Día 14 de junio 2014, hasta la hora de las Conferencias sobre Arte Románico que iba a asistir, podía visitar, la parte antigua de la población jacetana.
Recorrer las calles de Jaca en solitario a tempranas horas de una mañana de Junio, es una delicia que vale la pena disfrutarla. No pretendo valorar ni comparar unas calles con otras; para mi, toda la zona antigua tiene su encanto especial, idéntico a muchas ciudades de su mismo nivel poblacional, donde, contemplando sus viviendas y algunos edificios oficiales, se respira esa natural forma de vida, tranquila y apacible, sencilla y en algún caso señorial.
Pero esa paz y sosiego de esa mañana, es el contrapunto de un lejano día de Agosto de 1973 que lo viví en sus calles y lo recuerdo con verdadera ilusión. Una fotografía de aquellos alegres momentos, me la hace llegar un buen amigo mio, Jesús Ramón Mena, que compartimos el viaje con Jesús Ladrero, +Faustino Laborda que era corresponsal de prensa y alguno más y, como Presidente que fue del desaparecido Centro Local de Iniciativas y Turismo de Ejea de los Caballeros, supo guardarla y vernos ahora unidos con otros amigos, entre participantes de otros continentes en aquel Festival Folklórico de los Pirineos.
Recordemos que:
Jaca alberga desde 1963 el Festival Folklórico de los Pirineos, una cita bianual que reúne a grupos folklóricos de cerca de veinte países de los cinco continentes. Desde su origen y hasta no hace mucho, la organización se alternaba con la ciudad hermana de Oloron Sainte-Marie, en el Bearn francés. En la actualidad sólo se celebra el Festival de Jaca, que sigue realizándose los años impares según la costumbre implantada desde su misma creación.
El Festival de Jaca destaca por su ambiente callejero. Los pasacalles que recorren los grupos participantes por el casco viejo de la ciudad transforman al pueblo en un pequeño microcosmos cultural.
Por Jaca han pasado casi todos los países que existen o que existieron. Hace algunos años era para muchos autóctonos una forma de conocer mundo sin coger un avión. Así se popularizó como uno de los grandes escaparates de la cultura global, mucho antes de que este concepto se instalara como algo normal en la sociedad. El Festival jaqués jugó y sigue jugando un papel determinante en la promoción de la ciudad en el exterior, hecho confirmado en cada edición con la masiva presencia de visitantes procedentes de todos los rincones del país.
La mezcla de razas, culturas y religiones en un espacio tan formidable como el Pirineo convirtió desde el principio al de Jaca en uno de los festivales folclóricos más importantes y populares del mundo. La música y las danzas de la calle se combinan con los espectáculos en los escenarios estáticos, las exposiciones y las muestras de gastronomía.
Después de esta definición de lo que el Festival de los Pirineos representa para Jaca y que éste, »destaca por su ambiente callejero», es normal que hoy, paseando por sus tranquilas calles, recuerde aquellos momentos vividos llenos de ajetreo y músicas, que dificilmente podemos volver a vivir.
Gracias amigo Jesús por hacerme llegar la fotografía que nos lleva a nuestra juventud, que tú has guardado y yo incluyo en mi Blog para que no se pierda.
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