A veces he comentado en este mismo blog, el abandono al que han llegado muchos emblemáticos lugares públicos en nuestros pueblos, como fuentes, lavaderos, abrevaderos, etc, y otros que fueron particulares, como los molinos hidráulicos en los ríos u otros elementos para distintas actividades ya desaparecidas.
Había visitado en fechas pasadas en la villa de Uncastillo «El Parral», un lugar el las proximidades de la población entre el río Riguel y la carretera A. 1202 Sádaba-Ayerbe, que en primer lugar llega a Luesia, por lo cual aquí recibe ese nombre, carretera de Luesia; y si siempre me había llamado la atención la buena construcción de este edificio y en un paraje tan ideal, estaba convencido de que había tenido que ser una ermita o parte de algún convento; pero nadie me confirma tal supuesto, por lo tanto me quedaré con lo que me cuentan: que fue una hermosa huerta donde los parrales predominaban por toda ella y por lo tanto, ese es el nombre que mantiene tan inaccesible lugar. La vegetación lo invade todo, un cipres, rosáceas y trepadoras, árboles que se mueren de viejos e infinidad de renuevos, predominando los guindos (Prumus cerasus) entre otros frutales.
-¡Lástima no me dejen entrar con las ovejas, con el buen pasto que hay allí- me comenta un pastor que recorre las cercanías.
Un poco más arriba, también entre la carretera y el río, recuerdo que visité el Molino de Monguilan *Recordar* y su entorno se encontraba en parecidas condiciones de vegetación.
Yo me quedo dudando de que aquellas tres puertas con sus arcos de piedra bien trabajada como las de sus paredes, (aunque en la planta superior parte de sus vanos son de adobas) fueran construidos para una simple casa en una huerta junto al Riguel. Creo que tuvo que ser algo más importante este «Parral».
eva a
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