-Estatua en bronce de San José de Calasanz, en el santuario dedicado al santo fundador de las Escuelas Pías, en su localidad natal, Peralta de la Sal, (Huesca)- (Foto Albergue Juvenil)
Con frecuencia recibo correos de un buen amigo sacerdote, ya jubilado, hablándome de personajes y acontecimientos dignos de tener en cuenta. Hoy me recuerda que es la Fiesta de San José de Calasanz y quien fue este Santo aragonés.
Considero, que bien vale la pena transcribir su escrito para recordarlo, ya que en nuestra comarca de Cinco Villas, también han existido escuelas como las que Él creó, concretamente en la Villa de Sos del Rey Católico. Gracias Carlos.
-Hoy celebramos su fiesta, la fiesta de un gran aragonés, que hizo una de las cosas más importantes para la sociedad: crear la enseñanza pública y gratuita. Para que luego digan y presuman cuatro … que no hacen más que pelearse por el poder a costa de la ignorancia de los chavales y no tan chavales, y a costa de los dineros de las clases bajas, que son las paganas de siempre. Un abrazo. Carlos Mendi- 25 Agosto 2014.
SAN JOSÉ DE CALASANZ, PIONERO DE LA ENSEÑANZA EN LA ERA MODERNA
Nació en Peralta de la Sal, provincia de Huesca, el año 1556 y falleció el año 1649. Fue sacerdote y pedagogo. Estudió filosofía en la universidad de Lérida y teología en las de Valencia y de Alcalá de Henares. En 1592 se trasladó a Roma, donde se dedicó a la enseñanza de los niños pobres. Fundó las Escuelas Pías y fue su primer superior general, dignidad que ostentó hasta su muerte.
Su pensamiento pedagógico está reflejado en sus cartas, unas diez mil, en las que pueden encontrarse muchas reglas, consejos y advertencias para la práctica educativa. Estas cartas vienen a ser un complemento de los principios de la Constitución de las Escuelas Pías. Fue canonizado por Clemente XIII el año 1767.
Para nosotros, el hecho de que todos los niños vayan al colegio desde su infancia se ve como algo natural. Pero en el siglo XVI los niños, especialmente los pobres, no tenían otro recurso que la calle. San José de Calasanz cambió dicha situación. Gracias a su iniciativa podemos disfrutar de un sistema educativo que nos ofrece la oportunidad de formarnos como alumnos y como personas.
El año 2007 se celebró el 450 aniversario de su nacimiento y Pilar Sopeséns publicó en “El Escolar” del Heraldo de Aragón del día 31 de enero de 2007 el siguiente artículo que, quizás pasó algo inadvertido, pero que me parece de gran interés y, por eso, lo transcribo íntegramente:
Pilar Sopeséns
“Este año se conmemora el 450 aniversario del nacimiento de San José de Calasanz, un hombre adelantado a su tiempo que supo ver las carencias de los más necesitados y buscar soluciones que perduran hasta ahora: la enseñanza popular, funcional, flexible y abierta a todos.
La larga vida de este hombre ocupa prácticamente la segunda mitad del siglo XVI y toda la primera parte del XVII. Fue una persona de mente abierta, a la que las ideas y los problemas que le rodeaban le impactaron de manera profunda, hasta lograr su entero compromiso con la sociedad. Fue uno de los protagonistas de la transición del Renacimiento a la Modernidad.
Ya desde niño, Calasanz demostró una profunda devoción por Dios. En clase impartía catequesis desde una silla, y uno de los capítulos más conocidos de su niñez fue su lucha contra el Maligno. Cuando apenas contaba 13 años, José ya sabía que quería ser sacerdote y se lo comunicó a sus padres. Por su fe incluso tuvo que enfrentarse a la oposición de su padre para conseguir este propósito.
Pero el año 1592, cuando viajó a Roma, Calasanz se sintió llamado a la enseñanza. Paseando por el barrio romano del Trastevere, se dio cuenta de la miseria y de la pobreza de los marginados, y del abandono de la niñez y de la juventud más pobre y necesitada. Calasanz, doctorado en teología, acude a las más altas instancias de la Iglesia para intentar remediar esa lacra de desprotección presente en Roma y en el resto de Italia. Así comienza su reforma de la sociedad, desde los cimientos, con las escuelas para los niños más pequeños y pobres.
En noviembre de 1597 nace la primera escuela pública, popular y gratuita de Europa en la iglesia parroquial de Santa Dorotea de Roma. Los Estados europeos decidieron a mediados del siglo XIX y principios del XX establecer la gratuidad en sus escuelas. Para entonces, la misma Europa ya estaba llena de escuelas o colegios escolapios que la impartían gratis. En España se publica la Ley Moyano sobre la gratuidad de la enseñaza el año 1857 y se tarda casi medio siglo en crear un ministerio de Educación.
