada a nuestros pueblos, aunque ahora venga envuelta en la mencionada palabra: Halloween.
Suerte teníamos los chicos, que en «barrio Falcón», en la parte más alta de esta calle, antes de comenzar las escaleras que llegaban a los Carasoles, podíamos llevar a una obscura cochera que siempre estaba abierta, calabazas de distinto tamaño y color y cabos de vela, que al colocarlos encendidos dentro de las mismas, a las que habíamos hecho sus correspondientes ojos y boca, nos producían una miaja de impacto de miedo o terror, imaginándonos brujas, fantasmas y calaveras. En el barrio del Cuco, como en ricones de la cantera de la Corona, otros chicos se reunían en el «postigo» y dentro de la cueva allí existente, que decían era un pasadizo subterraneo hasta Santa María, disfrutaban con el miedo producido con los mismos ingredientes.
Dulces y caramelos, no recuerdo haber dispuesto de ellos, sí la voz grave o chasquidos de algún mayor tratando de asustarnos en aquellos obscuros lugares y en aquellos momentos con nuestro inocente ritual, que terminaba, antes de que comenzasen a tocar a muerto las campanas de las iglesias, que lo hacían durante toda la noche hasta la madrugada.
Recuerdo, que en Santa María, era «El Golo», que vivía en una estrecha casa de ladrillo adosada a la románica iglesia, el encargado de tirar habilmente de las cuerdas para conseguir los lánguidos toques mortuorios durante la «noche de Ánimas». Y era su hija Silvestra, quien recibía los obsequios de muchos vecinos, que con vino, tortas, frutos y embutidos, agradecían aquel desvelo de su padre, por hacer de esa noche, con el triste tañido de las campanas, un encuentro con los recuerdos de sus difuntos.
Todo ha cambiado, tánto, que lo que cuento y he vivido parece que no ha existido y estamos viviendo una fiesta recien nacida y, no es así, escritos y más escritos lo testifican:
El Halloween que se celebra hoy en día hoy, comenzó hace más de 3,000 años en Irlanda como un festival de cosecha de los celtas. Para los celtas, el cambio de estaciones adquiría una importancia mágica.
Samhain era el festival más importante, ya que era el último día de la cosecha y el comienzo del invierno. Concretamente este festival se celebraba a finales de octubre y a principios de noviembre.En la noche del 31 de octubre las almas de los muertos regresaban a visitar hogares terrenales. Los celtas creían que en esa noche la ventana que separaba el mundo de los vivos y el de los muertos desaparecía. Para mantener a estos espíritus contentos y alejar los malos espíritus de sus hogares los celtas dejaban comida o dulces fuera de sus hogares. Esta tradición se ha mantenido en el tiempo y se ha convertido en lo que hoy llamamos trick or treta (trato o truco), donde los niños van de casa en casa pidiendo dulces.
Con el paso del tiempo y siguiendo los hechos históricos los romanos conquistaron a los celtas, estos influenciaron el mundo céltico con sus festivales a la diosa romana de la cosecha, Pamona. Más adelante con la llegada de los cristianos consideraron que los celtas adoraban al diablo, aunque el diablo nunca existió en la religión céltica. Los cristianos determinaron que la manera de convertir a los celtas al cristianismo era adoptando el festival de los celtas y convertirlo en uno religioso. Así el 31 de octubre se convirtió en la víspera del día de Todos los Santos (all hallow’s eve) y de aquí el nombre de Halloween.
Los celtas nunca aceptaron las tradiciones cristianas y por eso todavía están vigentes las tradiciones de esta noche de magia, brujas y fantasmas. Hoy en día en el mes de octubre se adornan los hogares con calabazas, brujas, fantasmas, esqueletos y gatos negros. La noche del 31 de octubre la gente se disfraza, los niños se van de casa en casa pidiendo dulces o ven películas de terror.
templariosdearagon.blogspot.com.
Nada nuevo aparece en nuestras vidas, salvo la calabaza que preparo para este post.
1 comentario
Muy interesante este post, seguro que las Cincovillas cuentan con intrigantes historias de misterio y antiguas tradiciones ya olvidadas. Para mi gusto, el misterio tiene un encanto peculiar y habla mucho de la historia y creencias de un pueblo.
Cada vez que leo el Blog me asombro del increíble trabajo y dedicación que le pones para no faltar nunca a tu cita de contarnos cosas sobre la cultura de las Cincovillas. Posiblemente sea por aquello de que «Cultura» no es nada más que el cultivo del espíritu humano, y tú de cultivar sabes un rato.
Ánimo y sigue con ese espíritu de cultivador.
Tu nieto Javier.