Calle Horno Grande nº 6
En más de una ocasión he traido a este Blog comentarios sobre Oficios Perdidos en nuestra comarca, como sogueros, dalladores, colchoneros, segadores, etc. Recientemente he recordado a los antiguos fotógrafos zaragozanos que realizaban su admirable trabajo en nuestros pueblos. *Recordar*
Pero, aunque aquella actividad de fotógrafo, con sus antiguas cámaras ha desaparecido, tenemos la satisfacción de que su profesión se ha modernizado y en nuestros pueblos existen varios estudios fotográficos, que cumplen aquellos mismos deseos de guardar la imagen de un momento concreto y con más rapidez en su ejecución.
Sin embargo, no ha sucedido lo mismo con las sastrerías, que en poblaciones como Ejea de los Caballeros estaban dotadas de un importante número de ellas.
Hablando de esta circunstancia con mi amigo Luis Lana Sumelzo, hijo y nieto de sastres ejeanos, recordamos, que en aquellos años que ambos ejercían aquella profesión, tambien tenían establecimiento propio Sastrería Embid en la Plaza España, Jesús Sanz Calleja, Jesús Fernández, Antonio Pérez, Francisco Ciudad y Sastrería Romeo, en la calle Herrerías, Avelino Sahun y Modesto y Domingo Ciudad en Ramón y Cajal, (habiendo sido Domingo el último sastre de Ejea), Justo Alonso en calle Biesa, Ernesto Galindo en Avda. Cosculluela, José Magdalena y Antonio Blasco en Juliana Larena y, además de tres o cuatro sastres zaragozanos que tenían clientes en nuestros pueblos, estaba establecida en la calle Horno Grande nº 6 de esta villa, la familia de mi amigo , que en 1903 abrió su abuelo, Bernardo Sumelzo, con catorce años y continuó su padre Teodoro Lana.
Ciertamente, en Ejea, han desaparecido los carteles que en fachadas y balcones nos indicaban dónde estaban aquellas sastrerías y en la mayoría de los casos, nada queda de lo que en ellas precisaban para confeccionar chaquetas y pantalones. Pero no en todas ellas; la sastrería de Bernardo Sumelzo, que la continuó su yerno Teodoro Lana, mantiene todos aquellos elementos que daban vida a la sastrería. Aquellas pequeñas sillas alrededor de la mesa con sus hilos, dedales, tijeras, agujas y alfileres, da la sensación de que por un momento, han cesado en el trabajo aquellas cuatro o cinco mujeres que cosían pacientemente las prendas, bien a mano o a máquina. Sobre la mesa de cortar quedaron los patrones de cartulina, los metros, reglas y jaboncillos de marcar… y hasta los libros de contabilidad están en ella con los que hacen referencia a las cotizaciones y normativas sobre los trabajadores, que desde el principio tuvo al corriente Bernardo Sumelzo.
Una estufa de petroleo fue la sustituta de su antecesora de carbón o leña, las máquinas de coser, inertes y silenciosas, frías las viejas planchas de carbón o eléctricas y en sus paredes, viejos calendarios y retratos de su fundador. Todo ha quedado aquí igual que estuvo hasta 1978 que cerró la Sastrería Sumelzo; todo limpio y cuidado por su nieto e hijo, que aunque no siguió la profesión, manifiesta gran cariño y respeto hacia ella y quiere mantener vivo el recuerdo de la vieja sastrería.
Te felicito por ello y estoy seguro, que cada uno de los elementos que conservas en toda la casa de tus antecesores, con sus muebles restaurados y tantas pequeñas cosas que tú mimas, te aportan esa felicidad que solo se alcanza con los buenos recuerdos. ¡Enhorabuena amigo!
Bernardo Sumelzo y esposa
1 comentario
Les felicito por recordarnos aquellos oficios perdidos que daban trabajo y satisfaciones. Era una gozada estrenar traje en las Fiestas mayores y en las bodas, despues de varias pruebas en la sastrería