En 1604 José de Calasanz cuenta ya con un nutrido grupo de hombres, sacerdotes y laicos, muy motivados, que le ayudan y comparten con él la ilusión por la enseñanza y la formación de los niños, principalmente de los más pobres. Calasanz estipuló, en varios escritos fundacionales de sus escuelas, que pretendía contribuir a la reforma de la sociedad y a la felicidad de las personas, educando a los niños en la fe cristiana, pero sobre todo en las letras humanas, mediante escuelas populares. Su reacción supuso una ruptura respecto a la cultura pedagógica anterior, por el interés práctico que Calasanz demostró a favor de la educación de las clases más bajas desde los primeros años, por su seguimiento y por la orientación científica que aportó a la enseñanza, además de la tradicional humanística.
Fueron muchas las novedades que José de Calasanz introdujo en el mundo de la enseñanza. La más llamativa en su tiempo fue la de fundar la primera escuela populargratuita, Algo realmente impensable en aquella época en la que los privilegios como la educación estaban reservados a las altas clases sociales. Pero Calasanz no se amilanó ante la adversidad, sino que combatió los obstáculos que le pusieron por doquier y luchó por la obligatoriedad de la enseñanza para todos, desde los primeros años.
Fue el primero en sistematizar la escuela primaria; instituyó grados, programas formativos y horarios; se encargó de la formación del personal docente y creó un método didáctico basado en la brevedad, en la sencillez y en la eficacia, para que los niños aprendieran en poco tiempo. Según Calasanz, la escuela debía constar al menos de cuatro grados en la enseñanza elemental y de otros cuatro para las Humanidades y Ciencias. Cada alumno debía pasar individualmente al grado superior cuando estuviera preparado para ello.
Calasanz abrió la escuela desde los primeros grados a la cultura humanística y a las ciencias positivas, porque para él, la enseñanza debía preparar para la vida; por lo que incluía habilidades prácticas, como la caligrafía, la música o las matemáticas.
Tras algunos problemas con las autoridades eclesiásticas, la Orden religiosa de las Escuelas Pías, que alcanzó dicha categoría el año 1621, pierde su condición como tal. Y en 1648 muere José de Calasanz con la convicción de que la Orden sería restablecida con prontitud, y dejando un legado que aumenta cada día con miles de alumnos escolapios repartidos por los cinco continentes.
Calasanz estipuló que todas las Escuelas Pías tendrían un plan educativo común; pero cada una de ellas contaría con las estructuras educativas adecuadas, según sus circunstancias y con un reglamento propio que determinase las diversas funciones y las obligaciones de los alumnos, maestros, directivos, padres de familia y autoridades civiles. Esto demuestra la capacidad de adaptación de San José de Calasanz como pedagogo; además no dudaba en modificar ciertas normas para así cumplir su misión, piedad y letras para todos, de la mejor manera posible”.
Lo que sigue ya no pertenece al artículo trascrito. Es “un corto” interesante que también se publicó en el mismo “Escolar” del Heraldo de Aragón:
“El éxito del método escolapio de enseñanza se extendió con rapidez; muestra de ello es la proliferación de colegios que hubo por toda la geografía española. Zaragoza, Madrid, Getafe, Valencia, Sevilla y Reus son algunas de las localidades que han podido disfrutar de la huella calasancia casi desde su fundación. Y fuera de nuestras fronteras también ha habido lugar para los centros escolapios, como por ejemplo Viena.
Entre los alumnos de los escolapios encontramos muchos hombres famosos en la Historia: los hay de toda profesión y condición. En Zaragoza 130 calles llevan el nombre de alumnos escolapios, lo cual no es de extrañar, debido al prestigio y a las acciones que éstos realizaron: 22 fueron artistas como el gran pintor aragonés Francisco de Goya y Lucientes y los músicos universales Haydn y Schubert; 27 literatos, entre ellos Sender, Vicente Aleixandre, Azorín, Blasco Ibáñez y Jardiel Poncela; 11 políticos, como Pablo Iglesias, fundador del partido socialista obrero español; y varios que fueron ministros, como Dato, Moret, Marraco, Gil Berges, Oliván y Borruel o Gascón y Marín.
Independientemente de su profesión, algunos alumnos escolapios llegaron a ser alcaldes de Zaragoza; personajes tan conocidos como Franco y López, Antonio Fleta, el doctor Cerrada, Octavio García Burriel o César Alierta. A la ilustre lista de estos alumnos hay que añadir los científicos Ramón y Cajal, Loscos o Hilarión Gimeno; algunos médicos como Galán Bergua, Gómez Salvo o Aznar Molina; los militares Ricardos y Palafox; los héroes de los Sitios Boggiero, Sas, Salamero, Sanclemente y Jorge Ibort (más conocido por el “tío Jorge”).
Encontramos estos personajes en las placas que dan nombre a muchas calles de la capital aragonesa y recuerdan su historia; pero el elenco de ex alumnos escolapios abarca muchos más hombres y mujeres que han desarrollado grandes proyectos vitales y profesionales”.