Recuerdos de los cauces del agua cuando se inauguraron los regadíos.
Cuatro años tenía Luís Miguel Carbó, actual regente del Bar de Sancho Abarca, cuando llegó con sus padres incrementando la lista de colonizadores de este nuevo pueblo en 1963.
Desde entonces, las cosas han cambiado, tanto… que como un sueño las recuerda aquel niño, que iba a buscar agua a la fuente de la Teja y al algibe, que la sacaba una bomba manual movida con una rueda; que su padre, como otros de los primeros colonos, por decisión del Instituto Nacional de Colonización, trabajaba dos lotes de tierra, ya que como no habían llegado las aguas para regar, los cultivos eran solamente de secano. Que con su familia, ocupaban dos casas, una para vivienda y otra para criar animales y almacenar paja y cereales.
Recuerda, la cantidad de gentes que allí vivieron desde los primeros años que llegó el agua, cultivando remolacha, hortícolas y alfalfas, frente a las pocas personas que hoy residen en el pueblo, teniendo que ir a trabajar, algunas de ellas, a otras poblaciones. Recuerda los concursos de tractoristas en la plaza y otros juegos..
Yo también guardo algunos recuerdos que hoy me place traerlos al blog, por que nos demuestra que algunas cosas van cambiando a mejor, como es la carretera G2, que une a la mayor parte de los pueblos de Colonización; una amplia y bien realizada carretera, dotada de importantes rotondas desde Sádaba, pasando por Pinsoro, Valareña, El Sabinar y Sancho Abarca, terminando en Tauste y con sus buenos enlaces a Ejea, Santa Anastasia y Santa Engracia.
Recuerdo las nivelaciones que dejaron fuera de servicio los viejos sifones de la carretera, ya desaparecidos, la cantidad de subidas y bajadas peligrosas desde El Sabinar a Sancho Abarca, que han sido sustituidas por un nivel medio actual, entre importantes cortados y desmontes, aunque haya surgido alguna curva en el trayecto.
Aquí en Sancho Abarca, ha quedado la antigua entrada de la vieja carretera y su punto de espera, que ha quedado solo y obsoleto, aunque sea un recuerdo de otros momentos, como las antiguas parideras de ganado ovino, que construyó el Instituto Nacional de Colonización. Todo va cambiando y ojalá sea para mejor.
Luis Miguel Carbo en su bar de Sancho Abarca
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